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domingo, 15 de enero de 2017

La 'locura' del musulmán kamikaze que se estrelló contra la Guardia Civil

La 'locura' del musulmán kamikaze que se estrelló contra la Guardia Civil

La 'locura' del musulmán kamikaze que se estrelló contra la Guardia Civil
Sadio, a bordo de su Citroën C5 gris con matrícula francesa, conducía en sentido contrario por la A-92 que une Almería y Sevilla. Alarmado, un conductor telefoneó al 112 para dar el aviso, a la altura de Abla. Poco después una patrulla le dio el alto, pero Sadio no paró. Tampoco lo hizo cuando en el kilómetro 295, en Guadix (Granada), y omitiendo de nuevo las señales que le hicieron varios agentes, el senegalés se estrelló contra la barrera de tres vehículos que la Guardia Civil había colocado en medio de la carretera para interrumpirle el paso. Como en una película de acción americana, su coche chocó a toda velocidad contra uno de ellos, entre una gran polvareda. Cuando corrieron hacia él, los seis agentes no sabían con qué se iban a encontrar.
La puerta se abrió y Sadio salió por su propio pie, con una frialdad pasmosa. Empezó a hablar en árabe, invocando a Alá. Se arrodilló a rezar. "Parecía un fanático", dicen fuentes cercanas a la operación. ¿Era un terrorista?, ¿un kamikaze intentando atentar el día después de Reyes? A los agentes les habló en perfecto español: "Lleváis pistola, vais armados", les dijo señalando sus cinturones. Pretendía llegar a Marbella, afirmó. Recorriendo 40 kilómetros en sentido contrario.... Cuando, tras pasar por un médico y por los calabozos, lo pusieron delante de una juez, Sadio se resistió: no quería declarar ante una mujer.
En los últimos meses, la enfermedad mental que padece, con ataques que varios expertos consultados atribuyen a la esquizofrenia, había llevado a Sadio Faty a un callejón sin salida que le hizo abandonar a su mujer y a sus dos hijos. En sus delirios, este hombre nacido en Senegal en abril de 1976 según su documentación, imaginaba que Fatou, su prima segunda y su pareja durante más de ocho años, quería matarlo envenenando su comida. Ya no vivía con ella: se había ido a vivir solo a un piso de alquiler en Burdeos, la ciudad en la que la familia residía desde hace años. La enfermedad también le hizo perder su trabajo en la construcción y lo llevó a rechazar cualquier vínculo con sus familiares. De ellos también sospechaba: creía que querían hacerle daño. Incluso evitaba cualquier contacto con quienes acudían a visitarle a Francia.
Esos problemas no eran una novedad en su casa. Su madre murió hace años con la misma patología. Y su hermano mayor, Lamine, también la padece: apenas hace 15 días volvió a su tierra desde Cuevas del Almanzora, después de que sus parientes en Almería reunieran el dinero para pagarle el viaje con el fin de que, entre los suyos, pudiera ser tratado por un curandero.
En ello está su hermano. Pero a Sadio, cuya espectacular embestida difundida en las redes sociales asustó a España en el último compás de estas navidades, no le dio tiempo. En soledad, la semana pasada se lió la manta a la cabeza, cogió su coche y puso rumbo a África, sin decir nada a nadie.
El sábado por la noche, su primo hermano Keba Mamady Cisse, que vive y trabaja desde 2003 en Roquetas de Mar, supo por unos conocidos que Sadio había estado en la ciudad almeriense. "Un amigo me dijo que había pasado la noche del jueves en su casa. Llegó a la una de la madrugada y se fue cinco horas más tarde. Sólo dijo a su anfitrión que volvía a África", dice Keba.

La primera crisis, en Senegal

Los investigadores llegaron pronto a la conclusión de que el senegalés, que carecía de antecedentes policiales, había actuado así por su enfermedad mental. De hecho, después de ser atendido en un hospital granadino, y a pesar de que se desenvuelve perfectamente en castellano, sólo emitió una sarta de incoherencias en los intentos de interrogatorio que llevó a cabo la Guardia Civil. La juez ordenó el lunes 9 de enero su ingreso en la prisión de Albolote (Granada) por supuestos delitos de conducción temeraria y de atentado a los agentes de la autoridad.
Ya arrestado, llamó por teléfono a su mujer francesa, que ni siquiera sabía que se encontraba en España después de que la hubiera abandonado. Le dijo que había sufrido un accidente cuando se dirigía de regreso a África. Y que estaba bien.
Pero Sadio dejó de estar bien al menos hace tres años, según su primo Keba, que lo conoce desde niño y ha continuado en contacto con él. Fue entonces cuando sufrió su primer ataque: ocurrió mientras pasaba unas vacaciones en el pequeño pueblo de Soumboundou, en la región de Pakao, al sur del país y de donde procede su familia, que practica la religión musulmana. El primo cuenta que Sadio se puso fuera de sí, agresivo: temía que quienes estaban a su alrededor le hicieran daño o quisieran matarlo. Keba se lo llevó a su casa, lo tranquilizó y lo llevó a un curandero local, al que también llama "vidente". Dice que aquella sesión, pagada por su esposa, le hizo mucho bien. Pero pronto la enfermedad fue a peor.
De ahí que Keba no se sorprenda por lo sucedido en la carretera. "Es una pena, porque Sadio era una muy buena persona que ha dejado muchos amigos por donde ha pasado, como aquí mismo, en Roquetas. Es una persona muy generosa, madridista como yo y muy trabajador", dice.
Sadio llegó a Almería en patera en 2002, un año antes que su primo, y se estableció en Roquetas de Mar, donde alquiló un piso en la calle Nobel. Ambos trabajaron en los invernaderos, aunque en 2005, cuando Sadio logró el permiso de residencia, ya tomó la decisión de cambiar de aires en busca de un futuro mejor.
Su intención era la de trabajar en la construcción. Los dos primos habían sido albañiles en la misma empresa de su país, y poco después de lograr los ansiados papeles, Sadio hizo las maletas y viajó hasta Vitoria: quería recuperar su profesión y lo hizo. Según fuentes policiales, allí se sacó el carné de conducir, se movía en un Opel Vectra y vivía en un piso de la calle Francia, no lejos de El Corte Inglés. Pero no se quedó allí: según la documentación oficial, en 2010 le dieron de baja del padrón. Dejó la ciudad sin pagar sus deudas (en 2015 el Ayuntamiento lo incluyó en su lista de deudores con hacienda y, al no poder localizarlo, anunció públicamente el embargo de sus bienes) y cruzó otra frontera.
Su destino estaba en Francia, adonde se trasladó para casarse con su prima segunda. A través de esa boda pudo obtener el pasaporte francés -puede solicitarse la nacionalidad francesa tras al menos cuatro años de matrimonio- con el que circulaba cuando fue detenido. Con ella, con Fatou, tuvo dos hijos. No era su primera mujer, sino la segunda (los senegaleses pueden tener hasta cuatro esposas).
La primera seguía y sigue en Senegal, adonde el matrimonio viajaba periódicamente. Allí, en su pueblo natal, bajo el mismo techo de la casa que pudo construirse con los años, Sadio pasaba las vacaciones con sus dos mujeres. Con la francesa de origen senegalés y sus dos niños, y con la senegalesa, a la postre sobrina de su primo Keba. Su deseo, antes de que la locura se apoderase de él, siempre fue regresar algún día a Soumboundou con toda su familia.

Vudú para curarse

Es lo que desean ahora también los familiares de Sadio que viven en España; alrededor de una decena de ellos, en Almería. Keba Mamady ha podido hablar por teléfono estos días con Fatou y ella también está de acuerdo. Creen que debe ser tratado por su curandero local, que, entre otros métodos de sanación, practica rituales de vudú. Piensan que le conviene volver con los suyos, porque eso le ayudará. De hecho, ya han iniciado las gestiones para visitarlo en la prisión de Granada, e incluso van a pedir que sea trasladado hasta Almería para estar más cerca de él. Si es así, Fatou está dispuesta a viajar desde Francia para visitarlo.
La familia cuenta también con el respaldo de una asociación de senegaleses cuyo presidente, Khalifa Touré, se muestra dispuesto a apoyarlos. Creen que en su país el vudú podrá curar a Sadio, el kamikaze de la ruta suicida de Granada.

 http://www.elmundo.es/cronica/2017/01/15/587a0d59e5fdea496b8b4653.html

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