ENCONTRÉ EL OLIMPO BAJO MI CAMA
HADES , INFERNAL
Recibí un e-mail especial. Me invitaban a ver a Hades. Así que bajé al Tártaro, para verlo. Allí estaba él. Tranquilamente. En El Tártaro.
-Hola.
-Hola.
-¿Quién eres?
-Soy hijo de Cronos y Rea, llamado por los romanos Plutón.
-¿Por qué preferiste gobernar en el mundo subterráneo?
-Para ser sincero, no lo decidí. Me tocó. ¿No leíste antes que lo echamos a suertes?
-¿Y te gusta el infierno?
-Uno se acostumbra a todo. Y, no creas, hay buen rollo.
-¿Nunca sales de aquí?
-Claro que sí. No soy un topo. Incluso los topos salen. Subí para enamorar a mi esposa Perséfone, por ejemplo. Y nos casamos. Es más mona...La madre es un poco pelma. Pero ya sabes cómo son las suegras...
-Pues, no. No tengo suegra.
-Pues deberías. Tengo que decirte que a veces salgo a la superficie para ir de compras, ver a chicas monas y mis conquistas. Soy un seductor...
-¿Ya estamos con más de lo mismo?
-De todas formas también soy venerado también porque puedo conceder al hombre las riquezas terrenas. Y porque reino en el lugar al que van los difuntos.
Hades vivía en El Tártaro. Era un sitio siniestro. Se empezaba la visita en un bosque de álamos negros.
-Mira, esa es la laguna Estigia para llegar...-Me presentaba el dios.
-Allí hay un ciudadano.
-Claro.
-Hola. ¿Quién eres tú?-Pregunté.
-Me llamo Caronte, el barquero.
-¿Al pasar la barca me dijo el barquero, las niñas bonitas no pagan dinero? ¿Ese barquero?
-Claro que no. Yo recibo la moneda que cada difunto debe darme para llevarlo al otro mundo.
-O sea, ¿que además de morirse debían pagarte para que los llevaras? Eran unos pringaos.
-Como ahora, más o menos. Mira un poco más allá y te encontrarás a Cerbero.
-Hola, soy el portero. Me llamo Cerbero.
-Pues qué bien...- Era un monstruo que tiraba p´atrás. Un perro de tres cabezas, rodeado de serpientes. Ladraba de forma terrorífica y despedazaba al muerto que intentara salir.
-El Tártaro se divide en varios distritos...-El dios seguía haciendo de guía.
-Anda, como París.
-Sí. Los Campos Asfódelos, sitio donde llegan las almas pero sin experimentar ni penas ni alegrías. O sea están allí, aburridos, pero les da igual.
-¿Quieres sopa?
-Me da igual
-¿Te gusta jugar al parchís?
-Me da igual.
-¿Te purgo?
-Me da igual…
Que no hay agua, me da igual. Que no tengo café, me da igual. En fin...una vida muy anodina.
-Ahí tienes otra parte. Mi hogar...
Era el Erebo: el palacio donde vivía Hades y Perséfone. Como La Moncloa, pero sin nuestro presidente. Y más oscuro.
-Es muy apañado.
-Pues sí.
-¿Y aquello?
-Es El Tártaro. El sitio al que van las almas que son malas. Ahí sí las pasaban canutas. Demonios, mucho calor, frío, te pinchan por aquí, te muerden por allí, te cortan las orejas, te escupen en la barriga...
-¡¡Quita de ahí!!- Tuve que ponerme chula con un demonio que intentaba echarme un escupitajo.
-UUUUUHHH.
-¿Te traigo a un exorcista, so demonio? Yo tengo pase de prensa. Estoy de visita.
-Ah, vale. Haberlo dicho. No te explicas, y luego te quejas...
-Encima tendré que disculparme...
-Pues sería un detalle...
El dios le dijo que se fuera y el demonio se fue.
-Aquí tienes Los Jardines del Elíseo. Los Campos Elíseos…Sí, como París otra vez. Vienen las almas virtuosas. Está gobernado por Cronos. Ahí están los buenos.
Todo era bonito, lleno de flores, discotecas, ordenadores de última generación, gente guapa, diversiones, pasteles, amor...Lo pasaban estupendamente.
-¿Y esa isla?
-Es La isla de los bienaventurados, era para los que se han reencarnado tres veces y las tres han estado en el Elíseo.
Eso era ya el colmo. Era realmente el cielo. Hacían lo que querían. Se contaban las experiencias, eran felices y buenos. Daban largos paseos. Jugaban a las canicas, bebían zumos de frutas y comían verduras. Escuchaban música clásica. Meditaban. Se daban la paz varias veces al día...
-Menudo coñazo.
-Que no.
El Dios quiso presentarme a sus compadres.
-Son mis amigos. Los jueces: Minos, Radamantis y Eaco. Ellos deciden a donde van las almas. Con mi visto bueno, claro.-Hades dijo.
Minos y Radamantis eran hijos de Zeus y Europa. Eaco era hijo de Zeus y Egina. Se casó con una hija del centauro Quirón. Ya te hablamos luego. No te sofoques. Ten paciencia.
La pertenencia más querida para el dios es el yelmo que lo hace invisible, regalo de los cíclopes.
Hades no era muy guapo. Solía tener una mirada melancólica y una barba negra. No era afortunado en amores. ¿Quién iba a querer vivir con él en el mundo oscuro subterráneo?
Un día Hades estaba sentado al lado de la laguna Estigia, tirando piedras. Como era un dios cada piedra formaba unas olas de padre y muy señor mío. Un sunami.
-Caray con el dios...- Decía Caronte. La barca me ha volcado varias veces. Y tengo que recoger al difunto que se me queja. No recibo más que quejas. Qué diíta me está dando.
-¿Qué te pasa Hades?- Le preguntó un día su amigo Radamantis que pasaba por allí.
-Estoy depre.
-Vamos, eres un dios. Puedes tenerlo todo. Tienes que animarte.
-Estoy enamorado. He visto a la mujer de mi vida.
-Vaya con la papaya.
-El otro día quise ir de compras a la superficie. Estuve en el campo…
-¿En Alcampo…?
-No. En el campo… y vi a unas muchachas muy guapas que jugaban al lado de un lago. Me dejó flipado una de ellas. La quise invitar a algo pero me dijo que no. Me rechazó.
-Pues ráptala.- Aconsejó Radamantis.
-Pero no quiero que viva aquí obligada.
-¿Quién es la chica?
-He ido a mi base de datos en mi ordenador. Se llama Perséfone. Hija de Zeus y Deméter. Le gustan los helados de vainilla, el aeróbic, la música celta y los huevos con chorizo. Sus amigas son las oceánides.
-Caray con la base de datos.
A partir de ese día, Hades solía volver para verlas en secreto. Hades tomó una decisión.
Se dedicó a arreglarse lo más posible, hacer renovaciones en el palacio, comprar coches nuevos, cambiar todo para darle un cierto color femenino y volvió a la superficie.
Aprovechando un despiste de la chica, la raptó. Se la llevó con él a los infiernos.
-¿Qué haces so pavisoso?-Protestaba la muchacha.
-Te rapto. Pero sólo un poquito.
-Se lo diré a mi madre. Y te vas a enterar.
El primer día Perséfone estuvo enfadada. Y triste. No quería nada de lo que el dios le ofrecía. Ni joyas, ni platos maravillosos, ni el palacio. Nada la complacía.
Deméter su suegra armó la de san quintín. Como es lo normal. Y que luego contaremos.
Después del litigio con Deméter, se decidió que se la dejaría casada con Hades tres meses. Los otros nueve los pasaría en la tierra con su madre.
Perséfone, que los romanos la llamaban Proserpina, se acostumbraba a esta vida. Siguió las reformas en el palacio, empezó a darse cuenta de que Hades no era malo. Y que no estaba tan mal vivir en el mundo subterráneo.
Perséfone es fiel a Hades pero no quiere tener hijos con él. No quiere contacto con él. Cuando está en su compañía prefiere la compañía de su íntima amiga Hécate, diosa de las brujas.
-Tiene una amiga un poco rara. Siempre están juntas hablando de la liberación de la mujer y de lo bueno que es ser mujer.
-Raro, raro, raro...
-Me parece un poco marimacho. Su amiga, digo.
En el Erebo, palacio de Hades y Perséfone viven también las Erinias. Son más viejas que Zeus y se encargan de escuchar las quejas tontas de los mortales para luego castigarlas.
Ellas son como psicólogas pero con mucho cabreo. Sin embargo se reunían con la diosa Perséfone alrededor de la mesa camilla cada tarde a la hora del café. Se dedicaban a hacer punto y macramé.
-¿Cómo va todo, Perséfone?
-Bien. Mi marido hoy me ha regalado este reloj sumergible. Es mono.
-Sí. Qué bien. – una de las erinias comentaba.
-Hoy he tenido que escuchar semejantes tonterías...una supermodelo se quejó de que le estaba saliendo celulitis y que se le rompió un tacón cuando salía de su casa...
-¿Y qué hiciste?
-La escuché y le mandé un sarpullido en las nalgas. – Todas reían. Se lo pasaban bien.
Cuando Perséfone está con Hades, la tierra se queda fría y vacía. Cuando vuelve, todo florece y la primavera llega. Es muy sencillo.
-Hola.
-Hola.
-¿Quién eres?
-Soy hijo de Cronos y Rea, llamado por los romanos Plutón.
-¿Por qué preferiste gobernar en el mundo subterráneo?
-Para ser sincero, no lo decidí. Me tocó. ¿No leíste antes que lo echamos a suertes?
-¿Y te gusta el infierno?
-Uno se acostumbra a todo. Y, no creas, hay buen rollo.
-¿Nunca sales de aquí?
-Claro que sí. No soy un topo. Incluso los topos salen. Subí para enamorar a mi esposa Perséfone, por ejemplo. Y nos casamos. Es más mona...La madre es un poco pelma. Pero ya sabes cómo son las suegras...
-Pues, no. No tengo suegra.
-Pues deberías. Tengo que decirte que a veces salgo a la superficie para ir de compras, ver a chicas monas y mis conquistas. Soy un seductor...
-¿Ya estamos con más de lo mismo?
-De todas formas también soy venerado también porque puedo conceder al hombre las riquezas terrenas. Y porque reino en el lugar al que van los difuntos.
Hades vivía en El Tártaro. Era un sitio siniestro. Se empezaba la visita en un bosque de álamos negros.
-Mira, esa es la laguna Estigia para llegar...-Me presentaba el dios.
-Allí hay un ciudadano.
-Claro.
-Hola. ¿Quién eres tú?-Pregunté.
-Me llamo Caronte, el barquero.
-¿Al pasar la barca me dijo el barquero, las niñas bonitas no pagan dinero? ¿Ese barquero?
-Claro que no. Yo recibo la moneda que cada difunto debe darme para llevarlo al otro mundo.
-O sea, ¿que además de morirse debían pagarte para que los llevaras? Eran unos pringaos.
-Como ahora, más o menos. Mira un poco más allá y te encontrarás a Cerbero.
-Hola, soy el portero. Me llamo Cerbero.
-Pues qué bien...- Era un monstruo que tiraba p´atrás. Un perro de tres cabezas, rodeado de serpientes. Ladraba de forma terrorífica y despedazaba al muerto que intentara salir.
-El Tártaro se divide en varios distritos...-El dios seguía haciendo de guía.
-Anda, como París.
-Sí. Los Campos Asfódelos, sitio donde llegan las almas pero sin experimentar ni penas ni alegrías. O sea están allí, aburridos, pero les da igual.
-¿Quieres sopa?
-Me da igual
-¿Te gusta jugar al parchís?
-Me da igual.
-¿Te purgo?
-Me da igual…
Que no hay agua, me da igual. Que no tengo café, me da igual. En fin...una vida muy anodina.
-Ahí tienes otra parte. Mi hogar...
Era el Erebo: el palacio donde vivía Hades y Perséfone. Como La Moncloa, pero sin nuestro presidente. Y más oscuro.
-Es muy apañado.
-Pues sí.
-¿Y aquello?
-Es El Tártaro. El sitio al que van las almas que son malas. Ahí sí las pasaban canutas. Demonios, mucho calor, frío, te pinchan por aquí, te muerden por allí, te cortan las orejas, te escupen en la barriga...
-¡¡Quita de ahí!!- Tuve que ponerme chula con un demonio que intentaba echarme un escupitajo.
-UUUUUHHH.
-¿Te traigo a un exorcista, so demonio? Yo tengo pase de prensa. Estoy de visita.
-Ah, vale. Haberlo dicho. No te explicas, y luego te quejas...
-Encima tendré que disculparme...
-Pues sería un detalle...
El dios le dijo que se fuera y el demonio se fue.
-Aquí tienes Los Jardines del Elíseo. Los Campos Elíseos…Sí, como París otra vez. Vienen las almas virtuosas. Está gobernado por Cronos. Ahí están los buenos.
Todo era bonito, lleno de flores, discotecas, ordenadores de última generación, gente guapa, diversiones, pasteles, amor...Lo pasaban estupendamente.
-¿Y esa isla?
-Es La isla de los bienaventurados, era para los que se han reencarnado tres veces y las tres han estado en el Elíseo.
Eso era ya el colmo. Era realmente el cielo. Hacían lo que querían. Se contaban las experiencias, eran felices y buenos. Daban largos paseos. Jugaban a las canicas, bebían zumos de frutas y comían verduras. Escuchaban música clásica. Meditaban. Se daban la paz varias veces al día...
-Menudo coñazo.
-Que no.
El Dios quiso presentarme a sus compadres.
-Son mis amigos. Los jueces: Minos, Radamantis y Eaco. Ellos deciden a donde van las almas. Con mi visto bueno, claro.-Hades dijo.
Minos y Radamantis eran hijos de Zeus y Europa. Eaco era hijo de Zeus y Egina. Se casó con una hija del centauro Quirón. Ya te hablamos luego. No te sofoques. Ten paciencia.
La pertenencia más querida para el dios es el yelmo que lo hace invisible, regalo de los cíclopes.
Hades no era muy guapo. Solía tener una mirada melancólica y una barba negra. No era afortunado en amores. ¿Quién iba a querer vivir con él en el mundo oscuro subterráneo?
Un día Hades estaba sentado al lado de la laguna Estigia, tirando piedras. Como era un dios cada piedra formaba unas olas de padre y muy señor mío. Un sunami.
-Caray con el dios...- Decía Caronte. La barca me ha volcado varias veces. Y tengo que recoger al difunto que se me queja. No recibo más que quejas. Qué diíta me está dando.
-¿Qué te pasa Hades?- Le preguntó un día su amigo Radamantis que pasaba por allí.
-Estoy depre.
-Vamos, eres un dios. Puedes tenerlo todo. Tienes que animarte.
-Estoy enamorado. He visto a la mujer de mi vida.
-Vaya con la papaya.
-El otro día quise ir de compras a la superficie. Estuve en el campo…
-¿En Alcampo…?
-No. En el campo… y vi a unas muchachas muy guapas que jugaban al lado de un lago. Me dejó flipado una de ellas. La quise invitar a algo pero me dijo que no. Me rechazó.
-Pues ráptala.- Aconsejó Radamantis.
-Pero no quiero que viva aquí obligada.
-¿Quién es la chica?
-He ido a mi base de datos en mi ordenador. Se llama Perséfone. Hija de Zeus y Deméter. Le gustan los helados de vainilla, el aeróbic, la música celta y los huevos con chorizo. Sus amigas son las oceánides.
-Caray con la base de datos.
A partir de ese día, Hades solía volver para verlas en secreto. Hades tomó una decisión.
Se dedicó a arreglarse lo más posible, hacer renovaciones en el palacio, comprar coches nuevos, cambiar todo para darle un cierto color femenino y volvió a la superficie.
Aprovechando un despiste de la chica, la raptó. Se la llevó con él a los infiernos.
-¿Qué haces so pavisoso?-Protestaba la muchacha.
-Te rapto. Pero sólo un poquito.
-Se lo diré a mi madre. Y te vas a enterar.
El primer día Perséfone estuvo enfadada. Y triste. No quería nada de lo que el dios le ofrecía. Ni joyas, ni platos maravillosos, ni el palacio. Nada la complacía.
Deméter su suegra armó la de san quintín. Como es lo normal. Y que luego contaremos.
Después del litigio con Deméter, se decidió que se la dejaría casada con Hades tres meses. Los otros nueve los pasaría en la tierra con su madre.
Perséfone, que los romanos la llamaban Proserpina, se acostumbraba a esta vida. Siguió las reformas en el palacio, empezó a darse cuenta de que Hades no era malo. Y que no estaba tan mal vivir en el mundo subterráneo.
Perséfone es fiel a Hades pero no quiere tener hijos con él. No quiere contacto con él. Cuando está en su compañía prefiere la compañía de su íntima amiga Hécate, diosa de las brujas.
-Tiene una amiga un poco rara. Siempre están juntas hablando de la liberación de la mujer y de lo bueno que es ser mujer.
-Raro, raro, raro...
-Me parece un poco marimacho. Su amiga, digo.
En el Erebo, palacio de Hades y Perséfone viven también las Erinias. Son más viejas que Zeus y se encargan de escuchar las quejas tontas de los mortales para luego castigarlas.
Ellas son como psicólogas pero con mucho cabreo. Sin embargo se reunían con la diosa Perséfone alrededor de la mesa camilla cada tarde a la hora del café. Se dedicaban a hacer punto y macramé.
-¿Cómo va todo, Perséfone?
-Bien. Mi marido hoy me ha regalado este reloj sumergible. Es mono.
-Sí. Qué bien. – una de las erinias comentaba.
-Hoy he tenido que escuchar semejantes tonterías...una supermodelo se quejó de que le estaba saliendo celulitis y que se le rompió un tacón cuando salía de su casa...
-¿Y qué hiciste?
-La escuché y le mandé un sarpullido en las nalgas. – Todas reían. Se lo pasaban bien.
Cuando Perséfone está con Hades, la tierra se queda fría y vacía. Cuando vuelve, todo florece y la primavera llega. Es muy sencillo.
1 comentario:
Interesante actualización de Hades y su relación con Perséfone, creo que es un buen intento de grabarse tantos nombres y que es lo que hacen.
Saludos Irma
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