Una nueva niña de Chibok es encontrada con un bebé de 10 meses

Cuando Maryam clava su mirada ante la cámara parece que sus ojos ya lo habían visto todo. Tiene el cabello y el cuerpo cubiertos con un hiyad estampado con pequeños cuadros, y sostiene a un bebé de 10 meses con sus brazos, cuyos ojos, al igual que su madre, mezclan melancolía, tristeza y desconcierto. Ninguno de los dos sabe que en las próximas semanas serán el centro de atención mediática en Nigeria. Ella no es una víctima más del mayor grupo terrorista de África. Maryan Ali Maitang es una de las 218 niñas de la aldea de Chibok que fueron capturadas el 14 de abril de 2014 por un grupo de milicianos de Boko Haram, y que dieron visibilidad a un conflicto con miles de víctimas silenciadas.
El diario local 'Nigerian Bulletin' difundía hoy varias fotografías de la joven y confirmaba que había sido encontrada por varias tropas del ejército desplegadas en el estado de Borno. "Hoy, sábado 5 de noviembre, alrededor de las 6.00 am, se encontró a una de las chicas secuestradas en la escuela secundaria de Chibok, durante una operación de detención de terroristas de Boko Haram y de rescate de rehenes", declaraba el Coronel Sani Kukasheka Usman. El escondite del grupo es, nuevamente, el bosque de Sambisa, donde fue encontrada por casualidad la primera de las niñas liberadas el pasado mes de junio, con un bebé de cuatro meses.
La organización de padres que ejerce presión para que sus hijas les sean devueltas desde hace más de dos años, confirmaba en su cuenta de Twiter que Maryan Ali Maitanga era la número 198 de la lista de desaparecidas. La última vez que sus familiares la vieron, hace más de dos años, profesaba la religión católica. Como el resto de sus compañeras, fue obligada a convertirse al islam radical que profesan las milicianos de Boko Haram. Un islam que lejos está de las pautas establecidas en el Corán de amor y ayuda al prójimo, y que se basa en extender el terror y usar la fuerza con el fin de conseguir más adeptos a la causa.

De regreso a la vida

Esta madrugada Maryam aún no sabía cómo cambiará su vida en las próximas horas. Será abrazada entre lágrimas. Será atendida por médicos y psicólogos. Será requerida ante las cámaras para relatar cómo vivió tantos meses bajo el yugo del mayor grupo terrorista de África. Hasta tendrá una reunión para conocer al presidente de Nigeria, Muhammadu Buhari en persona. Les estrechará la mano, tal y como hicieron el resto de sus compañeras liberadas, y le facilitará tanto a él como a las autoridades del estado, toda la información susceptible de interés para poder localizar al resto de compañeras que aún están cautivas.
La liberación a mediados de octubre de 21 mujeres por parte de Boko Haram marcó un hito en la historia de las negociaciones entre el Gobierno y el grupo yihadista. La llegada de las niñas se celebró con júbilo entre las familias y con frustración entre los padres que aún tienen que esperar a conocer el paradero de sus hijas. Cuando las niñas volvieron a sus hogares, relataron que algunas de sus amigas habían muerto debido a las condiciones extremas en las que vivían. Que todas habían sido forzadas a contraer matrimonio con los combatientes de Boko Haram y se presupone que muchas de ellas habrán concebido hijos fruto de ese matrimonio forzado.
Volver a tener contacto con la vida que abandonaron no es fácil. Los meses de cautiverio han provocado gran confusión entre las niñas y sus captores y han disparado rumores de todo tipo. Otras víctimas liberadas hace meses en operaciones del ejército aseguraron que muchas de las jóvenes se habían convertido en "sanguinarias" entrenadoras de nuevas cautivas. Que no tenían compasión. Otros han afirmado que la primera de las jóvenes liberadas, Amina Ali Nkek, aún suspira por su marido y captor. El proceso de readaptación también supondrá que las jóvenes se enfrenten a todo tipo de adversidades, hasta ser repudiadas por sus vecinos por haber vivido un calvario que ellas no eligieron y haber mantenido relaciones con terroristas.
El secuestro de las niñas de Chibok generó un aluvión de interés internacional hacia las víctimas de Boko Haram. La noche del 14 de abril de 2014 puso nombres y apellidos a un crimen constante. El grupo tiene como objetivo acabar con la educación occidental, a la que considera pecado (de hecho, es la traducción literal de Boko Haram). Desde 2009 operan y aterrorizan el norte de la mayor economía de África. Han secuestrado, matado y torturado a cientos de personas desde entonces. Este año ha sido clave para el regreso de decenas de mujeres y niños capturados por el grupo y cuyos nombres han trascendido en menor medida. Aún se desconoce el paradero de 196 de las Chibok Girls, pero el Gobierno prometió durante la campaña presidencial que todas ellas regresarían sanas y salvas a sus hogares.
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