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sábado, 15 de mayo de 2010

EEUU evacua a parte de su personal en Bangkok tras la escalada de la violencia

EEUU evacua a parte de su personal en Bangkok tras la escalada de la violencia



Estados Unidos ha anunciado este sábado que ha comenzado a evacuar a una parte del personal de su embajada de Bangkok debido al aumento de la violencia en Tailandia, que desde hace cinco semanas paralizan una zona central de la capital.
"Se ha autorizado la salida voluntaria de los empleados no esenciales", ha declarado Darby Holladay, un portavoz del departamento de Estado. Aquellos que decidan irse del país tomarán vuelos civiles, ha aclarado el funcionario, quien ha dicho que EEUU no operará aviones militares para sacarlos de Bangkok.EEUU mantendrá su embajada cerrada el lunes, aunque funcionarán los servicios de emergencia, según el portavoz del departamento de Estado. Según Holladay, Estados Unidos cuenta con unos 700 empleados en el país asiático, en cuya capital se han intensificado los enfrentamientos entre manifestantes y soldados, en los que hubo por lo menos ocho muertos.Por su parte, el primer ministro de Tailandia, Abhisit Vejjajiva, ha advertido este sábado de la inminencia de una acción con fuerza para aplastar a los manifestantes antigubernamentales. "No vamos a dar marcha atrás y permitir que aquellos que transgreden la ley y han creado una milicia armada, intimiden al gobierno", ha declarado el jefe del Ejecutivo en un discurso retransmitido por los canales de televisión.Vejjajiva en su primera intervención pública desde que el pasado jueves estallaron los disturbios que ya han causado 22 muertos y más de 170 heridos, ha añadido que "queremos restaurar el estado de ley, la paz y normalidad".
El líder tailandés ha visto como en estos dos meses de crisis sus órdenes eran incumplidas por las fuerzas del orden y cada uno de sus ultimátum ignorados por los manifestantes. Unos le acusan de ser blando por no actuar con suficiente contundencia y otros le culpan de los excesos de las fuerzas armadas. El primer ministro no parece estar en control de la situación en un país donde la mayor influencia reside en el Ejército y en una monarquía que, al menos públicamente, se está manteniendo al margen.
Al mismo tiempo que Vejjajiva pronunciaba intentaba llamar al orden, manifestantes armados con bombas caseras, granadas y pistolas se enfrentan a los soldados, que tienen autorización (y la utilizan) de disparar con munición real.Ocho nuevas víctimas mortales se han sumado en las últimas horas a las 16 de ayer (40 muertos y más de un millar de heridos desde el comienzo de las protestas hace dos meses). Ni las negociaciones ni los tiros han logrado desalojar a los cerca de 15.000 manifestantes que siguen atrincherados en el centro tras barricadas levantadas con sacos, neumáticos y lanzas de bambú.
Movimiento del campesinado
"Quieren asustarnos", dice Nattawut Saikua, uno de los líderes opositores, sobre los 30.000 solados y policías desplegados en la ciudad. "Pero estamos dispuestos a luchar hasta el final".Lo que empezó hace dos meses como una manifestación festiva en contra del Gobierno ha degenerado en una revuelta violenta que mantiene paralizado al Gobierno -el primer ministro Abhisit Vejjajiva sigue viviendo protegido en un cuartel militar- y ha llevado el caos al centro de la capital.La avenida de Silom, una de las principales arterias de la ciudad, había amanecido desierta, pero los incidentes no tardaron en producirse. Cientos de soldados abrieron fuego contra los manifestantes después de haber sido atacados con granadas en las cercanías del parque Lumpini.Los 'camisas rojas' de la oposición se declaran seguidores del ex primer ministro Thaksin Shinawatra, depuesto en un golpe militar en 2006, y dicen formar parte de un movimiento del campesinado y de las clases urbanas trabajadoras que busca acabar con los privilegios de amataya, la elite burocrática y monárquica que tradicionalmente ha dominado en el país.
A los manifestantes se han unido delincuentes comunes, militares renegados o retirados y misteriosos hombres enmascarados y fuertemente armados que surgen en los momentos de mayor violencia. La creencia de que esos "hombres de negro" podrían formar parte de una facción militar simpatizante con la oposición complica es escenario de la profunda división social y política que vive Tailandia.
Los opositores controlan una zona relativamente pequeña alrededor de la intersección de Rathchaprasong, pero en este caso el tamaño es lo de menos. Al paralizar una zona equivalente en importancia a la Castellana de Madrid o la Diagonal en Barcelona, los 'camisas rojas' han logrado poner al Gobierno contra las cuerdas y exponer la debilidad del primer ministro.
¿Quién mueve los hilos?
El venerado rey Bhumibol asiste a la situación desde el hospital donde se encuentra ingresado por enfermedad desde hace varias semanas, mientras muchos de sus súbditos esperan su intervención para poner fin a los enfrentamientos. La figura del monarca y su posible sucesión a manos de un príncipe heredero que no cuenta con la popularidad de su padre forman parte del trasfondo de la crisis.Nada de ello, sin embargo, se discute en Tailandia, donde las leyes protegen con penas de cárcel cualquier comentario crítico sobre la monarquía, una censura que incluye a los periodistas extranjeros con acreditación en el país.
La otra figura que mueve los hilos desde la sombra es Thaksin Shinawatra, el ex primer ministro al que los círculos cercanos al rey acusan de querer instalar una república en el país. El magnate financia a unos manifestantes que empiezan a mostrar también signos de división.
Días atrás, las negociaciones entre los líderes de las protestas y el Gobierno se rompieron tras las discrepancias internas de los 'camisas rojas', entre los partidarios de aceptar las elecciones anticipadas para noviembre que ofrecía el Gobierno y los que deseaban mantener el pulso para forzar una caída inmediata del primer ministro."Todavía hay una salida para este país", decía Thaksin ayer en un comunicado enviado desde el exilio. "Depende de la opción que el primer ministro decida tomar: entre la paz y la fuerza, entre su cargo y la vida de personas inocentes".
Las escenas violentas y las imágenes de soldados fuertemente armados en el centro contrastan con la normalidad del resto de la ciudad. Mientras en unas pocas calles manifestantes y fuerzas de seguridad se enfrentan a tiros, en el resto de la capital la actividad comercial se mantiene sin incidentes. Los habitantes de la capital se han acostumbrado a vivir con el caos contenido de una crisis política que dura ya cuatro años, desde el golpe militar que tumbó en 2006 el Gobierno del popular y populista Thaksin Shinawatra.
http://www.elmundo.es/elmundo/2010/05/15/internacional/1273936909.html?a=475a221c46d228a8fa75f1bfcc72195e&t=1273955676&numero=

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