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martes, 25 de junio de 2013

SEMIFINALES DE LA COPA CONFEDERACIONES Un cartel de leyenda

SEMIFINALES DE LA COPA CONFEDERACIONES Un cartel de leyenda

Brasil se enfrenta a Uruguay en la primera semifinal: Neymar frente a Luis Suárez y muchas cuentas pendientes

 
Solo Argentina evita que el Brasil-Uruguay sea el gran clásico por excelencia del fútbol sudamericano. Una batalla de apariencia desigual que nunca lo fue. Frente al gigante brasileño, el indomable espíritu charrúa de un pequeño país superpoblado de fútbol. Más de seis décadas después nadie ha desbancado a Uruguay como protagonista de la gesta más colosal y emblemática de este juego. No ha habido un silencio más ensordecedor que aquel Maracanazo para la posteridad del 16 de julio de 1950. Fue tal el valle de lágrimas en Brasil que hasta hubo futbolistas uruguayos con llanto por la pena. Desde entonces no hay un duelo entre ambos en el que no haya que rebobinar. Para los brasileños se trata de una venganza eterna; para sus vecinos refuerza el credo infinito, la negación de lo imposible.
El destino ha citado otra vez a Uruguay y Brasil en un torneo oficial y en territorio canarinho. La semifinal de hoy en la Confederaciones no tendrá el marco de Maracaná, sino que se resolverá en Belo Horizonte, que tampoco es un páramo futbolístico, ni mucho menos. Es la casa del Cruzeiro, que fue considerado el mejor equipo brasileño del siglo pasado, y del Atlético Mineiro, club del que es hincha la presidenta Dilma Rousseff; es la cuna deportiva de Tostão, Piazza, Toninho Cerezo y Ronaldo, entre otros, y donde aún sonríe por el césped Ronaldinho.
Pese a la legendaria rivalidad entre uruguayos y brasileños, el fútbol también les ha hermanado en multitud de ocasiones. Los clubes brasileños han sido un gancho para muchos jugadores de la Celeste. Y, de forma singular, Belo Horizonte, donde colgaron las botas ilustres como Ladislao Mazurkiewicz, portero que, antes de alistarse en el Granada durante cuatro temporadas, fue testigo principal del mejor gol que nunca fue, el inmortal regate que le hizo Pelé en el Mundial de 1970, burlando la pelota a su paso, sin tocarla, aunque luego rematara fuera. Aunque no en el Mineiro, como el guardameta, sino en el Cruzeiro, en la capital del Estado de Minas Gerais, también se jubiló Pablo Forlán, el Boniato, aguerrido defensa de los 70 y padre de Diego, que a sus 34 años aún tiene cobertura con su selección y con el club brasileño Internacional de Porto Alegre.
Al frente del cartel, tres de los delanteros más reputados de la actualidad. A un lado, Neymar, el nuevo prestidigitador del fútbol brasileño, autor ya de tres goles, cada cual mejor, en esta Copa. Enfrente, Luis Suárez y Cavani, que tienen en vilo al elitista mercado europeo. Estilos muy diferentes, pero en los tres casos con el gol por bandera, capaces cualquiera de ellos de desequilibrar un partido en un parpadeo. Todos ellos tutelados por dos entrenadores que saben latín: el maestro de escuela Óscar Washington Tabárez, de 66 años, un modesto exdefensa de los 70 que lleva tres décadas por los banquillos, y Luiz Felipe Scolari, dos años más joven que su colega, según las malas lenguas conocido en su etapa de jugador como pierna de palo, y ambulante como entrenador desde 1982.
Desde el ‘Maracanazo’ no hay un duelo entre ambos en el que no haya que rebobinar
Brasil no encanta como antaño y hasta la fecha ha tenido mejores resultados que fútbol. Uruguay, por su parte, llegó a la Confederaciones con un respiro crucial tras su victoria en Venezuela, lo que le permite mantenerse a rueda del Mundial 2014, aunque sea vía repesca. “De haber perdido en Venezuela hubiera sido el final de esta generación”, ha subrayado estos días Diego Lugano, el capitán de Uruguay. Una generación que, pese a las angustias de este curso, logró devolver a la Celeste a la alta jerarquía del fútbol en el pasado Mundial, donde terminó en cuarta posición. En Sudáfrica lograron ante el equipo anfitrión su primera victoria en el campeonato en 20 años.
De vuelta Uruguay y con Brasil siempre al acecho, la semifinal de Belo Horizonte tiene ingredientes sobrados para resaltar un partido que siempre ha sido y será algo más. Entre Brasil y Uruguay no existe el olvido.

http://deportes.elpais.com/deportes/2013/06/25/actualidad/1372191011_576159.html

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