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domingo, 21 de septiembre de 2008

CRÓNICAS , BERRINCHES, SIROCOS Y DEMÁS EVENTOS

CRÓNICAS , BERRINCHES, SIROCOS Y DEMÁS EVENTOS

CAPÍTULO 3: EL CAFÉ SABE MUCHO MEJOR SI ES DEBAJO DE UN CHAMPIÑÓN.




Estaban en el país de Jotajota. Era un país pequeño. Frágil. Oprimido. Del que no se sabía gran cosa. A nadie importaba. O a pocos. Pero sí a Jotajota. Él había fundado su club para ayudar a los oprimidos. Para que no cayera en el olvido lo que él consideraba su pueblo.
-¿Un cafecito?-La pregunta de Jotajota sorprendió un poco al tomate y a Ese.
-¿Aquí en plena tormenta a la orilla de este pedazo de río a punto de desbordarse?-El tomate preguntó.
-No. En mi casa…-Jotajota rió. Probablemente por primera vez. Tenía una risa fascinante. Naturalmente aceptaron.
-Espero que al café le acompañen unas galletas…O un pollo frito con patatas…-Dijo el tomate.
-No seas maleducado….-Susurró Ese. Así se decidió acompañar al anfitrión.
-Seguidme…-Se pusieron en camino. Aquello no era cómodo para ella. No eran avenidas a las que estaba acostumbrada. No había centros comerciales. Además se estaba mojando.
Él llevaba un atuendo propio. Un anorak, un suéter, zapatos cómodos. Él iba bien equipado.




Ella se cayó varias veces porque sus zapatos de salón cuyos talones altos iban clavándose en el embarrado no permitían la marcha normal.
-No vayas tan deprisa…-protestó.
-Si tuvieras el calzado correcto no irías cayéndote por ahí.
-No lo tengo porque no sabía que vendría a este sitio…-Tanta franqueza la empezaba a sacar de quicio.
Caminaron por el bosque. Un bosque lleno de mangos, berenjenas, alcachofas y pimientos. Y muchos árboles. De repente se toparon con un champiñón. Color rosa. Era un champiñón gigante. Abrió sus orejas y pudieron entrar. Las orejas del champiñón comunicaban con el subsuelo. Todo aséptico y ordenado.
-Ya estamos en mi casa.
-Si está bajo tierra.
-Es para tener más intimidad.
-Bueno…tiene sus cosas buenas…
-¿Que nos asemejamos a los topos?-El tomate era un pelín descarado. Pero espontáneo y vivo.
-¿A que te echo?- Jotajota amenazó.
-No digo nada. Me encanta.
-Cállate…-Ese decía poniendo un poco de paz en el ambiente.
Pasaron a una especie de cuarto muy minimalista. Sólo había un sofá de dos plazas. Ella se sentó allí. El tomate se subió a uno de los libros que encontró. Al tomate le encantaba sentarse en los libros.
-Bien…aquí está el café…-El anfitrión llegó con una bandeja y unas tazas de color azul. Se sentó al lado de Ese. Y bebieron sin decir nada. El café sabía a café. Y el silencio se racionaba por todo el espacio. Sabía mucho mejor a medida que se degustaba más. Al segundo sorbo se deseaba un tercero. Y al tercero un cuarto.
-Claro, es que es adictivo…- El tomate no se privó de decir.
-Pero está muy delicioso…-Así en silencio, descansaron un rato antes de continuar con nuevas aventuras.

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