Velouté de potiron
o también...
“nubes auyameras flotando en el cielo vespertino.”
Plato típico de Haití.
o también...
“nubes auyameras flotando en el cielo vespertino.”
Plato típico de Haití.
ingredientes:
carne de sopa
auyama (calabaza)
puerro
nabo
patatas
repollo
pimienta
ajo
pimentón
sal al gusto
Si estás realmente convencido de que te atreves con la cocina caribeña, pues adelante.
Lo primero que debemos saber es que para ellos la auyama es nuestra querida calabaza…sí esa que nos han dado la tira de veces, cuando un profe te ha cateado en un examen, cuando la novia te ha dejado para irse con un estudiante de arquitectura que tenía un buen futuro y no tú, tan mono pero con ese toque de bohemio…
Las calabazas que nos acompañan siempre al ser humano. Benditas sean las calabazas. Vivan las calabazas.
Dicho lo dicho, centrémonos. Nos vamos a la cocina y vemos si tenemos lo que necesitamos.
Voy a ver. Pues no. no tengo nada. Pero nada de nada. Así que tomo mi libretita de apuntar cosas que necesito y anoto todo aquello.
Me visto adecuadamente para ir a comprar (uno tiene que elegir la indumentaria adecuada para cada evento, diga usted que sí….) y salgo. Veamos qué sucede.
Llego al centro comercial y veo otras cosas…una tienda de zapatos que me gusta mucho, una exposición de llaveros hechos en Azerbaiyán, o una agencia de viajes donde anuncian cosas interesantes. Pero yo, estoy decidida a hacer mi compra de cosas para mi cocina.
Lo primero que veo en mi lista es “carne para sopa” así que voy a la sección de carnicería. Allí está el orondo señor carnicero…con su batín blanco inmaculado. Con carita redondeada y bonachona.
-Buenos días señor don carnicero.
-Buenas. ¿Le pongo….?
-No. Usted no me pone… no me diga ya estas cosas…Me pone George Clooney…si acaso. Pero ni eso.
-No. Me refiero…si quería algo…
-Ah, sí. Perdón. Quiero carne de sopa…-El don carnicero esboza una sonrisa de oreja a oreja.
-Verá, tenemos de oferta carne de cerdo, carne de avestruz, carne de ternera recién matada, casi viva…-A mí me da un repeluco enorme mirar aquello. Los pobres bichos a quienes se les quitó la vida para que nosotros tengamos su carne. Me cachis en la mar salada.
-Quería carne de sopa.
-Verá…doña clienta…es que de esa no hemos inventado todavía. A menos que sopa sea un animal que tenga carne con la que se haga su sopa. ¿De eso hay en su país?
-Espere….voy a ver…-Allí mismito me conecto a mi google…y no veo nada de eso….así que tengo que decidirme.
-Le aconsejo ternera.
-Pues déme usted un litro.
-La carne se despacha en kilos.
-Déme usted …algunos kilos…Y tiene que ser con hueso. Que tenga no sé qué de médula y no sé qué de óseo.
-Bueno…¿Quiere que vayamos a la granja donde están las terneras y mata usted misma una y eso?
-Cachondeo el preciso….
-Es que me lo pone a huevo
-Eso sí. –El señor carnicero me pone medio kilo de cosa de esa y la pongo en mi carrito. Le agradezco su atención y él se queda masticando un caramelo. Mirando la vida pasar. Filosofando sobre las libélulas de la polinesia.
Ahora me toca ir a por la verdura. Así que voy a la sección de verduras. Ya que si voy a la sección de bricolaje…más que sopa haré una mesa de jardín. Y ese no es el caso. Hoy no.
En fin llego ahí y veo a una chica vestida también de blanco y con un gorrito. Será para proteger a los tomates de la laca o de algo así. Pero bien es cierto que da un aire muy aséptico. No sé si aparecerá el dichoso doctor house de un momento a otro mandándome a freír espárragos. Nunca mejor dicho ya que estoy en la sección de los susodichos. Le pregunto a la empleada:
-¿Señorita, tiene auyamas?
-No. Hoy no me duele nada. Me dolía la cabeza antes pero me tomé una aspirina…
-No…lo que yo quiero es una verdura.
-No sabía. Pero mire, ahí este compañero nuevo que viene de un país de esos donde tienen frutas tropicales quizás sepa….-Así que el muchacho me dijo que tomara una calabaza. También tomé un puerro, dos nabos y tres patatas y un repollo. Y pimientos rojos y verdes. Un cuarto de kilo. Me sobrará. Pero ya se me ocurrirá algo para hacer con ellos.
Con todo eso en mi carrito y mirando mi eterna lista, me di cuenta de que la misión estaba cumplida. Pero me di una vueltecita. Nunca se sabe si habrá alguna oferta tipo…“pague seis llévese dos mil”, “el día de las mantas eléctricas”, “semana fantástica de los higos”…Siempre suele haber cosas así. Pero no había. ¿O sí? Pasé como el que no quiere la cosa por la sección de farmacia y productos para la salud y derivados. Donde puedes encontrar algodones, bastoncillos para las orejas, pasta de dientes, quitaesmaltes…que yo no sé qué pinta un quitaesmaltes en una sección para la salud…a no ser que quitarse la pintura de las uñas sea algo que te prescriba el médico…quizás porque el color sea horroroso, que también podría ser….
Y ahí encontré muy señalado con grandes letras “preservativos-tezos” mitad de precio. Para ser sincera no los necesitaba. Pero estaban homologados por el ministerio de salud de la Cochimbamba, que suelen ser muy serios en esto. Y eran de colorines y de sabores, así que me llevé dos cajas. Son muy socorridos aunque yo no los use en este momento, porque estoy en una etapa de secano (voluntario, todo sea dicho…) a alguien le servirá. Y en todo caso siempre es muy divertido hincharlos y colgarlos del techo si hay un cumpleaños.
Por fin salí de allí, después de pagar, evidentemente. Metí todo en mi coche y al cabo de un ratito estaba en casa. Con todo encima de mi encimera, que por una vez iba a servir para cocinar. Y no para otros menesteres. Aunque los otros menesteres son también muy placenteros. Para qué nos vamos a engañar.
Volví a cambiarme de ropa. Me puse mi ropa de cocinar. Y mi delantal donde alguien escribió “El cocinero lo hace tres veces al día”. Nunca supe lo que hacía ese cocinero. Probablemente pifiarla. Prefiero no investigar al respecto.
Allí puse las verduritas y todo lo demás. Me aseguré de tener buena música y así inspirarme. Para una sopa de verduras y más de calabazas…¿qué música sería la apropiada?....calabazas, calabazas….”Turandot”, la princesa china que se dedicaba a mandar al cuerno a todos sus pretendientes. Dios bendiga a Puccini.
Me decidí a arreglar primero la carne. La lavé bien. La puse sobre la bandeja, la miré, y la corté en pedacitos con mi cuchillo favorito de mango negro. Trocitos cuadraditos y amorosos que voy poniendo en una fuente de porcelana del año del catapún herencia familiar. Pero como lleva conmigo ya años, está un poco resquebrajada. Tengo que reconocer que soy una manirrota. Pero así, si digo que es un utensilio de la época de los romanos que encontré ahí cuando iba por el campo…alguno hasta me cree.
Nessun dorma! nessun dorma!tu pure, o principessa,nella tua fredda stanzaguardi le stelleche tremano d'amoree di speranza.Ma il mio mistero é chiuso in me,il nome mio nessun saprà!no, no, sulla tua bocca lo diròquando la luce splenderà!Ed il mio bacio scioglierà il silenzioche ti fa mia!....vincerò, vincerò! vincerò!...Y la música de Turandot sigue sonando...
Empiezo: condimento con ajo picadito, con pimienta, un poquito de pimentón picante para darle algo de emoción, más todavía
pimienta negra molida. Con mis manos trabajo la carne para que ésta se impregne de todo aquello. La carne se retuerce de risa porque es cosquillosa. Y estornuda a causa de la pimienta. Pero le gusta.
Se deja la carne apartadita para que descanse y se mezcle bien como en una interculturalidad eterna de todo lo que se le ha puesto como condimento.
Mientras, se pone agua a hervir con un poquito de sal. Cuando el agua está en ebullición, se echa la carne.
Ahora es tiempo de dedicarnos a las verduras. Limpiamos todo. A la auyama o calabaza se le quita la cáscara, se la corta en pedacitos al igual que se hace con las patatas, los pimientos, el puerro, nabo, cebolla…Qué bonita la otra bandejita con todos los colores de los diferentes elementos. El verde, el amarillo, el naranja, el blanco, el azul…y todos los colores del arcoiris. Un color tan gay. Porque entre ellos no hay sexo. Se conocen, se hablan, se lanzan cumplidos, se cuentan sus historias. El nabo y el puerro intentan seducir a la patata y al repollo. Se masajean los hombros los unos a los otros con trozitos de ajos.
-Esto huele fatal…-La patata protesta.
-Pero es súper curativo.
-Para lo que nos va a servir…
En otro recipiente se pone a hervir los pedazos de auyamas hasta que ésta esté cocida. Cuando esté, se licua.
Este caldo se le añade al caldo donde se ha estado cociendo la carne. Y ahí mismo se echan cariñosamente el resto de las verduras. Los trocitos de puerro, nabos, patata, repollo…
Ahora tiene que cocer así que podemos lavar las bandejitas y ordenar la cocina. Limpiar la encimera y de vez en cuando remover el caldo con una cuchara de palo. Para que el caldo no se sienta solo. Para que sepa que los apoyamos y que esperamos ansiosos el fin de la cocción.
Ahí podemos ver los distintos trozos de alimentos flotando en ese universo lleno de sabores y colores. Una porción de carne que se cruza con el cachito de patata que flota y flota haciendo sus coreografías, acariciando a sus congéneres, a sus almas gemelas…
Después de unos minutos todo está preparado. Listo para ser servido. Tomamos la sopera más bonita llena de florecitas amarillas y azules. Y los platos soperos a juego. He invitado a cenar a mi sobrina que es una auténtica crítica de cocina. Pongo la mesa…y llevo la sopa…
Ella se acerca con sus grandes ojos a ver todo el espectáculo humeante y dice dulce e inteligentemente:
-Tita, por fin has hecho algo bueno.
carne de sopa
auyama (calabaza)
puerro
nabo
patatas
repollo
pimienta
ajo
pimentón
sal al gusto
Si estás realmente convencido de que te atreves con la cocina caribeña, pues adelante.
Lo primero que debemos saber es que para ellos la auyama es nuestra querida calabaza…sí esa que nos han dado la tira de veces, cuando un profe te ha cateado en un examen, cuando la novia te ha dejado para irse con un estudiante de arquitectura que tenía un buen futuro y no tú, tan mono pero con ese toque de bohemio…
Las calabazas que nos acompañan siempre al ser humano. Benditas sean las calabazas. Vivan las calabazas.
Dicho lo dicho, centrémonos. Nos vamos a la cocina y vemos si tenemos lo que necesitamos.
Voy a ver. Pues no. no tengo nada. Pero nada de nada. Así que tomo mi libretita de apuntar cosas que necesito y anoto todo aquello.
Me visto adecuadamente para ir a comprar (uno tiene que elegir la indumentaria adecuada para cada evento, diga usted que sí….) y salgo. Veamos qué sucede.
Llego al centro comercial y veo otras cosas…una tienda de zapatos que me gusta mucho, una exposición de llaveros hechos en Azerbaiyán, o una agencia de viajes donde anuncian cosas interesantes. Pero yo, estoy decidida a hacer mi compra de cosas para mi cocina.
Lo primero que veo en mi lista es “carne para sopa” así que voy a la sección de carnicería. Allí está el orondo señor carnicero…con su batín blanco inmaculado. Con carita redondeada y bonachona.
-Buenos días señor don carnicero.
-Buenas. ¿Le pongo….?
-No. Usted no me pone… no me diga ya estas cosas…Me pone George Clooney…si acaso. Pero ni eso.
-No. Me refiero…si quería algo…
-Ah, sí. Perdón. Quiero carne de sopa…-El don carnicero esboza una sonrisa de oreja a oreja.
-Verá, tenemos de oferta carne de cerdo, carne de avestruz, carne de ternera recién matada, casi viva…-A mí me da un repeluco enorme mirar aquello. Los pobres bichos a quienes se les quitó la vida para que nosotros tengamos su carne. Me cachis en la mar salada.
-Quería carne de sopa.
-Verá…doña clienta…es que de esa no hemos inventado todavía. A menos que sopa sea un animal que tenga carne con la que se haga su sopa. ¿De eso hay en su país?
-Espere….voy a ver…-Allí mismito me conecto a mi google…y no veo nada de eso….así que tengo que decidirme.
-Le aconsejo ternera.
-Pues déme usted un litro.
-La carne se despacha en kilos.
-Déme usted …algunos kilos…Y tiene que ser con hueso. Que tenga no sé qué de médula y no sé qué de óseo.
-Bueno…¿Quiere que vayamos a la granja donde están las terneras y mata usted misma una y eso?
-Cachondeo el preciso….
-Es que me lo pone a huevo
-Eso sí. –El señor carnicero me pone medio kilo de cosa de esa y la pongo en mi carrito. Le agradezco su atención y él se queda masticando un caramelo. Mirando la vida pasar. Filosofando sobre las libélulas de la polinesia.
Ahora me toca ir a por la verdura. Así que voy a la sección de verduras. Ya que si voy a la sección de bricolaje…más que sopa haré una mesa de jardín. Y ese no es el caso. Hoy no.
En fin llego ahí y veo a una chica vestida también de blanco y con un gorrito. Será para proteger a los tomates de la laca o de algo así. Pero bien es cierto que da un aire muy aséptico. No sé si aparecerá el dichoso doctor house de un momento a otro mandándome a freír espárragos. Nunca mejor dicho ya que estoy en la sección de los susodichos. Le pregunto a la empleada:
-¿Señorita, tiene auyamas?
-No. Hoy no me duele nada. Me dolía la cabeza antes pero me tomé una aspirina…
-No…lo que yo quiero es una verdura.
-No sabía. Pero mire, ahí este compañero nuevo que viene de un país de esos donde tienen frutas tropicales quizás sepa….-Así que el muchacho me dijo que tomara una calabaza. También tomé un puerro, dos nabos y tres patatas y un repollo. Y pimientos rojos y verdes. Un cuarto de kilo. Me sobrará. Pero ya se me ocurrirá algo para hacer con ellos.
Con todo eso en mi carrito y mirando mi eterna lista, me di cuenta de que la misión estaba cumplida. Pero me di una vueltecita. Nunca se sabe si habrá alguna oferta tipo…“pague seis llévese dos mil”, “el día de las mantas eléctricas”, “semana fantástica de los higos”…Siempre suele haber cosas así. Pero no había. ¿O sí? Pasé como el que no quiere la cosa por la sección de farmacia y productos para la salud y derivados. Donde puedes encontrar algodones, bastoncillos para las orejas, pasta de dientes, quitaesmaltes…que yo no sé qué pinta un quitaesmaltes en una sección para la salud…a no ser que quitarse la pintura de las uñas sea algo que te prescriba el médico…quizás porque el color sea horroroso, que también podría ser….
Y ahí encontré muy señalado con grandes letras “preservativos-tezos” mitad de precio. Para ser sincera no los necesitaba. Pero estaban homologados por el ministerio de salud de la Cochimbamba, que suelen ser muy serios en esto. Y eran de colorines y de sabores, así que me llevé dos cajas. Son muy socorridos aunque yo no los use en este momento, porque estoy en una etapa de secano (voluntario, todo sea dicho…) a alguien le servirá. Y en todo caso siempre es muy divertido hincharlos y colgarlos del techo si hay un cumpleaños.
Por fin salí de allí, después de pagar, evidentemente. Metí todo en mi coche y al cabo de un ratito estaba en casa. Con todo encima de mi encimera, que por una vez iba a servir para cocinar. Y no para otros menesteres. Aunque los otros menesteres son también muy placenteros. Para qué nos vamos a engañar.
Volví a cambiarme de ropa. Me puse mi ropa de cocinar. Y mi delantal donde alguien escribió “El cocinero lo hace tres veces al día”. Nunca supe lo que hacía ese cocinero. Probablemente pifiarla. Prefiero no investigar al respecto.
Allí puse las verduritas y todo lo demás. Me aseguré de tener buena música y así inspirarme. Para una sopa de verduras y más de calabazas…¿qué música sería la apropiada?....calabazas, calabazas….”Turandot”, la princesa china que se dedicaba a mandar al cuerno a todos sus pretendientes. Dios bendiga a Puccini.
Me decidí a arreglar primero la carne. La lavé bien. La puse sobre la bandeja, la miré, y la corté en pedacitos con mi cuchillo favorito de mango negro. Trocitos cuadraditos y amorosos que voy poniendo en una fuente de porcelana del año del catapún herencia familiar. Pero como lleva conmigo ya años, está un poco resquebrajada. Tengo que reconocer que soy una manirrota. Pero así, si digo que es un utensilio de la época de los romanos que encontré ahí cuando iba por el campo…alguno hasta me cree.
Nessun dorma! nessun dorma!tu pure, o principessa,nella tua fredda stanzaguardi le stelleche tremano d'amoree di speranza.Ma il mio mistero é chiuso in me,il nome mio nessun saprà!no, no, sulla tua bocca lo diròquando la luce splenderà!Ed il mio bacio scioglierà il silenzioche ti fa mia!....vincerò, vincerò! vincerò!...Y la música de Turandot sigue sonando...
Empiezo: condimento con ajo picadito, con pimienta, un poquito de pimentón picante para darle algo de emoción, más todavía
pimienta negra molida. Con mis manos trabajo la carne para que ésta se impregne de todo aquello. La carne se retuerce de risa porque es cosquillosa. Y estornuda a causa de la pimienta. Pero le gusta.
Se deja la carne apartadita para que descanse y se mezcle bien como en una interculturalidad eterna de todo lo que se le ha puesto como condimento.
Mientras, se pone agua a hervir con un poquito de sal. Cuando el agua está en ebullición, se echa la carne.
Ahora es tiempo de dedicarnos a las verduras. Limpiamos todo. A la auyama o calabaza se le quita la cáscara, se la corta en pedacitos al igual que se hace con las patatas, los pimientos, el puerro, nabo, cebolla…Qué bonita la otra bandejita con todos los colores de los diferentes elementos. El verde, el amarillo, el naranja, el blanco, el azul…y todos los colores del arcoiris. Un color tan gay. Porque entre ellos no hay sexo. Se conocen, se hablan, se lanzan cumplidos, se cuentan sus historias. El nabo y el puerro intentan seducir a la patata y al repollo. Se masajean los hombros los unos a los otros con trozitos de ajos.
-Esto huele fatal…-La patata protesta.
-Pero es súper curativo.
-Para lo que nos va a servir…
En otro recipiente se pone a hervir los pedazos de auyamas hasta que ésta esté cocida. Cuando esté, se licua.
Este caldo se le añade al caldo donde se ha estado cociendo la carne. Y ahí mismo se echan cariñosamente el resto de las verduras. Los trocitos de puerro, nabos, patata, repollo…
Ahora tiene que cocer así que podemos lavar las bandejitas y ordenar la cocina. Limpiar la encimera y de vez en cuando remover el caldo con una cuchara de palo. Para que el caldo no se sienta solo. Para que sepa que los apoyamos y que esperamos ansiosos el fin de la cocción.
Ahí podemos ver los distintos trozos de alimentos flotando en ese universo lleno de sabores y colores. Una porción de carne que se cruza con el cachito de patata que flota y flota haciendo sus coreografías, acariciando a sus congéneres, a sus almas gemelas…
Después de unos minutos todo está preparado. Listo para ser servido. Tomamos la sopera más bonita llena de florecitas amarillas y azules. Y los platos soperos a juego. He invitado a cenar a mi sobrina que es una auténtica crítica de cocina. Pongo la mesa…y llevo la sopa…
Ella se acerca con sus grandes ojos a ver todo el espectáculo humeante y dice dulce e inteligentemente:
-Tita, por fin has hecho algo bueno.
1 comentario:
la cocinera esta preparando un rico y exquisito plato
el genio le da una opinion
la cocinera acepta la o pinion
entonces la cocinera como recibio la opinion ella dijo voy hacer esa opinion de la comida que dijo que prepare
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