6.De los andenes
florecen prostitutas
Llega la noche y se desparrama por el exterior del vagón. Revisores vestidos de caramelo de menta se meten en mis bolsillos y me piden el D.N.I.
Quiero que el tren se ponga en marcha y me aleje de aquí. Este aire tan puro se exuda bajo mis tacones. Un alumno me saluda por la calle. Y mi guitarra cuelga de mi hombro frágil. Ahora la siento frente a mí, como si fuera ese compañero de viaje que desearía tener. Ese que fue sólo una vez y desapareció.
El tren se pone en marcha y unos auriculares me rascan de música mis oídos. Cruzamos el río. Dicen que el Guadalquivir. Pero no se ve nada. Las ventanas están cubiertas por una tela carbón que refleja el interior en un espejo en el que rebotan frustraciones. Voy sola en el vagón. Como tantas noches una noche más. Estoy unida a mi libro pero veo a alguien que sube al tren. Es muy tarde. Es invierno. Es una mujer joven. Va muy pintada. Con una falda que llama la atención. Parece una prostituta. Me mira cuando pasa a mi lado predicando perfumes que se rasgan las vestiduras. Se sienta cerca. Parece incómoda. Se levanta y me pide fuego. Presumo que sólo es una excusa para entablar conversación. Le digo que no fumo. No le digo, evidentemente que está prohibido fumar en el tren. Pero ella, no se sabe de dónde busca algo para encender el cigarro. Se sienta frente a mí.
-Hace frío esta noche...
-Pues sí...-Respondo.
-¿A qué te dedicas?
-Soy profesora...- No me atrevía a preguntarle a ella. Pero no quise dejar la conversación a medio hacer.- ¿Vas a Sevilla?
-Sí. Voy a trabajar. Soy camarera en un club. Es una porquería de trabajo, pero no hay otra cosa. Y la verdad es que es lo único que conozco desde que era una cría. Me da para ir tirando y criar a mi niño. ¿Tienes hijos?
-No...-Le contestaba.
-Mejor. Menos líos. Yo lo dejo con una amiga que ahora no trabaja. Le doy un dinero...-Aspiraba lentamente su cigarro. El tren se puso en marcha.- ¿Cómo te llamas?
-Dafne. ¿Y tú?
-Ilina. Bueno...no es mi nombre real, pero es mi nombre de guerra...-al decir esto sonrió y guiñó un ojo.- Es que así doy la impresión de ser rusa o algo así...- Tenía unos ojos grises y un pelo que probablemente era rubio natural pero los tintes de mala calidad lo hacían de color incomprensible. Lucía un escote sin fin...- Hoy tengo un día movido. Además mi novio me espera allí para organizarme trabajo extra. O sea, me lo monto con algunos...-Yo no me atreví a hacer ningún comentario. Sólo esbocé una sonrisa. Pero ella continuó:
-No es plato de gusto siempre. Pero te deja dinero. Aunque no creas que acepto a todo el mundo. Lo malo es cuando llega un tío con algo metido en el cuerpo...a veces nos jugamos el tipo...- El interventor llegó y me saludó. Le dijo que dejara de fumar. Y le pidió el billete de tren.
En la siguiente parada se subieron un grupo de chicas. La miraron y empezaron a burlarse de ella nunca directamente. Yo me sentí un poco incómoda. Pero pensé que era estúpido. Prefirieron alejarse de ella y marcharse al siguiente vagón.
-Son unas hijas de puta. Y lo más seguro es que sean mucho más putas que yo...-Yo sonreí intentando ser conciliadora. Ella siguió hablando. ¿Tú ves esas tías? A veces son las peores. Nos tratan como si fuéramos mierda. Y sólo hacemos un trabajo como tantas.
-¿Y no preferirías hacer otra cosa?
-Pues...no. Ya lo hice antes. He cuidado niños, viejos, enfermos. He limpiado casas. He cogido aceitunas...pero para ganar un duro, te las ves y te las deseas. Y...mira, ahora tengo un buen grupo de clientes. Y en unos servicios así me gano más dinero que mi hermana lavando platos. Además hay cosas que yo no hago. No me meto nada. Unas copillas, sí...para qué te voy a engañar...Pero me sé controlar. Pero eso de las drogas, ni de lejos. Y mi hombre también me controla mucho...
-¿Qué hace él?- Empecé a preguntarme si tanta pregunta sería arriesgado.
-Él tiene muchos contactos y me busca citas. Después los lleva al club. Los tíos miran, se calientan un poco, unos bailecitos, unas copas...y quedamos. La mayoría de las veces ellos te llevan a sus coches y les haces una mamada. Te pagan y eso es todo.
-¿Nunca has tenido problemas?- Ella empezó a reír. Tenía una risa chillona pero franca.
-¡¡Uff!! ¿Y quién no? ¡Si yo te contara! Una vez vino un colgao y me llevó a su coche. Quería hacérmelo por detrás cuando ya habíamos quedado que yo eso no lo hago. Me puso una navaja en el cuello. Pero yo siempre llevo algo en mi bolso. Le di un golpe con una piedra y lo dejé allí. Pero él me hizo daño...- Me enseñó una herida visible en el cuello hombro.- Se le escapó la navaja y me cortó el hombro el hijo puta. Me tuvieron que poner puntos.
-Qué valor tienes. Francamente yo prefiero limpiar escaleras...-Intenté bromear.
-Yo no. También pueden putearte en otras profesiones. Y no creas que siempre es así. Lo malo es el futuro...cuando dejas de tener carne fresca, nadie te quiere. Y te dedicas...a ser el hazmerreír de todos. Pero eso todavía está lejos...
-¿Cuántos años tienes?
-Veintidós años.-Aparentaba tres veces más...- Pero me quedé preñada a los 15 años. Mi novio entonces, se fue. Y yo me quedé para cuidar a mi niño. Conocí a mi novio de ahora que dirigía un club y él me metió en este negocio. Le doy un dinero y él me busca buenos rollos...no me va mal...
-Nunca te he visto aquí. Debes no ser de este pueblo...
-No. Sólo vine a ver a una amiga. Me quedé por el día. A veces vengo, pero yo vivo en Sevilla. No me gustan los pueblos. Nací en uno pequeño. Y me hacían la vida imposible. Aparte de que no hay manera de ganarse la vida. Hay que ir a la ciudad.
Hablamos durante el viaje. Yo tenía unos bombones y comimos las dos. En la estación nos bajamos y nos despedimos.
-Bueno, Dafne, a lo mejor te veo otro día...-Decía ella.
-Sí...-Sonreí yo.- Cuídate, Ilina.
Nos despedimos.
Llega la noche y se desparrama por el exterior del vagón. Revisores vestidos de caramelo de menta se meten en mis bolsillos y me piden el D.N.I.
Quiero que el tren se ponga en marcha y me aleje de aquí. Este aire tan puro se exuda bajo mis tacones. Un alumno me saluda por la calle. Y mi guitarra cuelga de mi hombro frágil. Ahora la siento frente a mí, como si fuera ese compañero de viaje que desearía tener. Ese que fue sólo una vez y desapareció.
El tren se pone en marcha y unos auriculares me rascan de música mis oídos. Cruzamos el río. Dicen que el Guadalquivir. Pero no se ve nada. Las ventanas están cubiertas por una tela carbón que refleja el interior en un espejo en el que rebotan frustraciones. Voy sola en el vagón. Como tantas noches una noche más. Estoy unida a mi libro pero veo a alguien que sube al tren. Es muy tarde. Es invierno. Es una mujer joven. Va muy pintada. Con una falda que llama la atención. Parece una prostituta. Me mira cuando pasa a mi lado predicando perfumes que se rasgan las vestiduras. Se sienta cerca. Parece incómoda. Se levanta y me pide fuego. Presumo que sólo es una excusa para entablar conversación. Le digo que no fumo. No le digo, evidentemente que está prohibido fumar en el tren. Pero ella, no se sabe de dónde busca algo para encender el cigarro. Se sienta frente a mí.
-Hace frío esta noche...
-Pues sí...-Respondo.
-¿A qué te dedicas?
-Soy profesora...- No me atrevía a preguntarle a ella. Pero no quise dejar la conversación a medio hacer.- ¿Vas a Sevilla?
-Sí. Voy a trabajar. Soy camarera en un club. Es una porquería de trabajo, pero no hay otra cosa. Y la verdad es que es lo único que conozco desde que era una cría. Me da para ir tirando y criar a mi niño. ¿Tienes hijos?
-No...-Le contestaba.
-Mejor. Menos líos. Yo lo dejo con una amiga que ahora no trabaja. Le doy un dinero...-Aspiraba lentamente su cigarro. El tren se puso en marcha.- ¿Cómo te llamas?
-Dafne. ¿Y tú?
-Ilina. Bueno...no es mi nombre real, pero es mi nombre de guerra...-al decir esto sonrió y guiñó un ojo.- Es que así doy la impresión de ser rusa o algo así...- Tenía unos ojos grises y un pelo que probablemente era rubio natural pero los tintes de mala calidad lo hacían de color incomprensible. Lucía un escote sin fin...- Hoy tengo un día movido. Además mi novio me espera allí para organizarme trabajo extra. O sea, me lo monto con algunos...-Yo no me atreví a hacer ningún comentario. Sólo esbocé una sonrisa. Pero ella continuó:
-No es plato de gusto siempre. Pero te deja dinero. Aunque no creas que acepto a todo el mundo. Lo malo es cuando llega un tío con algo metido en el cuerpo...a veces nos jugamos el tipo...- El interventor llegó y me saludó. Le dijo que dejara de fumar. Y le pidió el billete de tren.
En la siguiente parada se subieron un grupo de chicas. La miraron y empezaron a burlarse de ella nunca directamente. Yo me sentí un poco incómoda. Pero pensé que era estúpido. Prefirieron alejarse de ella y marcharse al siguiente vagón.
-Son unas hijas de puta. Y lo más seguro es que sean mucho más putas que yo...-Yo sonreí intentando ser conciliadora. Ella siguió hablando. ¿Tú ves esas tías? A veces son las peores. Nos tratan como si fuéramos mierda. Y sólo hacemos un trabajo como tantas.
-¿Y no preferirías hacer otra cosa?
-Pues...no. Ya lo hice antes. He cuidado niños, viejos, enfermos. He limpiado casas. He cogido aceitunas...pero para ganar un duro, te las ves y te las deseas. Y...mira, ahora tengo un buen grupo de clientes. Y en unos servicios así me gano más dinero que mi hermana lavando platos. Además hay cosas que yo no hago. No me meto nada. Unas copillas, sí...para qué te voy a engañar...Pero me sé controlar. Pero eso de las drogas, ni de lejos. Y mi hombre también me controla mucho...
-¿Qué hace él?- Empecé a preguntarme si tanta pregunta sería arriesgado.
-Él tiene muchos contactos y me busca citas. Después los lleva al club. Los tíos miran, se calientan un poco, unos bailecitos, unas copas...y quedamos. La mayoría de las veces ellos te llevan a sus coches y les haces una mamada. Te pagan y eso es todo.
-¿Nunca has tenido problemas?- Ella empezó a reír. Tenía una risa chillona pero franca.
-¡¡Uff!! ¿Y quién no? ¡Si yo te contara! Una vez vino un colgao y me llevó a su coche. Quería hacérmelo por detrás cuando ya habíamos quedado que yo eso no lo hago. Me puso una navaja en el cuello. Pero yo siempre llevo algo en mi bolso. Le di un golpe con una piedra y lo dejé allí. Pero él me hizo daño...- Me enseñó una herida visible en el cuello hombro.- Se le escapó la navaja y me cortó el hombro el hijo puta. Me tuvieron que poner puntos.
-Qué valor tienes. Francamente yo prefiero limpiar escaleras...-Intenté bromear.
-Yo no. También pueden putearte en otras profesiones. Y no creas que siempre es así. Lo malo es el futuro...cuando dejas de tener carne fresca, nadie te quiere. Y te dedicas...a ser el hazmerreír de todos. Pero eso todavía está lejos...
-¿Cuántos años tienes?
-Veintidós años.-Aparentaba tres veces más...- Pero me quedé preñada a los 15 años. Mi novio entonces, se fue. Y yo me quedé para cuidar a mi niño. Conocí a mi novio de ahora que dirigía un club y él me metió en este negocio. Le doy un dinero y él me busca buenos rollos...no me va mal...
-Nunca te he visto aquí. Debes no ser de este pueblo...
-No. Sólo vine a ver a una amiga. Me quedé por el día. A veces vengo, pero yo vivo en Sevilla. No me gustan los pueblos. Nací en uno pequeño. Y me hacían la vida imposible. Aparte de que no hay manera de ganarse la vida. Hay que ir a la ciudad.
Hablamos durante el viaje. Yo tenía unos bombones y comimos las dos. En la estación nos bajamos y nos despedimos.
-Bueno, Dafne, a lo mejor te veo otro día...-Decía ella.
-Sí...-Sonreí yo.- Cuídate, Ilina.
Nos despedimos.
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