A las puertas de la leyenda
Ni siquiera un despiste en el octavo juego del tercer set, el encuentro ya casi resuelto, deshizo el encanto, el momento zen de Rafael Nadal. El número uno del mundo, un tipo de costumbres, se saltó el ritual, olvidó cambiar su raqueta cuando marcaba el guión y fue justo entonces cuando Mikhail Youzhny obtuvo su primer y único 'break' del duelo, el segundo que encaja el balear en todo el torneo tras 90 intentos. Un pequeño sobresalto, insignificante, en su despejado camino hacia la final más deseada, la última frontera, la que le separa de la leyenda. Y llama a la puerta de Nueva York sin ceder un set tras liquidar a su última víctima por 6-2, 6-3 y 6-4, en dos horas y 13 minutos. [Narración y estadísticas]
Fred Perry y Donald Budge, los dos primeros tenistas capaces de completar el Grand Slam hace más de 70 años, también debieron ajustar su juego para convertirse en mitos. Entonces no les condicionó la superficie -sólo hierba y tierra en aquellos años- sino la táctica. Golpeando antes a la bola, aún en trayectoria ascendente, su tenis ganó en agresividad, en presión, y ya nadie los pudo parar. Hoy ese tipo de ejecución, ideal en una pista rápida, representa una de las mayores virtudes de Youzhny y hubo un tiempo en que supuso uno de los mayores problemas para Nadal. Hoy es otra cosa. Youzhny, Blake o Berdych, ejemplos de anticipación, hace mucho que dejaron de intimidar al balear.Nadal, como Perry o Budge, ha sabido variar su estrategia y rectificar sus vicios técnicos. A su derecha demoledora y a su enorme capacidad de desplazamiento, suficiente para ganar Roland Garros, ha ido sumando un revés cruzado ganador, un cortado defensivo, mayor atrevimiento en la red y un servicio más plano y variado, en un principio basado siempre en porcentajes. Con estos recursos conquistó Wimbledon. Ahora, con una nueva empuñadura para el primer servicio y una reducción más drástica aún de su 'liftado', el US Open también es posible. Nadal juega con mayor riesgo sobre el cemento, se olvida de los porcentajes y busca el 'ace', el punto corto, siempre sobre la línea, sin ceder un sólo metro al rival.
Así desplumó a Youzhny a pesar de cometer 19 errores no forzados y jugar con su primer servicio en el 65% de las ocasiones. Aun así, sólo perdió 19 puntos con el saque y concedió apenas dos opciones de 'break'; acumuló 23 golpes ganadores y se atrevió a volear hasta en 23 ocasiones. Números de jugador de pista dura. Más riesgo, mayor contundencia. Nadal obtuvo ventaja en cada set antes de llegar al tramo decisivo y sólo el error en el octavo juego del tercer parcial, con Youzhny en plan suicida, jugándosela en cada golpe, le obligó a pisar de nuevo el acelerador. Inmediatamente recuperó el 'break' y sacó para firmar la victoria.
Asimilados los nuevos conceptos sin renunciar a su naturaleza, a Nadal le delata su sonrisa, franca y sincera, plena, de alguien que se siente fuerte, indestructible, la confianza inflada, la satisfacción por el trabajo bien hecho. También la planificación de un curso que le ha permitido ganar ya dos 'grandes' (Roland Garros y Wimbledon) y mantener su dominio absoluto en la 'arcilla' sin llegar agotado, lesionado, deprimido, a la última gran cita del calendario (Copa Masters aparte, otro título importante que se le resiste).
Más entero que nunca, Nadal aspira el domingo a su novena gran corona, a convertirse también, a los 24 años, en el segundo tenista más joven (Budge lo logró un día como hoy de 1938 con 22 años) con los cuatro 'majors' en su palmarés, el séptimo en la Historia tras Perry, Budge, Roy Emerson, Rod Laver, Andre Agassi y Roger Federer. Desde Laver en 1969 nadie gana tres Slams consecutivos en un mismo ejercicio.
Nadal será el cuarto español presente en la final del US Open tras Manuel Santana (1965), Manuel Orantes (1975) y Juan Carlos Ferrero (2003). Los dos primeros ganaron, el primero sobre hierba (a Cliff Drysdale) y el segundo en tierra (a Jimmy Connors), en las antiguas instalaciones de Forest Hills, mientras que Ferrero cayó ante Andy Roddick ya en Flushing Meadows, sobre pista dura.
Djokovic, el rival (ver cara a cara)
El orgasmo, el éxtasis neoyorquino, se quedó a medias, insatsifecho, horas más tarde. Lo interrumpió Novak Djokovic al eliminar a Roger Federer -seis finales consecutivas en Nueva York- en tres horas y 44 minutos de juego, por 5-7, 6-1, 5-7, 6-2 y 7-5, e impedir así la final más atractiva de estos tiempos, que aún se resiste a una cita Nueva York. Federer no se mostraba tan irregular desde la primavera. El verano de Norteamérica y su nueva colaboración con Paul Annacone le devolvieron su mejor juego, aunque siempre a rachas, suficiente para conservar la corona en Cincinnati y alcanzar la final en Canadá. No para reconquistar el US Open, cedido a Del Potro el curso anterior. Tras sumar su decimosexto Slam en Australia el pasado invierno, el suizo ha desaparecido de las tres últimas grandes finales. Algo está cambiando en el circuito, y esta vez de verdad.Nadal y Djokovic nunca se han medido en el US Open. Lo harán por primera vez cuando menos se les esperaba. Al menos en la víspera del torneo. Nadal, sin ritmo ni pulso, descoordinado sobre el cemento en los Mastres 1.000 previos, deslumbra con su nueva agresivisdad, con sus saques a 210 km/h, con sus nuevas cualidades de jugador de pista dura. Djokovic, a vueltas con su saque todo el año, afectado desde hace tiempo por el mal de altura, por la presión que supone tener que ganar un día y también al siguiente, resurge en Flushing Meadows y se planta en su segunda gran final -ganó la primera en Australia 2008 a Jo-Wilfied Tsonga-. Ha perdido 14 veces ante Nadal y ha ganado siete. Pero cuidado: los tres últimos cruces, todos sobre pista rápida, se los apuntó el serbio. Nadal no le gana en esta superficie desde las semifinales de los JJOO de Pekín.
Clijsters revalida el título
La final femenina estuvo precedida por un homenaje a las víctimas de los atentados del 11 de septiembre de 2001. La veterana vocalista de soul Chaka Khan cantó frente a una emocionada multitud mientras se celebraba un desfile militar rindiendo tributo a la bandera.
Retirada durante dos años, entre 2006 y 2008, Kim Clijsters revalidó el título conquistado en 2009, haciéndose con el tercer Abierto de Estados Unidos de su carrera tras vencer por 6-2, 6-1. La última jugadora que defendió con éxito la copa fue Venus Williams, derrotada en esta edición por la belga en semifinales, en 2001.La victoria la sitúa como quinta del mundo y reivindica el poder de la vieja escuela. Es su sexta victoria ante Zvonareva en ocho partidos. La rusa, que perdió ante Serena Williams la final de Wimbledon, deberá seguir esperando.
http://www.elmundo.es/elmundodeporte/2010/09/11/tenis/1284217051.html
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