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jueves, 7 de marzo de 2013

La Pasionaria egipcia no se calla

La Pasionaria egipcia no se calla
 



Cuenta que aprendió política con los campesinos que enrejan la planicie verde del Delta del Nilo. Y confiesa que allí, entre hombres que cargaban fardos como mulos, soñó con ser La Pasionaria egipcia. Shahenda Maklad, la "comunista musulmana" que conoció al Che Guevara y conversó con Jean Paul Sartre, ha reaparecido a los 74 años decidida a librar batalla contra los islamistas.
 Su cuerpo enjuto y su pelo ceniciento, icono de la lucha contra el viejo feudalismo, han dado un paso al frente. Su regreso se consumó el pasado diciembre a las puertas del palacio presidencial, testigo de la sangrienta riña entre partidarios y detractores de Mohamed Mursi. Fue en una de aquellas tardes cuando Shahenda protagonizó la escena captada por la televisión y propagada por internet.
 "Participaba en una manifestación pacífica cuando llegaron los jóvenes de los Hermanos Musulmanes. Busqué un lugar más alto y comencé a gritar: 'No hay más dios que Alá y los Hermanos son los enemigos de Alá'. Entonces un señor me tapó la boca y tuve que empujarle para apartar su mano", relata a ELMUNDO.es Shahenda desde el soleado salón de su piso cairota.
 El valiente fogonazo pareció un remedo de los versos de Quevedo: "No he de callar por más que con el dedo, ya tocando la boca o ya la frente, silencio avises o amenaces miedo". Desde el suceso, Shahenda se ha convertido en uno de los rostros más frescos de una oposición alcanzada por el tedio de las manifestaciones y el boicot electoral. Ajena a su renacimiento mediático, acude a las reuniones y lanza dardos contra el enemigo: "La Hermandad es una organización derechista, ultraconservadora y clandestina. Sus miembros pertenecen más a su organización que a su país".
 "La verdad es que su élite está formada por empresarios que aprovechan la religión para enriquecerse", dice con el recuerdo ya remoto de la guerra contra los terratenientes del Delta. De los años de militancia obrera, Shahenda no olvida el día que el Comandante Guevara hizo una breve parada en su pueblo, Kamshish. "La gente salió a saludarle y yo logré acercarme a él tras forcejear con la guardia de Gamal Abdel Nasser. Me invitó a viajar a Cuba pero no me dejaron ir", se lamenta.
 Una fotografía en blanco y negro de aquel instante cuelga aún de una pared del apartamento abarrotado de retratos de su marido Salah Husein, un marxista que organizó el movimiento armado contra el latifundista del pueblo y fue asesinado en 1966. Shahenda combatió el luto con la protesta. Conoció a Jean Paul Sartre o Simone de Beauvoir y pasó en dos ocasiones por la cárcel.
 Hasta que la rabia se dio cita en Tahrir y Shahenda respiró al fin. "Sabía que habría muchos obstáculos pero lloré de alegría", reconoce sin dejarse vencer por los dos años de desastrosa transición política y polarización que siguieron a la victoria sobre el dictador. "Los Hermanos están tratando de explicar que el pueblo egipcio está dividido entre islamistas y laicos pero no es cierto. La división es entre retrógrados y progresistas", apostilla.
 Con la misma tenacidad con la que los agricultores del Delta trabajan la tierra, esta veterana comunista organizó a finales de 2011 una manifestación para denunciar los abusos a mujeres por parte de los militares. Ahora, con el zumbido amenazante de un deterioro de los derechos de las egipcias, Shahenda asegura que "La presencia de la mujer en las protestas es una derrota para los enemigos del levantamiento". "La revolución egipcia vencerá y hasta entonces la mujer seguirá en la vanguardia de la resistencia".
http://www.elmundo.es/elmundo/2013/03/07/internacional/1362659384.html

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