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martes, 16 de diciembre de 2008

16 DE DICIEMBRE NACIMIENTO DE BEETHOVEN


EL NACIMIENTO DE UN GENIO ALEMÁN

La noche del 16 de Diciembre de 1770 en la ciudad alemana de Bonn se desencadena una gran tormenta.
En una casa de esta ciudad nacía un niño al que su padre le llamará Ludwig. Su madre se llamaba Magdalena.


El niño demostraba muchas dotes musicales y su padre decidió que sería un gran artista. Le enseñó música y obsesionado con la imagen de Mozart quiso hacer del muchacho un genio. Lo obligaba a estudiar horas y horas y lo castigaba severamente si no cumplía sus tareas. El padre era un poco alcohólico y no siempre lo trataba bien.


Su padre fue su maestro. Pero también tuvo otros célebres maestros. Muy joven empezó a dar conciertos y a componer.

En el invierno de 1786 visitó Viena, conoció a
Wolfgang Amadeus Mozart de quien recibió algunas lecciones, y el cual dijo así a alguno de sus amigos: "Escuchen a este joven; no lo pierdan de vista que alguna vez hará ruido en el mundo". La enfermedad de su madre lo obligó a volver a Bonn, donde ella murió en 1787.


Después de la muerte de su madre se hizo cargo de sus hermanos. Su padre hubiera podido dilapidar todo el dinero. Pasó muchas penas y sufrimientos.Pero también conoció a gentes que lo apreciaron y le apoyaron.


Llegó a Viena en el mes de noviembre, con gran número de obras, (la primera escrita a los diez años), que publicó más tarde, después de haberlas revisado, o que refundió en otras que compuso en esa ciudad.




Las recomendaciones que traía le abrieron los salones aristocráticos. Recibió clases de Haydn, Schenck, Salieri (composición vocal), Schuppanzigh (violín), Alberchtsberger y Aloys Föster (escritura de cuartetos y quintetos). Su primer concierto como pianista lo dio el 30 de marzo de 1795; pero no fue sino hasta el 2 de abril de 1800, cuando se presentó ante el gran público presentando su Gran Concierto para pianoforte, su Septuor y su Primera Sinfonía.
Alcanzó un éxito considerable. Sin embargo, ya Beethoven había experimentado los síntomas de su penosa enfermedad, la sordera, desde 1796. A todos los sufrimientos que había sentido, añadía la tortura física y psicológica de ir perdiendo el sentido más necesario para su profesión.


Ya en esta época los rasgos de su carácter están bien definidos: existe en su alma una bondad sin límites; amor a la verdad y a la humanidad; conciencia de su valor; una tenacidad de férrea que no desmaya ante ningún obstáculo. Por otra parte su sensibilidad se manifiesta en exaltados impulsos de fuerza, de alegría, de tristeza y de profunda melancolía, que arrancan del corazón y que hacen vibrar, con la potencia de su sinceridad, las cuerdas de sus semejantes. No tenía rasgos físicos que hicieran de él un hombre especialmente guapo. Pero la gente que lo conocía apreciaba su carácter generoso y su humanidad.


En la última etapa de su vida vinieron grandes contrariedades. Se agravó su sordera hasta ser total. La ingratitud de su sobrino. Su enfermedad y su muerte. Más de veinte mil personas se reunieron para acojpañarlo en su entierro.

Grillpazer, al terminar la oración fúnebre, dijo: "Éste por quien llevamos luto, se encuentra desde ahora en adelante, entre los grandes de todos los tiempos. Recordemos esta hora y pensemos: estábamos allí cuando le enterraron, y, cuando él nos dejó, lloramos".

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