A pesar de la salida del «número dos» del Gobierno, el jefe del Ejecutivo insiste «al 80 por ciento» en que agotará la legislatura hasta marzo
Después de que José Luis Rodríguez Zapatero anuncie su último Gobierno, «la otra gran competencia» que le quedará es decidir cuándo convoca elecciones, según expresión pronunciada ayer por Alfredo Pérez Rubalcaba durante su despedida como miembro del Gobierno. Rubalcaba, que por fin despejó la incógnita sobre su dimisión, podría haber defendido con argumentos la celebración de elecciones en marzo, pero se limitó a decir: «creo lo que el presidente del Gobierno me ha dicho y lo que ha comunicado en público»... Y es que Rubalcaba, Felipe González, y buena parte de la dirección del PSOE, empezando por su presidente, Manuel Chaves, son partidarios de convocar comicios en otoño para no prolongar la agonía. De hecho, Ferraz ya ha transmitido a algunos secretarios generales de federación consultados por ABC que solo se contempla esa hipótesis. Pero Zapatero y otros dirigentes del PSOE, como el hombre de confianza de Rubalcaba y ministro de la Presidencia, Ramón Jauregui, siguen pensando que marzo es mejor.
Encuestas demoledoras
Todos conocen que las encuestas son ahora mismo demoledoras para el PSOE —dan mayoría absoluta a Mariano Rajoy—, pero mientras los primeros creen que los datos empeorarán con el paso de los meses, el jefe del Ejecutivo opina que adelantar no haría sino transmitir al electorado sensación de derrota anticipada. Argumenta además que tiene casi segura mayoría para aprobar los Presupuestos 2012 —el PNV de Íñigo Urkullu intenta evitar la mayoría absoluta de Rajoy— y coincide con Jáuregui en que, para marzo, el PP ya habrá empezado a sufrir el desgaste de gobernar en muchas autonomías en crisis.
Eso no quiere decir que Zapatero descarte adelantar los comicios a otoño. De hecho, el jueves, durante un almuerzo con informadores, insistió en que su determinación de agotar la legislatura es «al 80 por ciento». Deja un resquicio porque quiere ver cómo acoge el mercado la privatización de las Cajas este verano. Una nueva caída de la «marca España» podría llevarle a reconsiderar su posición, para insuflar confianza en la economía con un adelanto electoral.
Aunque la salida de Rubalcaba del Gobierno contribuyó ayer en el PSOE a abonar la tesis del adelanto electoral —porque ocho meses sin la plataforma mediática de La Moncloa son muchos—, el propio afectado intentó ayer evitar cualquier interpretación de que su marcha es resultado de un conflicto de «bicefalia». En la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros dijo que Zapatero conocía su intención desde el fin de semana del 28 de mayo, cuando el Comité Federal del PSOE avaló su candidatura. «Nadie se puede creer que lo hemos hablado esta mañana», ironizó.
«Izquierdista irredento»
Argumentó que podría haber seguido en el Gobierno como, de hecho, hacen todos los presidentes que se presentan a la reelección, pero no lo hace porque ser candidato le impide dedicar al Ejecutivo «todo el esfuerzo que exige». «No hay incompatibilidad, pero yo siento que la va a haber (...) Creo que ese momento ha llegado ahora, mañana (por hoy) me nombran formalmente candidato y el Gobierno necesita todo el tiempo y es probable que mi compromiso como candidato dificulte ese trabajo».
Sí dio a entender que con su marcha intenta quitar al PP el que se estaba convirtiendo en argumento estrella. De hecho, el miércoles próximo, en la sesión de control, probablemente será ya solo un diputado de base del PSOE y Soraya Sáenz de Santamaría ya no podrá preguntarle —algo que la portavoz del PP da por hecho—. No obstante, él no quiso confirmarlo para no condicionar a Zapatero la fecha de remodelación.
D El «número dos» del gabinete sí intenta cortar la idea de que se va para no «quemarse» más en un Ejecutivo que todavía tiene que tomar decisiones impopulares y, en caso de agotar la legislatura, aprobar unos presupuestos con recortes impopulares, como adelantó ABC la pasada semana. Pérez Rubalcaba negó que hubiese comenzado un conflicto de intereses entre su doble papel de candidato y miembro del Ejecutivo, a pesar de que en los últimos días las críticas a su persona han sido por decir que tiene recetas contra el paro o por un intento de gravar más los sueldos a los banqueros. El PP y el resto de partidos de la oposición no tardaron en preguntarle por qué no lo ha hecho en los últimos siete años. Sobre la elevación del sueldo a los banqueros, recordó que Zapatero ya ha dicho que no los va a subir mientras en esta legislatura «y no hay mucho más que añadir», eludiendo así decir qué va a hacer él si gana las elecciones. «Si me quedo porque me quedo (en el Gobierno), si me voy porque me voy... si hablo de los bancos soy un izquierdista irredento. Da igual. Yo sé que la política es así», concluyó resignado.
«Mi otra vida política»
El vicepresidente del Gobierno se despidió de los informadores con un «espero verles en mi otra vida política», no sin antes lanzar un elogio al ministro de Fomento, José Blanco, para cortar también las especulaciones de un alejamiento entre ambos. Rubalcaba no quiso responder a preguntas como candidato, y en concreto a si trataría de formar o no gobierno si obtuviese un voto menos que el PP. De su discurso, hoy en Madrid, solo desveló que no va a ser el detalle de «un programa». Lleva varios días preparando ese discurso que, según dijo ayer la coordinadora del Comité Electoral, Elena Valenciano, será «auténtico, veraz y directo». «No esperen artificios ni fuegos artificiales».
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