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domingo, 15 de diciembre de 2013

Un obispo argentino pide perdón por la pederastia en la Iglesia

Un obispo argentino pide perdón por la pederastia en la Iglesia

Juan pasó 10 años de su infancia, entre los siete y los 16, internado en el Hogar San Juan Diego de la diócesis de San Isidro, una alcaldía ubicada al norte de la periferia de Buenos Aires Allí estaba al cuidado del párroco Juan Antonio Mercau, un cuarentón que cada noche escogía a uno de los pupilos para satisfacer su pedofilia.
"Siempre aparecía a medianoche -contó la víctima, ahora de 22 años-. Tenía horario fijo. Entonces, yo me tapaba en la cama y me hacía el dormido. Ni respiraba. Pero él tenía un día para cada uno: todos sabíamos qué día nos tocaba ser abusados. Estábamos clasificados. Venía y se acercaba a tu cama y te empezaba a tocar la pierna. Esa era la señal para que vayas a su cuarto".
Gracias a la valentía de Juan y tres compañeros suyos dentro de aquel infierno, que se atrevieron a querellar al sacerdote pederasta y pidieron 30 años de encierro, la Justicia lo condenó en 2011 aunque a una pena muy inferior, 14 años de cárcel. Los cargos fueron "sometimiento sexual agravado por acceso carnal en forma continuada".
"Puedo recordar exactamente cada detalle de cada uno de los días que abusó de mí. Cada día, desde los 7 hasta los 16 años", dijo Juan, en declaraciones a rostro cubierto que hizo al diario Clarín.

Indemnización

Pasado aquel proceso penal, la diócesis de San Isidro, de la que dependía el hogar dirigido por Mercau, y los abogados de las víctimas pactaron la cuantía de la indemnización monetaria que la Iglesia abonaría a las cuatro víctimas. Nunca trascendió a cuánto asciende esa suma en metálico.
Para reunir aquel dinero, el obispo sanisidrense Oscar Ojea ha dispuesto la venta de bienes inmuebles de la curia. Y en un gesto sin precedentes en Argentina ha asumido la responsabilidad del obispado pidiendo perdón públicamente durante la misa de este domingo en la catedral de San Isidro.
"Las secuelas que deja el abuso sexual en el futuro de los niños y de los jóvenes no se pueden medir. Su vida vincular y afectiva queda lastimada en lo más hondo por la violación de su intimidad", reza el comunicado del religioso.
El obispo a la vez se refiere críticamente a su discípulo. "La conducta del que abusa también hiere a todo el cuerpo de Cristo y quiebra la confianza en la comunidad". "Este mal causado nos hace experimentar un vivo dolor como miembros de la Iglesia", concluyó.

En la línea del Papa

Este golpe de timón de Ojea dentro de la Iglesia argentina sigue la dirección indicada hace dos semanas por el Papa Francisco. Ha dicho públicamente que tiene presente en sus oraciones a "las víctimas de los abusos sexuales y a sus familias" y deseó para ellos su "compasión".
Sin embargo, el Vaticano todavía no ha finalizado el proceso canónico para juzgar dentro de la Iglesia a Mercau y otro compañero suyo de 'andanzas'. Se trata de su actual colega de prisión, el cura Julio César Grassi, condenado a 15 años de encierro por otros casos de abuso sexual de chicos a su cargo.
También en la diócesis de Quilmes, al sur del cinturón urbano bonaerense, ha habido otro sacerdote violador de niños y la justicia condenó a la Iglesia a indemnizar a las víctimas. En Alemania, Irlanda y los Estados Unidos, la Iglesia ha indemnizado a víctimas de curas pederastas.
Durante los 12 años que pasó de cardenal primado de Argentina antes de sentarse en el trono de Pedro, el Papa Francisco conoció de cerca los escándalos de sexo. Y tuvo que vérselas con varios súbditos protagonistas de escándalos de portada en los periódicos.
El caso más grave ha sido el arzobispo de la provincia de Santa Fe en los años '90, Edgardo Storni, 'número tres' de la Iglesia argentina, que protagonizó un escándalo de abuso sexual contra al menos 45 seminaristas.
Más morbo y periodismo amarillo ha cosechado quien era obispo de la ciudad de Santiago del Estero, Juan Carlos Maccarone. No es frecuente ver por televisión a un purpurado de 64 años en pleno juego sexual con un 'taxi boy' de 23.
Otro caso muy sonado ha sido el de Fernando María Bargalló, quien fuera obispo de Merlo y titular de Cáritas latinoamericana pero que terminó expulsado en forma exprés de la diócesis luego de que le pillaran 'in fraganti' con una señora retozando en las playas doradas del caribe mexicano, en Oaxaca.
 
 http://www.elmundo.es/internacional/2013/12/15/52adc73422601d08088b4570.html
 

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