Topo Chico: el penal que gobernaban los narcos

El penal de Topo Chico era un rastro de muertos antes de que llegaran como este jueves por decenas y se acumularan sus cadáveres en el suelo. Un penal hacinado, corrupto y violento donde convivían presas y presos muy peligrosos, con niños y hasta con perros, porque donde se guardaban los canes que detectan drogas había también que meter reclusos. Topo Chico, como casi todas las cárceles estatales de México, era un trozo de calle encerrado, violento, donde se desarrollaba la misma guerra que al otro lado de los muros: la guerra de los cárteles que son, en muchos casos de facto, los que gobiernan los presididos.
El pasado 27 de septiembre, un líder del grupo narco de Los Z, el Fresa, era asesinado a cuchilladas dentro del penal. Once hombres eran también heridos en la reyerta. Era el penúltimo ejemplo del enfrentamiento que se vivía dentro de aquellos viejos muros, en el que los cables de electricidad cuelgan de las paredes y las tuberías destrozadas pasan a la vista entre los pabellones.
Hastaentonces, Los Z habían conseguido dominar a su antojo el penal, provocando incluso que los miembros del Golfo tuvieran que ser encerrados y protegidos en algunas áreas comunes. El asesinato del pasado diciembre de uno de sus líderes aventuraba que habría venganza y, en principio, eso es lo que ha ocurrido en la madrugada de este jueves.
Topo Chico, como otras tantas cárceles mexicanas, se hizo famosa por un vídeo anónimo que denunciaba el muy deteriorado estado de las instalaciones, los lujos con los que vivían algunos reclusos y la falta de vigilancia que incluso permitía que presos y presas se comunicaran con total libertad.
El total descontrol del penal hacía imposible que se pudieran separar los presos del fuero común (delitos menores) de los reos del fuero especial (asesinos, narcos o secuestradores). Incluso, presos con problemas psiquiátricos convivían con el resto de encarcelados sin control alguno. Suicidios, asesinatos y hasta el descubrimiento de un túnel de 17 metros forman parte del negro historial de Topo Chico.
En este momento se cifraba en un 21% la sobrepoblación de las instalaciones y parece que incluso el estado de Nuevo León se estaba planteando el cierre de su más viejo presidido. "Lo que ha pasado en Topo Chico era una muerte anunciada, una nueva llamada de atención de que hay que seguir con las reformas en las prisiones que ya se están llevando a cabo", dice a EL MUNDO Alejandro Martí, director de la organización México SOS y uno de los mayores expertos en el tema penal del país.
Martí asegura que el Gobierno federal debe seguir con las reformas que su organización ha conseguido que se impongan y aplicar los mismos criterios de vigilancia al descontrolado sistema penitenciario mexicano, en el que existen cárceles municipales, estatales y federales. Para ello, pone un reciente ejemplo que, en breve, con la visita del Papa, cobrará más relevancia: Cuando hace tres años entramos en la Cárcel de Ciudad Juárez, encontramos 5.000 litros del alcohol, un palenque [una valla] y que las camas del hospital eran en realidad los dormitorios de los narcos. Sin cerrar el edificio, usando las mismas instalaciones, se aplicó el sistema de seguridad de las cárceles de Estados Unidos y hoy es uno de los mejores penales del país. Hay que seguir por ahí", dice.
Por último, el director de México SOS explica que "la guerra contra la delincuencia organizada de los últimos años ha hecho que los penales se rebasen en población y organización. Lo ocurrido en Topo Chico es una tragedia y una llamada de atención que nos debe servir para no olvidar que deben seguir las reformas"

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