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lunes, 13 de julio de 2015

Merkel y Hollande logran que Tsipras acepte un pacto más duro

Merkel y Hollande logran que Tsipras acepte un pacto más duro

Europa debe aclarar aún cuál será exactamente la participación europea en la financiación puente, ante las graves dificultades del sector financiero griego con el corralito y la falta de fondos para pagar un vencimiento de deuda al BCE el día 20 de julio por importe de unos 3.500 millones de euros. Pero Dijsselbloem ha avanzado que se usará ese fondo, con los activos vendibles de Grecia, para obtener dinero de inmediato. Eso, siempre que el Parlamento griego legisle en los dos próximos días las medidas más inmediatas.
El texto acordado esta mañana por los líderes de la eurozona es implacable con Grecia: comienza constatando "la necesidad crucial de reconstruir la confianza con las autoridades griegas" como requisito para cualquier rescate e impone durísimas condiciones para lograrlo. Entre ellas, una consulta previa con las instituciones europeas para cualquier ley que quiera aprobar Atenas "en áreas relevantes" y la necesidad incluso de revertir legislaciones ya aprobadas desde principios de año, a excepción de las vinculadas "a la crisis humanitaria" que vive el país. Europa no se fía y así lo deja claro en las siete páginas del compromiso rubricado este lunes, con múltiples cautelas para firmar el ansiado rescate.
Una de las claves del acuerdo -y de las más difíciles para digerir por parte de Grecia- es el fondo de privatizaciones, que ascenderá a 50.000 millones y ha sido el motivo del retraso en el acuerdo. Incluirá todo tipo de activos, incluidos posiblemente los bancos. "Nada habría sido peor que humillar a Grecia esta noche", ha dicho el presidente francés, François Hollande. Pero Berlín ha llegado a presionar con una salida de Grecia del euro si no había pacto. Y Atenas se ha visto forzada a aceptar ese fondo de privatizaciones, que nace cargado de polémica: no hay apenas precedentes en Europa, y supone una especie de aval que se exige a Grecia a cambio del tercer rescate. La titularidad del fondo será griega, pero estará supervisado por las instituciones europea.
A cambio de esas formidables concesiones, la canciller Merkel ha asegurado que una vez que Grecia demuestre que cumple lo acordado habrá reestructuración de deuda: básicamente, una ampliación de los plazos de devolución. "En ningún caso habrá quitas", ha dicho Merkel ante la prensa europea y tampoco reestructuración de deuda hasta el primer examen del rescate.
La canciller Angela Merkel ha asegurado que Grecia "ha mostrado su disponibilidad a acometer recortes y reformas". "Lo importante ahora es poner en marcha lo acordado rápidamente. Hay que recuperar la confianza y para ello Grecia tiene que hacer suyo el acuerdo". Alemania ha apuntado que el FMI seguirá a bordo en el tercer rescate griego, y que Atenas se ha comprometido a activar cambios en el sistema de pensiones y el resto de medidas prioritarias. El Eurogrupo dará al mecanismo de rescate la señal para iniciar la negociación del rescate, y varios parlamentos nacionales, incluido el Bundestag, votarán entonces.
Adiós al Grexit
“Grecia tiene una oportunidad de enderezarse. Y el acuerdo evita las consecuencias políticas que habría tenido la falta de resultados de la negociación”, ha asegurado ante la prensa el presidente del Consejo Europeo –representa a los Estados miembros-, Donald Tusk. “La Comisión Europea no ha dejado de insistir en que no habría Grexit; estamos satisfechos”, ha añadido el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, uno de los pocos defensores claros durante todo el proceso de la necesidad de pactar con Grecia. “Dije que la situación sería más difícil después del referéndum y se ha demostrado que es cierto. Pero lo alcanzado es un compromiso; no hay ganadores ni perdedores. No creo que los griegos se sientan humillados ni que los otros socios hayan perdido la fe. Es el típico compromiso europeo”, ha considerado Juncker.
Don DeLillo define la política como “un asunto de hombres reunidos en cuartos”. Y sin embargo la pasada madrugada la política europea giró alrededor de una mujer, la canciller Angela Merkel, que llevó la voz cantante en una de las noches europeas más largas y dramáticas de los últimos tiempos. 17 horas de reunión después, Berlín selló un acuerdo que exige un altísimo precio a Atenas para seguir en el euro. El primer ministro Alexis Tsipras debe aprobar varias leyes en las próximas 48 horas. Se le reclaman medidas más duras en el mercado laboral, en las pensiones, en todos los asuntos que hace solo unos días eran líneas rojas infranqueables. Y los socios, sobre todo, instan a Grecia a crear un fondo bajo supervisión europea con los activos privatizables para, una vez se vendan, reducir la deuda, en una propuesta inédita que levantó una suerte de sentimiento de humillación en Atenas.
Tsipras, además, no se librará de la presencia del FMI, que será parte también de este tercer rescate griego. Para suavizar todos estos reveses, Grecia obtiene dos medidas paliativas: la mención escrita, por primera vez en este proceso, a la reestructuración de la deuda y la inclusión de un paquete de 35.000 millones de euros para fomentar el crecimiento y el empleo a cuenta de la Comisión Europea durante los próximos tres o cinco años. En el alivio de deuda queda claro, en todo caso, que no habrá quitas, sino prolongación de los plazos de pago y periodos de gracia.
A cambio, Grecia evita la salida del euro y obtiene luz verde para negociar los pormenores de un rescate por tres años y unos 50.000 millones de euros. Y evita la bancarrota de sus maltrechos bancos, que amenazaba con llevarse por delante al país entero y que, a la postre, se han convertido en el talón de Aquiles que ha obligado a Tsipras a capitular y aceptar mucho más castigo de lo que pensaba hace dos semanas. El Gobierno griego rompió hace poco dos semanas las negociaciones. Convocó y ganó un controvertido referéndum contra la propuesta europea de entonces. Se vio obligado a decretar un corralito y controles de capital ante la rápida huida de depósitos en sus bancos. Y, finalmente, apenas 15 días después de esa decisión, capitula y se ve obligado a aceptar condiciones mucho peores.
Berlín se ha cobrado la afrenta que supuso el referéndum, unas negociaciones interminables y algunas declaraciones subidas de tono. Impuso exigencias mucho más duras de lo esperado, y llegó a incluir la posibilidad de una salida temporal de Grecia del euro, que acabó retirando cuando Tsipras se avino a pactar con los socios. A cambio, además de esos 50.000 millones en créditos baratos, se lleva la promesa del BCE de mantener con vida a los bancos, y un documento en el que Europa ofrece la ansiada reestructuración de deuda, a la vista de que a Grecia le es imposible pagar. El FMI seguirá a bordo. Y Grecia consigue metas fiscales más holgadas que en el anterior rescate, pero aun así se verá obligada a aprobar recortes adicionales a la vista de que la economía se ha parado en seco con el corralito: podría llegar a caer el 4% este año. Las necesidades financieras se han ido agrandando en los últimos días y ascienden a casi 90.000 millones de euros.
Y la saga griega no ha acabado. En los dos próximos días, el Parlamento tendrá que legislar a través de decreto-ley las medidas prioritarias. Si eso ocurre, el miércoles el Eurogrupo dará un mandato al mecanismo de rescate (Mede) para acabar de negociar las condiciones del Memorando de Entendimiento del tercer rescate. Ese proceso, que suele durar en torno a dos meses, se comprimirá a apenas dos semanas, ante la situación de emergencia financiera en Grecia. Y aun así no está claro cómo Atenas podrá hacer frente a un pago de 3.500 millones del BCE el 20 de julio: los socios tienen que diseñar –probablemente hoy, en un nuevo Eurogrupo, el enésimo de esta semana— la financiación de emergencia para evitar un impago al Eurobanco.
 
 
 http://internacional.elpais.com/internacional/2015/07/13/actualidad/1436772859_015200.html

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