5. ZEUS, PADRE Y SEÑOR
-Me siento ahora tan bien....-Hablaba Zeus.
Su poder no tenía igual. Era el señor de todas las cosas y su período de mandato fue definitivo. Era un buen mozo. Tenía carisma, hablaba bien, se disfrazaba de lo que hiciera falta, y tenía una gran preparación.
Los curetes, la cabra Amaltea, el dios Pan...le prepararon para eso. Creo que se hizo abogado. De ahí su sagacidad. Y a menudo su mala leche. Solía conseguir lo que se proponía y era muy lujurioso.
-Pero me caso.
-¿Con?-Preguntó su hermano Poseidón.
-Hera.
-Es tu hermana.
-Y la tuya.
-Ya te digo.
Con ella tuvo a Hefesto, Hebe y Ares. Fue un matrimonio de conveniencia pero la diosa no lo entendió así. Era muy celosa.
-¿¿Hera…era…??
-Pues sí…redundante.
Las disputas en el matrimonio se sucedían. La esposa diosa era posesiva y también celosa. Estaba realmente enamorada de su marido. O creía estarlo.
Pero a Zeus le gustaba salir, divertirse, tener sexo, comer bien, beber bien, los chismes, los reality shows, las canciones divertidas...era como dicen los franceses “un bon vivant”.
“Y es que yo ...amo a la vida, amo el amor....soy un truhán, soy un señor....algo bohemio y soñador....”, cantaba el dios de vez en cuando...
Si se enamoraba, o si se encaprichaba de alguien, lo conseguía por todos los medios.
-Y tuvo tantos caprichos...yo soy Deméter. Una de sus hermanas. Conmigo tuvo a Perséfone.
-Qué fuerte. ¿Te pasa una pensión?
-Es un buen padre. Y un amante genial.
-Un aplauso para Zeus....
-Yo soy Temis. Y conmigo tuvo a mis hijas las Horas.
-Soy Metis. Madre de Atenea. Ya te contaré de mí unas páginas más allá.
-Soy la mamá de los mellizos Apolo y Artemisa. Me llamo Leto.
-Mi nombre es Dione. De una noche de amor apasionada conmigo nació Afrodita.
-La pasión también la tuvo conmigo, la madre de Dionisos. Sémele.
-Vale, vale...Y tuve más romances...-Zeus intentó disculparse y darse a conocer.
-Es una máquina del sexo...-Dijo fascinada Dione.
-Tan sexy...-Apuntó Leto.
-Gracias. Todas sois muy especiales para mí. No olvidéis que soy un padre muy responsable. También.
-Sí. Reconoce a sus hijos. Y a sus mujeres nos pasa una buena pensión.
-O nos transforma.
-Nos hace constelaciones.
-Nos come....-Se atrevió tímida la madre de Atenea.
Al dios le gustaba mucho disfrazarse. El transformismo. Se transformaba. En lo que hiciera falta. Sí, tenía algo de drag queen. O de Mortadelo.
Ya cuando era el dios padre tuvo un problema. Quisieron los gigantes apoderarse del cielo en una lucha llamada gigantomaquia.
-¿Ya hablaste de eso antes, no?-Mi ordenador quiso saber.
-Sí. Pero ahora voy a profundizar.
-Pues te escucho.
Avanzaron por el cielo hasta alcanzar el Olimpo. Una vez allí sorprendieron a los dioses en un banquete. Todos se atemorizaron.
-¿Y esos zafios? Ni siquiera son vips. ¿Qué hacen aquí?
-¿Son paparazzi?
-¡¡Que los echen!! ¡¡Seguratas!!-Gritó Zeus.
-¿Has visto qué modelos horribles llevan? ¡Ni llevan ropa de marca ni nada!!
-¡¡Ahora veréis, so pijos!!-Gritaron los gigantes.
-¡¡Estos vienen en serio!! ¡¡Sálvese quien pueda!!- Gritó Zeus.
Salieron y se escondieron. Decidieron disfrazarse. Zeus se disfrazó de carnero, Apolo de cuervo, Dionisos de macho cabrío, Artemisa de gata, Hera de ternera, Afrodita de pez, Hermes de ibis....en fin, salieron y huyeron a Egipto.
-Caray. Pensábamos que esto era el Olimpo. Y parece un safari por Kenya. Cuánto bicho.- Los gigantes se sorprendieron.
-¿Dónde están los dioses?
-Pero por lo menos han dejado la mesa llena de comida...
Los gigantes no eran muy despiertos. Estuvieron en el Olimpo. Vieron todo aquello. Vacío.
-Comamos y bebamos. Disfrutemos un poco de esto...
-¡Qué bueno está todo!
-¡Tienen karaoke!
-Y un jacuzzi....
-Qué guay....
Allí estuvieron. Pasaron un tiempo. Sin embargo para los dioses…Egipto estaba bien pero no era El Olimpo.
-Estoy harta de tanto cocodrilo...-Decía Hera.
-Me dejé allí mi crema exfoliante. Y mi rizador de pestañas...Y aquí no hay buenos masajistas. –Afrodita se quejaba amargamente.
-Vale...Nos volveremos.
-Yo iré a ver cómo está el patio....-Dionisos con su disfraz de macho cabrío salía para allá.
-Macho cabrío, o sea de cabr…
-Que sí, ya me lo contarás luego…Me voy. Vaya disfraz más cutre…
Se fue para allá y se dio cuenta de que todo estaba desorganizado, sucio, oliendo a tabaco, tequila...
Los gigantes estaban desparramados, delante de la pantalla de plasma gigantesca, viendo un culebrón venezolano. Entre el alcohol, el tabaco, la pringá del cocido...no podían moverse.
Dionisos cogió su móvil y llamó a Zeus.
-Estos están atontaos. Todo preparado para que lleguéis. Cambio.
-Vale. Pero estás hablando conmigo no con la jefatura de policía. Vamos para allá.
-No olvides llevar tu égida.
-¿Mi qué?
-Lo que yo te fabriqué, la piel de cabra…-Respondía Hefesto.
Gracias a la Égida, piel de cabra escamosa rodeada de serpientes, que fabricó Hefesto para servir de escudo y coraza a Zeus. Se le consideraba el escudo de Atenea.
Dicha Égida tenía en el centro la cabeza de Medusa. Era un arma ofensiva para todo el que la mirara ya que después de contemplarla se quedaban de piedra.
Hay otra teoría que dice que Egida era un monstruo que mató Atenea y con su piel se hizo un escudo.
-¡¡Aquí estamos!!
-¡¡Al ataqueeeee!!- Gritó Apolo.
-¡¡Mira qué chulo el escud...!!-Uno de los gigantes iba a decir.
-¡¡Te quedaste de piedra!! ¿Qué es es....?
-Otro de piedra...
Y así uno por uno. Recibían su merecido para que se fueran del lugar de los dioses.
En fin, que gracias a la Egida, los disfraces y que los gigantes eran un poco bobos, fueron derrotados y los dioses volvieron al Olimpo.
Los gigantes fueron mandados al Tártaro y algunos que escaparon viven debajo de las montañas como el Etna.
-Muchos nos quedamos de piedra. Y ahora somos rocas.
-Es verdad.
-Mola mazo.
-Sí. Menos da una piedra...
Su poder no tenía igual. Era el señor de todas las cosas y su período de mandato fue definitivo. Era un buen mozo. Tenía carisma, hablaba bien, se disfrazaba de lo que hiciera falta, y tenía una gran preparación.
Los curetes, la cabra Amaltea, el dios Pan...le prepararon para eso. Creo que se hizo abogado. De ahí su sagacidad. Y a menudo su mala leche. Solía conseguir lo que se proponía y era muy lujurioso.
-Pero me caso.
-¿Con?-Preguntó su hermano Poseidón.
-Hera.
-Es tu hermana.
-Y la tuya.
-Ya te digo.
Con ella tuvo a Hefesto, Hebe y Ares. Fue un matrimonio de conveniencia pero la diosa no lo entendió así. Era muy celosa.
-¿¿Hera…era…??
-Pues sí…redundante.
Las disputas en el matrimonio se sucedían. La esposa diosa era posesiva y también celosa. Estaba realmente enamorada de su marido. O creía estarlo.
Pero a Zeus le gustaba salir, divertirse, tener sexo, comer bien, beber bien, los chismes, los reality shows, las canciones divertidas...era como dicen los franceses “un bon vivant”.
“Y es que yo ...amo a la vida, amo el amor....soy un truhán, soy un señor....algo bohemio y soñador....”, cantaba el dios de vez en cuando...
Si se enamoraba, o si se encaprichaba de alguien, lo conseguía por todos los medios.
-Y tuvo tantos caprichos...yo soy Deméter. Una de sus hermanas. Conmigo tuvo a Perséfone.
-Qué fuerte. ¿Te pasa una pensión?
-Es un buen padre. Y un amante genial.
-Un aplauso para Zeus....
-Yo soy Temis. Y conmigo tuvo a mis hijas las Horas.
-Soy Metis. Madre de Atenea. Ya te contaré de mí unas páginas más allá.
-Soy la mamá de los mellizos Apolo y Artemisa. Me llamo Leto.
-Mi nombre es Dione. De una noche de amor apasionada conmigo nació Afrodita.
-La pasión también la tuvo conmigo, la madre de Dionisos. Sémele.
-Vale, vale...Y tuve más romances...-Zeus intentó disculparse y darse a conocer.
-Es una máquina del sexo...-Dijo fascinada Dione.
-Tan sexy...-Apuntó Leto.
-Gracias. Todas sois muy especiales para mí. No olvidéis que soy un padre muy responsable. También.
-Sí. Reconoce a sus hijos. Y a sus mujeres nos pasa una buena pensión.
-O nos transforma.
-Nos hace constelaciones.
-Nos come....-Se atrevió tímida la madre de Atenea.
Al dios le gustaba mucho disfrazarse. El transformismo. Se transformaba. En lo que hiciera falta. Sí, tenía algo de drag queen. O de Mortadelo.
Ya cuando era el dios padre tuvo un problema. Quisieron los gigantes apoderarse del cielo en una lucha llamada gigantomaquia.
-¿Ya hablaste de eso antes, no?-Mi ordenador quiso saber.
-Sí. Pero ahora voy a profundizar.
-Pues te escucho.
Avanzaron por el cielo hasta alcanzar el Olimpo. Una vez allí sorprendieron a los dioses en un banquete. Todos se atemorizaron.
-¿Y esos zafios? Ni siquiera son vips. ¿Qué hacen aquí?
-¿Son paparazzi?
-¡¡Que los echen!! ¡¡Seguratas!!-Gritó Zeus.
-¿Has visto qué modelos horribles llevan? ¡Ni llevan ropa de marca ni nada!!
-¡¡Ahora veréis, so pijos!!-Gritaron los gigantes.
-¡¡Estos vienen en serio!! ¡¡Sálvese quien pueda!!- Gritó Zeus.
Salieron y se escondieron. Decidieron disfrazarse. Zeus se disfrazó de carnero, Apolo de cuervo, Dionisos de macho cabrío, Artemisa de gata, Hera de ternera, Afrodita de pez, Hermes de ibis....en fin, salieron y huyeron a Egipto.
-Caray. Pensábamos que esto era el Olimpo. Y parece un safari por Kenya. Cuánto bicho.- Los gigantes se sorprendieron.
-¿Dónde están los dioses?
-Pero por lo menos han dejado la mesa llena de comida...
Los gigantes no eran muy despiertos. Estuvieron en el Olimpo. Vieron todo aquello. Vacío.
-Comamos y bebamos. Disfrutemos un poco de esto...
-¡Qué bueno está todo!
-¡Tienen karaoke!
-Y un jacuzzi....
-Qué guay....
Allí estuvieron. Pasaron un tiempo. Sin embargo para los dioses…Egipto estaba bien pero no era El Olimpo.
-Estoy harta de tanto cocodrilo...-Decía Hera.
-Me dejé allí mi crema exfoliante. Y mi rizador de pestañas...Y aquí no hay buenos masajistas. –Afrodita se quejaba amargamente.
-Vale...Nos volveremos.
-Yo iré a ver cómo está el patio....-Dionisos con su disfraz de macho cabrío salía para allá.
-Macho cabrío, o sea de cabr…
-Que sí, ya me lo contarás luego…Me voy. Vaya disfraz más cutre…
Se fue para allá y se dio cuenta de que todo estaba desorganizado, sucio, oliendo a tabaco, tequila...
Los gigantes estaban desparramados, delante de la pantalla de plasma gigantesca, viendo un culebrón venezolano. Entre el alcohol, el tabaco, la pringá del cocido...no podían moverse.
Dionisos cogió su móvil y llamó a Zeus.
-Estos están atontaos. Todo preparado para que lleguéis. Cambio.
-Vale. Pero estás hablando conmigo no con la jefatura de policía. Vamos para allá.
-No olvides llevar tu égida.
-¿Mi qué?
-Lo que yo te fabriqué, la piel de cabra…-Respondía Hefesto.
Gracias a la Égida, piel de cabra escamosa rodeada de serpientes, que fabricó Hefesto para servir de escudo y coraza a Zeus. Se le consideraba el escudo de Atenea.
Dicha Égida tenía en el centro la cabeza de Medusa. Era un arma ofensiva para todo el que la mirara ya que después de contemplarla se quedaban de piedra.
Hay otra teoría que dice que Egida era un monstruo que mató Atenea y con su piel se hizo un escudo.
-¡¡Aquí estamos!!
-¡¡Al ataqueeeee!!- Gritó Apolo.
-¡¡Mira qué chulo el escud...!!-Uno de los gigantes iba a decir.
-¡¡Te quedaste de piedra!! ¿Qué es es....?
-Otro de piedra...
Y así uno por uno. Recibían su merecido para que se fueran del lugar de los dioses.
En fin, que gracias a la Egida, los disfraces y que los gigantes eran un poco bobos, fueron derrotados y los dioses volvieron al Olimpo.
Los gigantes fueron mandados al Tártaro y algunos que escaparon viven debajo de las montañas como el Etna.
-Muchos nos quedamos de piedra. Y ahora somos rocas.
-Es verdad.
-Mola mazo.
-Sí. Menos da una piedra...
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