El Madrid impone su fútbol total
Los blancos, de festival de festival, superan a un Barça que acabó sometido
Un Madrid polifacético, con gusto por la pelota,
tan capaz para el trazo corto como para el largo y bien forrado para
defender, redujo al Barça, que empezó optimista y acabó en bancarrota,
superado sin miramientos. El equipo madridista ha cogido el hilo y va de
festival en festival. Ante su clásico enemigo fue un simposio de
fútbol, de muchos futboles y todos de los buenos, de los
mejores. Un rival inalcanzable para los azulgrana, a los que un
fulgurante gol de Neymar les dio vidilla hasta que, de entrada en el
segundo tramo, el Madrid, pletórico, le hizo trizas. La portería de
Casillas se le convirtió en un borroso espejismo. En la de Bravo, los
blancos casi sellan una masacre. Y, por el medio, la sala de estar de
los blaugrana, también hizo criba el Madrid, que ya no se toma la zona
como un andén cualquiera. El Madrid de estos días no tiene tacha.
Durante una hora, los dos se tiraron el fútbol a la cara, lo que quedó reflejado en un partido de oleajes, de espasmos, con la pelota como tesoro. Por primera vez en mucho tiempo, el medio campo del Madrid discutió al del Barça la cháchara con el balón. Fue un encuentro sin barricadas, expansivo y dichoso, de portería a portería, pero sin alborotos y pirotecnias, siempre a partir de un fútbol con control, con la pelota mimada. El Barça genuino, aunque con algunas grietas; el nuevo Madrid, sin fisuras, un equipo para el rondo, para el vértigo. El fútbol total. Ante un adversario con tanto cuajo, los azulgrana hicieron más concesiones de la cuenta y este Madrid en éxtasis se lo hizo pagar con creces hasta fundir al Barça antes de la media hora final.
Barcelona: Bravo; Alves, Piqué, Mascherano, Mathieu; Xavi (Rakitic, m. 59), Busquets, Iniesta (Roberto, m. 71); Luis Suárez (Pedro, m. 68), Messi y Neymar. No utilizados:Munir, Ter Stegen, Bartra, Alba.
Goles: 0-1. M. 3. Neymar. 1-1. M. 34. Cristiano (p). 1-2. M. 49. Pepe. 3-1. M. 61. Benzema.
Árbitro: Jesús Gil Manzano. Amonestó a Messi, Neymar, Piqué, Iniesta, Carvajal.
Hubo bastante del Barça de París.
El equipo imbatido en Liga volvió a sufrir tiritonas delante de Bravo
en cuanto tuvo que examinarse en un duelo de alto rango. No fue el
único, pero nadie se venció tanto como Piqué, en una época para pasar
página. Distraído y fuera de onda, a partir del central inició el Madrid
la remontada al madrugador gol de Neymar. Los de Ancelotti, que no se
destemplaron, mantenían el pulso y una avalancha, con la presión alta de
su columna de centrocampistas, habían logrado encapotar a su rival en
un torrente culminado por cabezazo de Bezema al larguero. Por entonces,
aún discutía el Barça, al toque de Xavi y Messi, engañosamente morosos
con la pelota. Era cuestión de que cambiaran de marcha Luis Suárez y
Neymar. El uruguayo, de estreno tras su arresto mundial, dejó un
catálogo de lo que es, un futbolista estupendo. Suyo fue el pase lateral
para el tanto de Neymar y desde la misma zona alumbró a Messi ante
Casillas, que evitó el 0-2 con algún hueso de esos que a este chico le
han servido de mampara tantas veces. Otro milagro. Un momento crucial
para el desenlace final de la trama.
En pleno certamen de buen fútbol, Piqué se hizo un nudo, naufragó de mala manera sobre la hierba y braceó la pelota sin que la situación fuera extrema. Un privilegio para Cristiano, a quien la suerte de los penaltis le resulta un juego parvulario. En una cita con tantas celebridades, ni Messi ni Ronaldo fueron actores principales. El fútbol coral de los madridistas no precisó de una versión sublime del portugués. El argentino, bien custodiado por este Madrid barnizado por los centrocampistas, se esfumó al tiempo que todos los suyos. No fue circunstancial que al descanso, de Neymar, Messi e Iniesta, tan tiernos siempre, colgara una tarjeta amarilla. El grupo de Ancelotti, con su armadura en el eje, obligaba a los barcelonistas a combatir cuerpo a cuerpo. Al contrario que en tantos retos precedentes, la zona central, el sostén capital del Barça, no era un balcón para ensimismarse. Esa batalla también la ganó el Madrid de Kroos, Modric, James e Isco, despedido a hombros por la hinchada. Quizá porque simboliza como ninguno el nuevo forro del equipo, que conjuga clase y fervor. Como este Isco de hoy.
El Barcelona, cuando aún era competente, padeció más de la cuenta por el costado de Alves, que hace mucho que no tiene amarras. Marcelo, un tiro toda la noche, le pidió hora una y otra vez. El Madrid encontró ventilación con el excelente partido de su lateral. Por el otro costado, Carvajal, alertado por su espantada en el gol culé, cuando cedió más metros de la cuenta a Neymar, se contuvo más ante el brasileño y alguna avanzadilla de Matthieu, casi todas de fogueo. El francés dejó en el banquillo a Jordi Alba, con la idea de que el Barça ganara techo para el juego aéreo. Este juego no es una ciencia. Por esa vía comenzó su ocaso, cuando Pepe cazó al vuelo un remate en un córner.
A partir del gol del zaguero blanco, el Madrid desnortó a los de Luis Enrique, que sufrieron un colapso monumental. Mejor ordenado y con más energía, el Madrid dispuesto a domar la pelota se encapsuló y abrió el segundo libreto, el de la carrera, que también puntúa. Un hecho sobresaliente, que un equipo maneje más de una partitura y lo haga con tanta destreza como eficacia. Un equipo entero, versátil como ninguno.
Aturdido de repente, el tercer gol reflejó el desplome visitante. Un desmadre absoluto. Los académicos no recomiendan hacer un cambio cuando el juego dispone una acción a balón parado, a favor o en contra. Se saltó el capítulo Luis Enrique, que retiró a Xavi en favor de Rakitic cuando el catalán estaba a punto de lanzar un córner. Sin tacto aún, el croata pifió la ejecución, el balón salió a ras del pasto, fácil para el despeje. A él acudió Iniesta en una esquina del medio campo, y también Mascherano, que era el cierre. Un encuentro babélico, porque el manchego no congenió con el argentino y entregó la pelota, mansa, para Isco. A toda pastilla, CR, James y Benzema cerraron con éxito la jugada. El tercer gol en una semana del francés, fenomenal toda la jornada, lejos del radar azulgrana.
Se fue Luis Suárez, no había pistas de Neymar, ni de Messi. El Madrid impidió al Barça toda sublevación y hasta el broche final solo se adivinaba una zurra mayor. El conjunto de Ancelotti ya tenía el turbo en marcha y solo alguna precipitación blanca evitó la escabechina para los blaugrana. En una dirección el Barça solo aguantó una hora. De principio a fin, de punta a punta, el Madrid fue el justo vencedor en todas las rutas, en todos los rumbos, en todos los manuales. Fútbol de aquí y de allá para este Madrid íntegro, perfilado para debatir con el Barça no solo los marcadores, sino el fútbol en estado puro. En las dos facetas se impuso en este clásico.
Durante una hora, los dos se tiraron el fútbol a la cara, lo que quedó reflejado en un partido de oleajes, de espasmos, con la pelota como tesoro. Por primera vez en mucho tiempo, el medio campo del Madrid discutió al del Barça la cháchara con el balón. Fue un encuentro sin barricadas, expansivo y dichoso, de portería a portería, pero sin alborotos y pirotecnias, siempre a partir de un fútbol con control, con la pelota mimada. El Barça genuino, aunque con algunas grietas; el nuevo Madrid, sin fisuras, un equipo para el rondo, para el vértigo. El fútbol total. Ante un adversario con tanto cuajo, los azulgrana hicieron más concesiones de la cuenta y este Madrid en éxtasis se lo hizo pagar con creces hasta fundir al Barça antes de la media hora final.
Real Madrid, 3-Barcelona, 1
Real Madrid: Casillas; Carvajal, Pepe, Ramos, Marcelo; James, Modric (Arbeloa, m. 88), Kroos, Isco (Illarra, m. 85); Benzema (Khedira, m. 86) y Cristiano. No utilizados:Varane, Chicharito, Nacho, Keylor.Barcelona: Bravo; Alves, Piqué, Mascherano, Mathieu; Xavi (Rakitic, m. 59), Busquets, Iniesta (Roberto, m. 71); Luis Suárez (Pedro, m. 68), Messi y Neymar. No utilizados:Munir, Ter Stegen, Bartra, Alba.
Goles: 0-1. M. 3. Neymar. 1-1. M. 34. Cristiano (p). 1-2. M. 49. Pepe. 3-1. M. 61. Benzema.
Árbitro: Jesús Gil Manzano. Amonestó a Messi, Neymar, Piqué, Iniesta, Carvajal.
En pleno certamen de buen fútbol, Piqué se hizo un nudo, naufragó de mala manera sobre la hierba y braceó la pelota sin que la situación fuera extrema. Un privilegio para Cristiano, a quien la suerte de los penaltis le resulta un juego parvulario. En una cita con tantas celebridades, ni Messi ni Ronaldo fueron actores principales. El fútbol coral de los madridistas no precisó de una versión sublime del portugués. El argentino, bien custodiado por este Madrid barnizado por los centrocampistas, se esfumó al tiempo que todos los suyos. No fue circunstancial que al descanso, de Neymar, Messi e Iniesta, tan tiernos siempre, colgara una tarjeta amarilla. El grupo de Ancelotti, con su armadura en el eje, obligaba a los barcelonistas a combatir cuerpo a cuerpo. Al contrario que en tantos retos precedentes, la zona central, el sostén capital del Barça, no era un balcón para ensimismarse. Esa batalla también la ganó el Madrid de Kroos, Modric, James e Isco, despedido a hombros por la hinchada. Quizá porque simboliza como ninguno el nuevo forro del equipo, que conjuga clase y fervor. Como este Isco de hoy.
El Barcelona, cuando aún era competente, padeció más de la cuenta por el costado de Alves, que hace mucho que no tiene amarras. Marcelo, un tiro toda la noche, le pidió hora una y otra vez. El Madrid encontró ventilación con el excelente partido de su lateral. Por el otro costado, Carvajal, alertado por su espantada en el gol culé, cuando cedió más metros de la cuenta a Neymar, se contuvo más ante el brasileño y alguna avanzadilla de Matthieu, casi todas de fogueo. El francés dejó en el banquillo a Jordi Alba, con la idea de que el Barça ganara techo para el juego aéreo. Este juego no es una ciencia. Por esa vía comenzó su ocaso, cuando Pepe cazó al vuelo un remate en un córner.
A partir del gol del zaguero blanco, el Madrid desnortó a los de Luis Enrique, que sufrieron un colapso monumental. Mejor ordenado y con más energía, el Madrid dispuesto a domar la pelota se encapsuló y abrió el segundo libreto, el de la carrera, que también puntúa. Un hecho sobresaliente, que un equipo maneje más de una partitura y lo haga con tanta destreza como eficacia. Un equipo entero, versátil como ninguno.
Aturdido de repente, el tercer gol reflejó el desplome visitante. Un desmadre absoluto. Los académicos no recomiendan hacer un cambio cuando el juego dispone una acción a balón parado, a favor o en contra. Se saltó el capítulo Luis Enrique, que retiró a Xavi en favor de Rakitic cuando el catalán estaba a punto de lanzar un córner. Sin tacto aún, el croata pifió la ejecución, el balón salió a ras del pasto, fácil para el despeje. A él acudió Iniesta en una esquina del medio campo, y también Mascherano, que era el cierre. Un encuentro babélico, porque el manchego no congenió con el argentino y entregó la pelota, mansa, para Isco. A toda pastilla, CR, James y Benzema cerraron con éxito la jugada. El tercer gol en una semana del francés, fenomenal toda la jornada, lejos del radar azulgrana.
Se fue Luis Suárez, no había pistas de Neymar, ni de Messi. El Madrid impidió al Barça toda sublevación y hasta el broche final solo se adivinaba una zurra mayor. El conjunto de Ancelotti ya tenía el turbo en marcha y solo alguna precipitación blanca evitó la escabechina para los blaugrana. En una dirección el Barça solo aguantó una hora. De principio a fin, de punta a punta, el Madrid fue el justo vencedor en todas las rutas, en todos los rumbos, en todos los manuales. Fútbol de aquí y de allá para este Madrid íntegro, perfilado para debatir con el Barça no solo los marcadores, sino el fútbol en estado puro. En las dos facetas se impuso en este clásico.
http://deportes.elpais.com/deportes/2014/10/25/actualidad/1414239467_563401.html
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