LOS CELOS PROVOCAN BOSTEZOS AZULES
Clitemnestra tenía un doctorado en física nuclear. Era arquitecta atómica. Había acabado sus estudios y ahora trabajaba en la NASA.
Ella era feliz porque su marido trabajaba en un restaurante chino.
Su marido, Agamenón, tomaba trozos de la primavera, durante la primavera. Después metía estos mismos trozos en pequeños recipientes de colores y a continuación, Agamenón les contaba un "rollo" a cada trozo de primavera. De esta cómoda forma se fabricaban los deliciosos "rollos de primavera", que era la especialidad de la casa en este restaurante.
Su trabajo era interesante pero ahora él se encontraba abatido, aburrido y un poco triste, ecléctico y eufemístico, porque su esposa era inteligentísima pero no era cariñosa con él.
Un amigo envidioso -de esos que existen hasta en las mejores familias- un día le dijo que Clitemnestra tenía una relación sentimental con un átomo que ella había encontrado en su laboratorio mientras se cepillaba los dientes.
Estaba muy celoso. Pero la verdad era que Clitemnestra amaba dulcemente a Agamenón.
En estos días ella estaba pasando unas pequeñas vacaciones en su casa porque habían hecho "puente" en la NASA.
Era sábado por la noche y tenía fiebre. John Travolta, que era su vecino, miraba por la ventana y usurpó este plácido momento para hacer la más famosa de sus películas que le lanzaría al estrellato -al menos en su primera etapa antes de encontrarse con Tarantino...-
Tenemos que decir que en realidad John Travolta era el amigo envidioso y chismoso de Agamenón.
Este cretino, pero buen actor, necesitaba una inspiración para llegar a ser una de las estrellas mejor pagadas del cine del mundo mundial. Había chinchado a la pareja con este chisme abominable.
Este sábado noche con fiebre, Agamenón y Clitemnestra estaban en su nido de amor, construido en la rama del árbol más especial en el jardín de las Hespérides.
Estas hespérides eran unas cuantas chicas...(quien quiera saber más sobre las hespérides que se vaya a mi libro "ENCONTRÉ EL OLIMPO BAJO MI CAMA"....también puede buscarlo en google, claro, pero es menos guay....) muy aficionadas a la horticultura, que custodiaban ese árbol justamente porque tenía el capricho, el dichoso arbolito, de dar manzanas de oro. Mira tú por donde.
Clitemnestra era una apasionada de la lectura. Ella era también la directora, la editora y la periodista de una revista científica sobre la vida de los agujeros del queso Gruyère en el cuerpo humano.
Ella había desarrollado una teoría acerca de esos agujeros: Cuando son ingeridos por el hombre en un estado febril de celos, se transformaban en bostezos pintados de azul.
Clitemnestra leía la última edición que contaba que un hombre había intentado suicidarse, en un arrebato de celos, comiendo dieciocho kilos de queso Gruyère. El pobre hombre no podía dejar de bostezar en azul. Ahora estaba siempre con la boca abierta. Parecía perennemente pasmado. Su mandíbula se había dislocado y su casa era completamente azul.
Las paredes eran azules, el perro era azul, su auto -que era un ferrari testa rosa- era azul así que ahora era un "ferrari testa azul" ...
El hombre cuando hacía un gazpacho y picaba los tomates azules se cortó un dedo y la sangre comenzó a brotarle de color azul. Con la sangre de este color se percató de que se había convertido en un noble -conde, para ser exactos-
Ahora era el conde de Montecristo.
Agamenón escuchó la noticia que leía Clitemnestra pero su pensamiento estaba lejos.
El caminó hacia la cocina y pensó que su rival, el átomo, estaría oculto tras los vasos o el aceite de oliva...Así que, despechado, decidió ser apasionado y cometer un crimen pasional (claro….los apasionados, cometen crímenes pasionales. No van a ser crímenes pusilánimes…o sí. Quién sabe…)… sacándole las vísceras a su rival y echándoselas al perro. Si tuviera perro.
Pero, ¿cómo hacerlo? ¿Cómo cometer el crimen perfecto?
Para colmo de males empezó a bostezar y a embadurnar todo con color azul. Se tapó la boca porque le daba un poco de vergüenza que su esposa lo supiera.
Agamenón necesitaba pensar y se fue para hacer lo que hace cuando necesita pensar o está nervioso: comprar compulsivamente.
Por la calle iba dejando una telilla azul planchada de bostezos celosos.
La gente lo miraba pensando: "... lo que hacen algunos para llamar la atención..."
Después de hacer la compra para un regimiento de artillería en un hipermercado conocido de la ciudad -no damos nombres porque sería hacer publicidad gratuita y si quieren publicidad que la paguen...- se acuerda de que mañana será la "gran semana fantástica" en este hipermercado y todos los productos se rebajarán un diez por ciento.
Agamenón no puede más y estalla. Por primera vez en su vida grita y se lamenta ante su mujer.
El le dice a ella que su amante está escondido en la cocina.
Clitemnestra mira la compra que su esposo ha hecho y piensa: "mi marido necesita un psicoanalista".
Pero, muy flemática, la esposa va para la cocina con el fin de demostrar que allí no hay ningún átomo ni algo parecido.
Además, como todo el mundo sabe, un átomo jamás viviría en una cocina tan sucia y desordenada -hacía tres días que la señora de la limpieza estaba fuera porque celebraba una de sus fiestas religiosas, el día de "dentro de cien años, todos calvos."-
Clitemnestra, para demostrar a su marido, comienza a pulir y limpiar haciendo incluso la prueba del algodón del mayordomo ese tan cursi que sale en la tele.
Así, se fija en su sartén favorita. Esta sartén, que durante su tiempo libre tenía un programa de radio para dar consejos a los desorientados que somos casi todos, habla con la mujer recordándole que Clitemnestra es demasiado negligente con su cuerpo y aspecto físico.
La inteligencia no es suficiente -como también todo el mundo sabe- para conservar un marido. Incluso en más de una ocasión es claro motivo subliminal de desavenencias.
-Si tu marido se muestra celoso y furioso diciendo que tú tienes un amante, seguro que es porque precisamente él es quien tiene amantes. Cuando un hombre ataca es para defenderse....- Le increpó la sartén.
Clitemnestra se queda pensativa.
¿Será verdadera la acusación de la sartén?
¿Será el conde de montecristo todavía azul?
¿Habrá alguna vez acuerdos reales entre árabes e israelíes?
¿Ganará la copa europa el Inter de Milán?
¿Visitarán mi blog alguna vez más de cinco personas?
Su cabeza era un volcán.
Decidió hablar amorosamente con su marido. Después de lo cual hizo una de las cosas más inteligentes que -a veces- puede hacer una mujer inteligente: fingir estupidez. Pido perdón a las feministas.
Clitemnestra comenzó un curso intensivo de estética por correspondencia y ahora es una apasionada de la belleza. También ha leído todo el "kamasutra" y libros de Gabriela Hollander, el informe Hite y ha visto varias veces "Nueve semanas y media" ...llevando a la práctica el conocimiento adquirido, con su marido y así retornarle la felicidad amorosa.
Ahora, Agamenón está seguro del amor de su mujer. El único inconveniente es que agarró un agotamiento físico “de Padre y muy señor mío” y un lumbago galopante. Pero es un lumbago amoroso. Los mejores lumbagos.
Clitemnestra tenía un doctorado en física nuclear. Era arquitecta atómica. Había acabado sus estudios y ahora trabajaba en la NASA.
Ella era feliz porque su marido trabajaba en un restaurante chino.
Su marido, Agamenón, tomaba trozos de la primavera, durante la primavera. Después metía estos mismos trozos en pequeños recipientes de colores y a continuación, Agamenón les contaba un "rollo" a cada trozo de primavera. De esta cómoda forma se fabricaban los deliciosos "rollos de primavera", que era la especialidad de la casa en este restaurante.
Su trabajo era interesante pero ahora él se encontraba abatido, aburrido y un poco triste, ecléctico y eufemístico, porque su esposa era inteligentísima pero no era cariñosa con él.
Un amigo envidioso -de esos que existen hasta en las mejores familias- un día le dijo que Clitemnestra tenía una relación sentimental con un átomo que ella había encontrado en su laboratorio mientras se cepillaba los dientes.
Estaba muy celoso. Pero la verdad era que Clitemnestra amaba dulcemente a Agamenón.
En estos días ella estaba pasando unas pequeñas vacaciones en su casa porque habían hecho "puente" en la NASA.
Era sábado por la noche y tenía fiebre. John Travolta, que era su vecino, miraba por la ventana y usurpó este plácido momento para hacer la más famosa de sus películas que le lanzaría al estrellato -al menos en su primera etapa antes de encontrarse con Tarantino...-
Tenemos que decir que en realidad John Travolta era el amigo envidioso y chismoso de Agamenón.
Este cretino, pero buen actor, necesitaba una inspiración para llegar a ser una de las estrellas mejor pagadas del cine del mundo mundial. Había chinchado a la pareja con este chisme abominable.
Este sábado noche con fiebre, Agamenón y Clitemnestra estaban en su nido de amor, construido en la rama del árbol más especial en el jardín de las Hespérides.
Estas hespérides eran unas cuantas chicas...(quien quiera saber más sobre las hespérides que se vaya a mi libro "ENCONTRÉ EL OLIMPO BAJO MI CAMA"....también puede buscarlo en google, claro, pero es menos guay....) muy aficionadas a la horticultura, que custodiaban ese árbol justamente porque tenía el capricho, el dichoso arbolito, de dar manzanas de oro. Mira tú por donde.
Clitemnestra era una apasionada de la lectura. Ella era también la directora, la editora y la periodista de una revista científica sobre la vida de los agujeros del queso Gruyère en el cuerpo humano.
Ella había desarrollado una teoría acerca de esos agujeros: Cuando son ingeridos por el hombre en un estado febril de celos, se transformaban en bostezos pintados de azul.
Clitemnestra leía la última edición que contaba que un hombre había intentado suicidarse, en un arrebato de celos, comiendo dieciocho kilos de queso Gruyère. El pobre hombre no podía dejar de bostezar en azul. Ahora estaba siempre con la boca abierta. Parecía perennemente pasmado. Su mandíbula se había dislocado y su casa era completamente azul.
Las paredes eran azules, el perro era azul, su auto -que era un ferrari testa rosa- era azul así que ahora era un "ferrari testa azul" ...
El hombre cuando hacía un gazpacho y picaba los tomates azules se cortó un dedo y la sangre comenzó a brotarle de color azul. Con la sangre de este color se percató de que se había convertido en un noble -conde, para ser exactos-
Ahora era el conde de Montecristo.
Agamenón escuchó la noticia que leía Clitemnestra pero su pensamiento estaba lejos.
El caminó hacia la cocina y pensó que su rival, el átomo, estaría oculto tras los vasos o el aceite de oliva...Así que, despechado, decidió ser apasionado y cometer un crimen pasional (claro….los apasionados, cometen crímenes pasionales. No van a ser crímenes pusilánimes…o sí. Quién sabe…)… sacándole las vísceras a su rival y echándoselas al perro. Si tuviera perro.
Pero, ¿cómo hacerlo? ¿Cómo cometer el crimen perfecto?
Para colmo de males empezó a bostezar y a embadurnar todo con color azul. Se tapó la boca porque le daba un poco de vergüenza que su esposa lo supiera.
Agamenón necesitaba pensar y se fue para hacer lo que hace cuando necesita pensar o está nervioso: comprar compulsivamente.
Por la calle iba dejando una telilla azul planchada de bostezos celosos.
La gente lo miraba pensando: "... lo que hacen algunos para llamar la atención..."
Después de hacer la compra para un regimiento de artillería en un hipermercado conocido de la ciudad -no damos nombres porque sería hacer publicidad gratuita y si quieren publicidad que la paguen...- se acuerda de que mañana será la "gran semana fantástica" en este hipermercado y todos los productos se rebajarán un diez por ciento.
Agamenón no puede más y estalla. Por primera vez en su vida grita y se lamenta ante su mujer.
El le dice a ella que su amante está escondido en la cocina.
Clitemnestra mira la compra que su esposo ha hecho y piensa: "mi marido necesita un psicoanalista".
Pero, muy flemática, la esposa va para la cocina con el fin de demostrar que allí no hay ningún átomo ni algo parecido.
Además, como todo el mundo sabe, un átomo jamás viviría en una cocina tan sucia y desordenada -hacía tres días que la señora de la limpieza estaba fuera porque celebraba una de sus fiestas religiosas, el día de "dentro de cien años, todos calvos."-
Clitemnestra, para demostrar a su marido, comienza a pulir y limpiar haciendo incluso la prueba del algodón del mayordomo ese tan cursi que sale en la tele.
Así, se fija en su sartén favorita. Esta sartén, que durante su tiempo libre tenía un programa de radio para dar consejos a los desorientados que somos casi todos, habla con la mujer recordándole que Clitemnestra es demasiado negligente con su cuerpo y aspecto físico.
La inteligencia no es suficiente -como también todo el mundo sabe- para conservar un marido. Incluso en más de una ocasión es claro motivo subliminal de desavenencias.
-Si tu marido se muestra celoso y furioso diciendo que tú tienes un amante, seguro que es porque precisamente él es quien tiene amantes. Cuando un hombre ataca es para defenderse....- Le increpó la sartén.
Clitemnestra se queda pensativa.
¿Será verdadera la acusación de la sartén?
¿Será el conde de montecristo todavía azul?
¿Habrá alguna vez acuerdos reales entre árabes e israelíes?
¿Ganará la copa europa el Inter de Milán?
¿Visitarán mi blog alguna vez más de cinco personas?
Su cabeza era un volcán.
Decidió hablar amorosamente con su marido. Después de lo cual hizo una de las cosas más inteligentes que -a veces- puede hacer una mujer inteligente: fingir estupidez. Pido perdón a las feministas.
Clitemnestra comenzó un curso intensivo de estética por correspondencia y ahora es una apasionada de la belleza. También ha leído todo el "kamasutra" y libros de Gabriela Hollander, el informe Hite y ha visto varias veces "Nueve semanas y media" ...llevando a la práctica el conocimiento adquirido, con su marido y así retornarle la felicidad amorosa.
Ahora, Agamenón está seguro del amor de su mujer. El único inconveniente es que agarró un agotamiento físico “de Padre y muy señor mío” y un lumbago galopante. Pero es un lumbago amoroso. Los mejores lumbagos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario