“Encontré el Olimpo bajo mi cama” es un libro que presenta a la mitología griega bajo un punto de vista cercano.
“Muchas veces ayudó una broma donde la seriedad solía oponer resistencia”, decía Platón.
La novela va dirigida tanto a personas jóvenes como a personas adultas. Es para aficionados a la mitología y a quienes nunca la comprendieron. Para amantes de la literatura como para apasionados del humor.
Sara González Villegas.
BIENVENIDOS AL OLIMPO
sábado, 25 de mayo de 2019
Casi el 50% de las máquinas contra el cáncer donadas por Amancio Ortega, paralizadas por la burocracia
Cerca
del 50% de los aparatos médicos comprados con los 309 millones de euros
donados por el sexto hombre más rico del mundo aún no se han puesto en
marcha por problemas administrativos.
Acelerador lineal de electrones donado por Ortega para el Complejo Hospitalario de Torrecárdenas, en Almería.
JDA
«limosna» de 309 millones de euros, la de Amancio Ortega, el fundador de Inditex, según Pablo Iglesias. Esta donación
del sexto hombre más rico del mundo está sufragando la adquisición de
más de 440 equipos para el diagnóstico y el tratamiento del cáncer en
hospitales públicos de toda España. Mamógrafos digitales, resonancias
magnéticas, aceleradores lineales, braquiterapia... De hecho, entre el
personal de los hospitales y de las consejerías de sanidad, todo este
material es ya conocido como los amancios. De estos, algo más del 50% se encuentran a pleno rendimiento, tratando a miles de pacientes
con distintos tipos de tumores y reduciendo así las listas de espera y
los procesos de curación. Sin embargo, la otra mitad de los equipos aún
están en proceso de instalación o de compra o licitación. Los tiempos se
ralentizan. El caso más llamativo es el de Galicia. Aun siendo
la primera autonomía que firmó un acuerdo con la Fundación Amancio
Ortega -en octubre de 2015 por 16,7 millones-, no terminará de instalar y
poner en marcha los nuevos equipos contra el cáncer hasta 2021, seis
años después. Andalucía siguió sus pasos en mayo de 2016. Hoy, tras tres años de andadura, sólo el 51% de la tecnología está en funcionamiento
y no se prevé completar la tarea pendiente hasta 2020. Ahora que
también las demás autonomías (incluyendo las ciudades autónomas de Ceuta
y Melilla) están incluidas en este programa de apoyo a la oncología
pública desde 2017, se puede decir que sólo en cuatro (Asturias,
Cantabria, La Rioja y Navarra), el 100% de sus nuevas adquisiciones para
el diagnóstico y el tratamiento del cáncer están operativas.
En
el resto, el horizonte se sitúa a mediados del año que viene. ¿Cuáles
son las razones? Para empezar, aseguran fuentes de la propia Consejería
de Sanidad andaluza, «la instalación de gran parte de esta tecnología se hace de forma progresiva,
siguiendo los parámetros del Consejo de Seguridad Nuclear». Coincide
Alejo Miranda de Larra, director general de infraestructuras sanitarias
de la Comunidad de Madrid: «A partir del compromiso firmado con la
Fundación Amancio Ortega, las comunidades preparamos una licitación
pública, lo que supone alrededor de un año. Una vez se pasan todos los
consejos de gobierno, se reciben ofertas de distintas empresas,
evaluamos el cumplimiento de los requisitos establecidos y se adjudican
los contratos. Como cualquier concurso público, lleva alrededor de ocho
meses». A esta farragosa burocracia, a veces se suma una
complicación más: las reclamaciones sobre las adjudicaciones por vía
contencioso-administrativa. Es precisamente esta circunstancia la que está retrasando cuatro sistemas de radioterapia
-alineadores lineales de electrones- en cuatro hospitales de
Extremadura (Cáceres, Mérida, Virgen del Puerto de Plasencia y Badajoz). Pero lo que más retraso produce, argumenta Miranda de Larra, «son los permisos necesarios del Consejo de Seguridad Nuclear.
Con estas donaciones, todas las comunidades autónomas están solicitando
autorizaciones para la puesta en marcha de muchos de los equipamientos
donados y, aunque estén instalados, no puede funcionar. Estos permisos
son muy delicados». Además, los encargos se hacen a medida, cada
equipo tiene un tamaño diferente y algunos procesos de instalación
resultan complejos, requieren la construcción de un búnker, tiempos de
pruebas y calibración. No obstante, con las cuentas actuales, aún
quedan varios concursos por finalizar. Por ejemplo, en Castilla y León
hay tres aceleradores lineales pendientes de licitar. Se prevé que uno
de ellos, el del Complejo Asistencial Universitario de León, se oferte a
lo largo de este año y los otros dos -en Salamanca y Valladolid-, en
2020. Cabe recordar que el programa de apoyo a la oncología pública
finalizará en 2021. No es la Fundación Amancio Ortega la encargada
de definir las necesidades de compra. Cada comunidad autónoma
identifica las deficiencias y toma decisiones sobre las adquisiciones
que deben realizarse en determinados servicios oncológicos. Una vez
firmado el protocolo de colaboración, se preparan los concursos públicos
para que diferentes empresas puedan presentarse en condiciones de
igualdad de la Ley de Contratos y cuando ya se han finalizado las adjudicaciones, se realiza la compra. En este momento, la Fundación Amancio Ortega transfiere los importes. Cantidades
que sumadas se traducen en más de 440 equipos de última generación «que
tendrán un impacto inmediato en los pacientes con cáncer», según
apuntan especialistas de la Sociedad Española de Oncología Médica
(SEOM). Se trata de «una cuantiosa donación para la compra de tecnología
diagnóstica y terapéutica en los hospitales públicos de España que
mejorará las posibilidades de curación de los afectados por cáncer».
Según
datos de la Sociedad Española de Oncología Radioterápica (SEOR), antes
de la aportación del padre de Inditex, unos 20 hospitales públicos en
España disponían de la radioterapia estereotáctica de cuerpo. Dos años
después de su anuncio, más de 70 hospitales cuentan con esta tecnología.
Se trata de un sistema avanzado que reduce el tratamiento de pacientes
con cáncer de 35 a cinco días. En definitiva, a pesar de las críticas de Podemos, los 309 millones de euros de Amancio Ortega han logrado triplicar los equipos de radioterapia
avanzada en los hospitales públicos de todas las autonomías, sean del
color que sean. De ahí, los numerosos testimonios dispuestos a defender
esta «limosna multimillonaria que una democracia digna no debería
aceptar», según dijo Pablo Iglesias en apoyo a la candidata del partido morado
a la Comunidad de Madrid, Isabel Serra. Uno de los tuits que más
repercusión ha tenido brindaba como homenaje a Amancio Ortega su sesión
de quimio: «Según salí ayer de la analítica, un impulso me llevó a
acercarme a #Zara, no fui la única, ahí me topé con un par de pacientes
más con el pañuelo. Y es que era la mejor forma de darle las gracias a
la #fundacionamancioortega apareciendo hoy con su ropa. Pues yo sí
agradezco su aportación a la lucha contra el cáncer. Yo no voy a hacer
uso de los equipos que ha donado, pero a otros sí que les servirá». En esta misma línea, se han publicado varias campañas de apoyo a Amancio Ortega en Change.org.
Para aceptar la donación de equipos de tratamiento contra el cáncer,
para agradecerle sus donaciones, para que Iglesias se disculpe e incluso
para poner su nombre a un hospital. La polémica está servida y, a
tenor de las declaraciones de miembros de la formación política
Podemos, también la Federación Española de Cáncer de Mama (FECMA) ha
querido «apoyar todas aquellas iniciativas de mecenazgo que vayan
encaminadas a implantar nuevas tecnologías en los hospitales públicos de
nuestro país, ya que ayudarán a mejorar los índices de supervivencia».
De hecho, animan a otros empresarios para seguir con el ejemplo de
Amancio Ortega. En este punto, el Consejo General de Enfermería ha
querido destacar que «la contribución privada al sistema público no es
algo censurable ni mucho menos, ni tampoco tiene por qué suponer una
merma en la inversión pública en Sanidad». Independientemente de que se
produzcan donaciones generosas, la inversión pública en Sanidad debe
incrementarse para afrontar los retos presentes y futuros de la
población. «Cualquier ayuda procedente de la sociedad civil, bien
sea a través de donaciones particulares, de empresas o de fundaciones,
es necesaria para hacer frente a una enfermedad de la que cada año
mueren unas 100.000 personas», explican desde la Asociación Española
Contra el Cáncer (AECC)
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