La frontera entre México y Estados Unidos es porosa y vulnerable.
Cada día en muchos puntos de los 3326 kilómetros de longitud, pasan drogas hacia el norte, armas rumbo al sur, trafican con humanos y salen y entran inmigrantes como quien va al pueblo vecino a trabajar y regresa a casa.
Sabemos que cientos de personas mueren al año tratando de cruzar, pero miles más pasan y retornan sin problemas en un sistema que integra corrupción y grandes ganancias para mafias de ambos lados de la frontera.También se conoce que los carteles mexicanos transformaron su territorio en un campo de batalla, peleando entre ellos para quedarse con el mercado de las drogas y de paso aterrorizando a la población con el fin de consolidar su poder a través del miedo.
¿Pero de dónde han aprendido las técnicas terroristas esos narcotraficantes? Alguno dicen que los asesoran guerrilleros colombianos de las Farc, aunque en los últimos días la secretaria de seguridad interna de los Estados Unidos, Janet Napolitano, desvió las miradas hacia los fanáticos islámicos: “Llevamos un tiempo pensando sobre qué pasaría si Al Qaeda se uniera con los Zetas”.
Napolitano, respondía a un congresista del comité de seguridad de la Cámara de Representantes de su país, quien teme que la fragilidad de la frontera sea usada para introducir explosivos o bombas biológicas.
Los críticos de Napolitano la calificaron de irresponsable por generar pánico, pero muchos sabemos que los estadounidenses no hacen declaraciones sin propósito.
Recientemente un ataque a dos funcionarios de la oficina de Inmigración y Seguridad Interna de los Estados Unidos aumentó las tensiones. ¿Qué hacían esos extranjeros en territorio mexicano? ¿Por qué los atacaron? Parece más un error que un asalto premeditado.
Hay quienes argumentan que el gobierno de Barack Obama pretende convencer a los republicanos de aumentar el presupuesto en la lucha contra los carteles mexicanos, o por lo menos no reducirlo, en momentos en que la letalidad de estos se convierte en un peligro para la seguridad interna.Unir la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo podría ayudar a despertar conciencia entre los políticos del norte a quienes se les ha advertido que la violencia en México pudiera volverlo un país ingobernable, lo cual impactaría en la economía, agravando las consecuencias sociales y generando migraciones masivas.
Después del ataque a las torres gemelas en Nueva York, estas alianzas se han escuchado como un rumor a voces.
Hace pocos años, los servicios de inteligencia de los Estados Unidos, autenticaron un video de un reclutador de Al Qaeda instruyendo a sus aprendices sobre cómo hacer ataques masivos: “Cuatro libras de Ántrax, en una maleta llevada por un combatiente a través de túneles desde México a Estados Unidos, garantizan la muerte de 330 mil americanos en una hora”.
No hay pruebas fehacientes para determinar si Al Qaeda o radicales musulmanes, estén infiltrándose hacia Estados Unidos con ese fin.
Por otra parte sería un error si los narcos se unieran a terroristas islámicos, porque eso llamaría la atención en otro frente de batalla, volviéndose un inconveniente en su negocio ilegal.
Twitter@raulbenoit
http://www.elmundo.es/america/blogs/vivimospeligrosamente/2011/02/20/narcos-y-terroristas.html
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