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lunes, 11 de marzo de 2013

Noveno aniversario del atentado Mi otra vida tras el 11-M

Noveno aniversario del atentado Mi otra vida tras el 11-M
 

Hoy se cumple el noveno aniversario del atentado del 11-M. Diez explosiones simultáneas en cuatro trenes de cercanías de Madrid (Atocha, Téllez, Pozo del Tío Raimundo y Santa Eugenia) que causaron 191 muertos y 1.841 heridos. Las heridas, como no podría ser de otra forma, no están cerradas. El tiempo no lo cura todo. Entre las numerosas víctimas y heridos del 11-M que sobrevivieron hay igual número de respuestas a cómo afrontar esta fatídica fecha. Unos prefieren cerrar los ojos y callar, y otros sienten la necesidad de hablar.
ELMUNDO.es ha llamado a la Asociación de Ayuda a las Víctimas del 11-M, a la Asociación de Víctimas del Terrorismo y a la Asociación 11-M-Afectados del Terrorismo. Esta última ha declinado participar en este recuerdo a los fallecidos, heridos y víctimas del mayor atentado sufrido en este país.
Seis víctimas han querido contar cómo han cambiado sus vidas en estos últimos nueve años. Éstos son sus testimonios:

Javier Gismeno

(Asociación de Ayuda a las Víctimas del 11-M). 59 años. El 11-M viajaba desde su localidad, Alcalá de Henares, en el tren que explotó en la calle Téllez. Sufrió daños en los oídos y un neumotórax (del que se ha recuperado). Ha perdido el 80% de la audición y sufrido tres operaciones.
"El 11-M fue un cambio radical. De estar entregado totalmente a mi profesión, me vi obligado a renunciar a ella. Tengo la incapacidad permanente. Ahora me dedico a contemplar la vida. Soy de los que piensan que el 11-M no se ha cerrado por mucho que lo diga el fiscal. Seguí el juicio en persona y creo que de los que estaban en la pecera, puede que alguno interviniera, pero falta más gente y muchísimo que investigar. Estoy pendiente de las noticias. Al principio, trabajaba con la asociación, pero últimamente con otras víctimas a nivel particular. No creo que este 11-M sea más especial que cualquier otro día. De hecho, el día 11 de cada mes, desde 2004, nos reunimos en la Plaza de Cervantes de Alcalá de Henares un grupo de víctimas y vecinos. Sigo viviendo en la misma casa de siempre, aunque no he sido capaz de volver a coger un tren, sólo muy contadas veces".
 

Tomás Jiménez
 

(Asociación de Víctimas del Terrorismo). 59 años. El 11-M viajaba en el quinto vagón del tren de la estación de El Pozo. Sufrió daños en los oídos y en un pulmón, del que tuvo que ser intervenido quirúrgicamente.
 El atentado me cambió para mejorar. Sabes que lo que estás viviendo es de más. Aquel 11-M, por un lado, fue para mejor, ves la vida de otra forma. También es verdad que por tener un carácter más abierto y positivo me dije a mí mismo que esto hay que quitárselo de encima y no tuve que recurrir ni a psicólogos ni a psiquiatras. Al poco tiempo cogí el mismo tren y me senté en el mismo asiento. Al año, se guardó un minuto de silencio y yo fui el único del trabajo que no pude salir a la calle. Entonces se me caían las lágrimas. A los cuatro años, me llamó un psicólogo para preguntarme qué tal estaba y si requería de su ayuda. ¡Anda, que si lo hubiera necesitado! También a los cuatro años, fue peor con el Consorcio de Seguros. Fue como si se rieran de nosotros. Ahí es cuando realmente pensé: ¡Éstos son los que me van causar a mí la depresión de verdad! Todos los años, en estas fechas, enciendo en casa una de esas velas aromatizadas. Mi familia se piensa que es porque me gusta, pero yo la enciendo en recuerdo del 11-M".
 

Ángeles Pedraza
 

(Asociación de Víctimas del Terrorismo). 55 años. El 11-M, su hija Miriam, de 25 años, murió en el tren de Téllez.
 "Desde el 11-M de 2004 tengo otra vida. Me quedo muerta con mi hija y estoy muerta en vida. Me enfrenté con lucha ante el dolor, la ausencia, los silencios, a que no te digan mamá, a no tener nietos de mi hija Miriam…, a todo lo que desaparece de quien, junto con mi hijo Javi, era lo que más me importaba en mi vida. Es una vida que nadie se merece. Tenía fe y la perdí. Si ese Dios existía, ¿por qué y para qué consentía esto? Me hubiera gustado seguir con la rutina de vida, con esa rutina de la que tanto nos quejamos pero que es lo mejor que nos puede pasar. A partir de la ausencia de mi hija, empecé a luchar por ella y desde ella empecé a luchar por todas las víctimas del terrorismo [Ángeles Pedraza es presidenta de la AVT] para que no caigamos en el olvido, en la indignidad a la que nos quieren llevar algunos diciendo que los terroristas son hombres de paz. Es estar luchando toda la vida y contra demasiados poderes. Desde entonces estoy tomando pastillas para la ansiedad y al final ha acabado en un cáncer de útero del que aún me estoy tratando y del que no se sabe la causa. Un 50% de familias directas, sobre todo, los progenitores, sufren cáncer después del 11-M por el sufrimiento acarreado. Vamos a hacer un estudio en la AVT. No sólo es una vida rota, sino una familia que se desestructura. Desde entonces sufro insomnio y a cada momento te preguntas cómo seguimos sin saber quiénes son los culpables y la impotencia y el dolor que produce ese silencio. El que nadie se quiera hacer preguntas y el que nadie quiera tirar de la manta. Es demasiado doloroso. Desde entonces sufro claustrofobia. El ascensor me da pavor. A los cinco días, me obligué a coger el tren para hacer el mismo recorrido que el tren de mi hija. Soy incapaz de coger el Metro. Estuve años sin llorar, no podía, me costaba y ahora lloro mucho, demasiadas veces. Se me hacen muchos nudos en la garganta y rompo a llorar. Durante más de siete años tampoco podía hablar con mi hijo Javi de su hermana y mi hija Miriam. No hemos hablado hasta hace poco. No podíamos y no sabíamos del dolor del otro, del nuestro. Ahora ya estamos hablando con ayuda de psicólogos. Son tantas cosas y tantos síntomas que te das cuenta de que eres otra persona".
 
Elizabeth Aguilar
 Asociación de Ayuda a las Víctimas del 11-M). 47 años. El 11-M viajaba en el tren que explotó en Santa Eugenia. Sufrió daños en oído, brazo y pierna derechos que le han provocado una minusvalía permanente del 54%.

"Me gustaría pedirle a la gente que nos den mucho apoyo y ayuda. No lo estamos pasando bien. No es fácil seguir una vida normal con estas secuelas. Tengo heridas en una pierna, de las que me operé en enero de este año. He perdido la audición del oído derecho y tengo problemas de movilidad. Cada día me salen cosas nuevas. No lo estoy pasando bien. Sigo yendo a rehabilitación. En enero sufrí un accidente de tráfico, en la M-40, cuando un coche que iba en sentido contrario chocó contra el nuestro y me ha obligado a pasar de nuevo por el quirófano. Todo esto es muy complicado y estoy muy nerviosa. La asociación me está dando mucha ayuda y pido que la gente no se olvide de nosotros. Lo sucedido te enseña a valorar más tu vida, cada minuto, porque no sabes qué va a pasar. Aún soy joven y podía estar mejor, pero el accidente de tráfico me ha terminado por derrumbar. No puedo trabajar y tampoco recibo ninguna pensión por discapacidad. Es algo que no entiendo... Dicen que es por mi edad y porque llevaba poco cotizando en España, pero mi cuerpo ya no puede más. Tengo una hija que traje de Colombia tras los atentados y es la que me cuida. La vida es muy dura, pero uno tiene que salir adelante. Sólo tengo la ayuda de mi hija, pero no es suficiente. No tenemos ni para comer, menos mal que la Cruz Roja nos ayuda. Estoy luchando para ver si me dan una vivienda de protección oficial. Ojalá el Señor me bendiga con ella. Pido que no nos olviden. Hemos sufrido mucho las víctimas y nos sentimos a veces muy solas, pasando las necesidades más grandes. No es justo".

Julia Cruz
 

(Asociación de Víctimas del Terrorismo). 55 años de edad. El 11-M viajaba en el primer vagón del tren de Téllez, donde iba una de las bombas que explotó. Sufrió diversas heridas de consideración en los oídos, nariz, labio, dientes, encía y daños pulmonares.
"Eso siempre está ahí. Además, vivo al lado de las vías. Ahora, físicamente estoy bien pero por dentro me cambió todo. Me encantaba salir, arreglarme, divertirme, ir a discotecas a bailar… y se me fue de golpe. El cambio fue enorme. Imagino que como para todos los que sufrimos el atentado, pero tienes que vivir el día a día y no te queda otra. A los tres años volví a coger el tren porque no me quedaba más remedio, pero ahora sufro ansiedad si va lleno. Igual me pasa si voy a cualquier sitio cerrado donde hay mucha gente. De hecho, en estos últimos nueve años he vuelto a salir a una discoteca una o dos veces y no puedo soportarlo. Sigo en tratamiento psiquiátrico y psicológico, con sesiones cada dos o tres meses, depende si tengo dinero o no. Ahora estoy en el paro. Yo antes no creía en nada de esto… y sigo también a base de pastillas. Cinco al día, pero esto es sólo un aperitivo. Estoy aburrida y no sé si mandarlo todo a paseo. La vida te cambia al 100%. Todo me da más lo mismo y mis hijos me regañan, no quieren que me deje, pero ya no me arreglo ni me pinto ni me peino como antes. Me pongo el gorro para ir a buscar a mi nieta y ya está. Antes, la casa era una obsesión y también paso más".

http://www.elmundo.es/elmundo/2013/03/06/espana/1362563822.html

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