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lunes, 12 de febrero de 2018

Por qué voté a Donald Trump y volveré a hacerlo

Por qué voté a Donald Trump y volveré a hacerlo

Vecinos de Pensilvania hacen balance del año de Trump, "al fin un empresario en una posición de poder"

Charlie Moretz, de 63 años, tiene la sensación de que las cosas marchan mejor desde que el presidente Donald Trump está en la Casa Blanca. "Le voté, y por supuesto que le volveré a votar", explica sobre las últimas elecciones, en las que el magnate se convirtió en el primer candidato republicano en ganar en el estado de Pensilvania desde 1988.
"Ya era hora de tener un empresario en una posición de poder que entiende cómo funcionan los negocios. Que no está en la presidencia para sí mismo", indica Moretz, para quien lo más importante es la buena marcha de la economía. "Me da igual que sea elegante o no", reconoce el votante republicano, al que sólo le molesta de Trump su gran actividad en la red social Twitter.
"No me preocupan las controversias. Lo de los países de mierda, que en realidad lo son... ¿Qué le vamos a hacer? Lo de la actriz porno no me gusta, pero eso fue en 2006. Es cosa suya. ¿Lo de que iba a meter a Hillary en la cárcel? Es una corrupta. ¿Cómo puede tener tanto dinero un político?", pregunta, mientras indica que nunca se creyó que el muro de la frontera, pieza clave de su política migratoria, lo fuesen a pagar los mexicanos de forma directa.
"Era sólo para gritar en los mítines. Entiendo que la gente quiera venir a este país. Pero, así no. Tiene que ser de forma ordenada", apunta el propietario de un restaurante al que jamás se le ocurrió pensar que vería cerrar la gran compañía de acero Bethlehem Steel Corporation, vital para la economía de esta ciudad de alrededor de 75.000 habitantes y de mayoría blanca. Allí trabajó su abuelo, que emigró en 1919 de Eslovenia.

Mala gestión

Desde su formación en 1904 hasta su venta en 2003, fue la segunda compañía de acero más grande en Estados Unidos. Entre 1910 y finales de los 60 produjo y levantó las estructuras más icónicas del país, entre las que destacan en Nueva York el estadio de Madison Square Garden, el Túnel Lincoln, el Hotel Waldorf Astoria, el edificio Chrysler, y el puente George Washington. Mientras, en el resto de EEUU resaltan el Golden Gate de San Francisco, el Ayuntamiento de Los Ángeles o la Corte Suprema en Washington.
A juicio de Moretz, lo que ocurrió en la compañía es un reflejo del resto del país. "Fue una mala gestión de los jefes", explica, culpando del cierre no sólo al NAFTA (tratado comercial con Canadá y México). "No les preocupaba la gente. Igual que en Washington. Me da igual que Trump se lleve mal con los congresistas. Se lo merecen", resume sobre las peleas del presidente con los líderes de la minoría demócrata. Su gran miedo: "Unos EEUU de mayoría musulmana".
Durante 100 años, más de un millón de personas que venían de Europa trabajaron en Bethlehem Steel Corporation. Se emplearon con orgullo durante los años de la Primera y Segunda Guerra Mundial. Días gloriosos en los que se sentían parte del lanzamiento de una era de prosperidad. Sin embargo, aquello se les escurrió en el largo declive de la empresa. Perdieron su trabajo y parte de su identidad del sueño americano a través de la industria del acero.
Ahora Bethlehem empieza a confiar en la economía que genera el negocio de los casinos y su hospital. Mientras, el resto del estado de Pensilvania, sexto gran músculo económico de los 50 del país, todavía se apoya en la industria manufacturera. Pero gran parte del territorio es rural, una dicotomía que afecta a las promesas de los políticos de la zona.
Su amigo Andrew Asan, de 53 años, jamás ha votado a un demócrata. "Estoy a favor de la vida y la segunda enmienda", indica Asan, que trabaja en la industria del entretenimiento y habla contra el aborto y el derecho a llevar armas. Tampoco oculta su animadversión a Clinton.
Su vecino Eugene Novak, de 70 años, reconoce: "Tengo muchos amigos demócratas que votaron a Trump porque les dijo lo que quería oír". "Estoy registrado en el Partido Demócrata, y también opté por Trump", explica el ex bombero, de origen esloveno en su casa de Bethlehem, ciudad hermana de Murska Sobota, muy cerca de la frontera con Austria en Eslovenia. "Me gustaría ver más a la primera dama de mi país, pero entiendo que quiera cuidar a su hijo", señala, admitiendo que votará al demócrata si el líder republicano no lo hace bien.
A Steve Antalics, de 89 años, tampoco le convencía Hillary Clinton. Sin embargo, sí apoyó a la candidata que impuso el establishment de su partido. Al contrario que a sus vecinos, al historiador sí le violenta la actitud de Trump. Pero no le preocupa. No considera que sus comentarios pongan el país en peligro. Más dudas le plantea su agrupación: "Lo debíamos haber hecho mejor".
 http://www.elmundo.es/internacional/2018/02/13/5a81eb2746163ffd5b8b45e9.html

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