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miércoles, 19 de mayo de 2010

Rendición y caos en Bangkok

Rendición y caos en Bangkok

Dos meses, más de 70 muertos y dos millares de heridos después, el Fuerte Rojo ha caído. Una masiva operación militar iniciada esta mañana ha terminado con la rendición de los líderes de la oposición y el final de la protesta que ha colapsado el corazón de Bangkok. Nuttawut Saikua, uno de los principales dirigentes, se dirigía cabizbajo a sus seguidores al anunciar su decisión. "No queremos que muera más gente", ha dicho.
Decenas de camisas rojas respondieron con furia a la rendición de sus líderes, incendiando vehículos, edificios públicos y comercios. Uno de los mayores centros comerciales de la ciudad, Central World, fue atacado con granadas y bombas caseras mientras columnas de humo surgían desde diferentes puntos de la ciudad. Tropas de refuerzo han tenido que ser enviadas a la sede del canal de televisión local Channel 3 (atacado e incendiado por una turba, que mantiene en su interior a 100 trabajadores) y varias delegaciones provinciales del Gobierno. Mientras, la Bolsa de Bangkok se encuentra en llamas.
El Ejército asegura tener la situación bajo control, pero el Ministerio de Defensa ha anunciado un toque de queda en Bangkok para esta noche y la continuación de las operaciones militares hasta el regreso de la calma.Las manifestaciones del distrito comercial terminan después de que blindados del Ejército arrollaran esta mañana las barricadas de los camisas rojas y cientos de soldados armados con rifles automáticos avanzaran hacia el epicentro de la protesta. Al menos 15 personas murieron y decenas resultaron heridas durante la ofensiva. Dos periodistas extranjeros se encuentran entre los heridos y el reportero italiano Fabio Polenghi, de la agencia ANSA, murió de un disparo en el pecho.Las Fuerzas Armadas detuvieron su avance a las puertas del lugar donde cerca de 2.000 personas continuaban atrincheradas, en el principal distrito comercial y financiero de la capital. Ni el sonido constante de explosiones ni la cercanía de los soldados habían logrado a media mañana hacer desistir a los manifestantes, que preparaban la defensa de su fortín. Su liderazgo, sin embargo, había empezado a fracturarse con las primeras deserciones y el anuncio de que uno de sus jefes más influyentes, Jatuporn Prompan, se entregaba a la policía. "Os pido disculpas, pero no quiero más pérdidas", decía el líder opositor. "Nos rendimos".
Las palabras de Jatuporn fueron recibidas con alivio por algunos manifestantes y con indignación por otros. Tres de los 24 principales líderes del movimiento seguían tratando de mantener la protesta, arengando a sus seguidores a permanecer en su sitio. "No tenemos armas. ¿Por qué nos hacen esto? Debemos aguantar hasta el final", decía Sukin, uno de los manifestantes que no deseaba desalojar el centro de Bangkok.Al menos la mitad de las personas han resistido hasta el final son mujeres, ancianos y niños. Su presencia había llevado al Gobierno a eludir una intervención militar dentro del campamento, limitando la represión contra los manifestantes en los alrededores de la base roja. El fracaso, anoche, del último intento de negociación decantó la balanza a favor de una intervención militar.
El Gobierno ha trasladado a la zona autobuses para llevar a los 'camisas rojas' a sus pueblos de origen. Los manifestantes son en su mayoría campesinos de las provincias del norte del país, a los que se han unido en las últimas semanas trabajadores urbanos de Bangkok, taxistas, amas de casa u obreros de la construcción que exigían la dimisión del Gobierno, la convocatoria de elecciones anticipadas y el final de los privilegios de las elites que tradicionalmente han dominado la política y la economía del país. Sus detractores aseguran que se trata de personas manipuladas por el magnate y ex primer ministro Thaksin Shinawatra, derrocado en un golpe militar en 2006 y principal inspirador del movimiento de los 'camisas rojas'.El centro de Bangkok tardará días en recuperarse después de que comercios, hoteles y centros comerciales hayan permanecido cerrados y las infraestructuras de la zona dañadas. Los ciudadanos de la capital, que han asistido al pulso por el poder del país con resignada normalidad, temen la continuación de una crisis política que difícilmente ha terminado con el final de las manifestaciones. Tailandia surge de la violencia de los últimos días profundamente dividida, con una instituciones debilitadas y ninguno de los problemas que causaron la crisis resueltos.
http://www.elmundo.es/elmundo/2010/05/19/internacional/1274258807.html

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