Esperanza y pero también preocupación ante la independencia de Sudán del Sur
A partir de este sábado hay un nuevo país en África: Sudán del Sur alcanzará su independencia y el hasta ahora mayor país del continente se dividirá en dos. Después de 20 años de guerra civil, la independencia supone al mismo tiempo una oportunidad y un reto.
Hacía tiempo que en Sudán del Sur no se respiraba tanto optimismo como durante el referéndum de enero. Los votantes hicieron cola durante horas ante los locales electorales en Juba y Yei, en Malakal y Wau, a menudo, bajo un sol ardiente y el polvo.
El momento de la independencia ya llegó y este sábado 9 de julio Sudán del Sur se convertirá en el Estado número 54 de África y el Estado más joven del mundo. Fue un parto largo, difícil y sangriento, y, pese al optimismo de los sudaneses del sur, muchos analistas temen que se pueda producir pronto un fracaso.
Hace apenas unas semanas, la ocupación de la región de Abyei, rica en petróleo y disputada tanto por el norte como por el sur, llevó a una de las crisis más graves desde el final hace seis años de la guerra civil.
El año 2011 podría ser decisivo para el hasta ahora mayor país de África. El sur, de mayoría negra, comenzará a andar su propio camino, mientras que el norte, de mayoría árabe-musulmán, lucha contra una desilusión y decepción crecientes, rodeado de agitados conflictos en los países vecinos.
El conflicto de Abyei, de donde ya han huido más de 100.000 personas, no es el único que amenaza con envenenar el proceso de paz. En las regiones fronterizas con el norte lucha también varias milicias y desde el referéndum se han registrado cientos de muertos.
Antiguas milicias amigas y señores de la guerra locales quieren arrebatar al gobierno en Juba poder y cargos.
Por el momento sigue sin aclararse cómo se repartirán los ingresos de los pozos de petróleo, situados principalmente en el sur. Con relación al transporte del petróleo, el sur sigue dependiendo del norte. El nuevo Estado carece tanto de oleoductos como de un puerto.
Y pese a que en las provincias del sur hay algunas carreteras que llevan a Uganda, Kenia o el Congo, por muy precarias que sean, algunas regiones norteñas de Sudán del Sur sigue dependiendo de las vías de comercio tradicionales de los comerciantes árabes del norte.
Pasó su infancia en un campamento de refugiados ugandés, vive desde hace cuatro años en Juba y, para él, sólo hay motivos de alegría. "Mis hijos no sabrán lo que significa ser un refugiado. Crecerán en su propio país", afirma el vigilante, quien percibe unos ingresos mínimos pero se muestra contento de tener un trabajo regular.
También Manasseh Jowakmo lo ve todo de color de rosa. A sus 18 años, es uno de los que han regresado del norte, y hace pocas semanas comenzó un curso de formación como mecánico organizado por la agencia de Naciones Unidas para los refugiados ACNUR.
"Algún día tendré mi propio taller. Siempre habrá que reparar coches. Todo irá bien, cuando tengamos nuestro propio Estado", dice.
Los expertos extranjeros son algo más escépticos y temen que las secuelas de dos décadas de guerra civil no hayan desaparecido tan fácilmente. En el nuevo Estado, en el que todavía haz muchas armas en circulación y muchos jóvenes no conocen otra solución a los conflictos que con sea la fuerza, milicias siguen luchando por su parcela de poder.
Grupos étnicos luchan por tierras y agua, mientras la policía y el sistema judicial están subdesarrollados.
Hay quejas sobre la corrupción. Las infraestructuras son insuficientes y la mortalidad materna es de las más altas del mundo. Sólo un 40 por ciento de los adultos saben leer y escribir, y en el caso de las mujeres sólo un 16 por ciento.
Este sábado habrá celebraciones. Pero a partir del domingo, esfuerzos y retos esperan a las personas en el Estado más joven de África.
http://www.elmundo.es/elmundo/2011/07/07/internacional/1310040280.html
Hacía tiempo que en Sudán del Sur no se respiraba tanto optimismo como durante el referéndum de enero. Los votantes hicieron cola durante horas ante los locales electorales en Juba y Yei, en Malakal y Wau, a menudo, bajo un sol ardiente y el polvo.
La mayoría apoya la formación del nuevo Estado
Algunos habían recorrido kilómetros a pie. Querían que su voto contara. Y el resultado no pudo ser más claro. Casi el 99% de los sudaneses del sur se pronunció a favor de proclamar su propio Estado y separarse del norte.El momento de la independencia ya llegó y este sábado 9 de julio Sudán del Sur se convertirá en el Estado número 54 de África y el Estado más joven del mundo. Fue un parto largo, difícil y sangriento, y, pese al optimismo de los sudaneses del sur, muchos analistas temen que se pueda producir pronto un fracaso.
Hace apenas unas semanas, la ocupación de la región de Abyei, rica en petróleo y disputada tanto por el norte como por el sur, llevó a una de las crisis más graves desde el final hace seis años de la guerra civil.
El año 2011 podría ser decisivo para el hasta ahora mayor país de África. El sur, de mayoría negra, comenzará a andar su propio camino, mientras que el norte, de mayoría árabe-musulmán, lucha contra una desilusión y decepción crecientes, rodeado de agitados conflictos en los países vecinos.
Los problemas con los que tendrá que lidiar
El conflicto sangriento en Darfur sigue sin solucionarse. El trazado de la futura frontera estatal es controvertido en amplios tramos.El conflicto de Abyei, de donde ya han huido más de 100.000 personas, no es el único que amenaza con envenenar el proceso de paz. En las regiones fronterizas con el norte lucha también varias milicias y desde el referéndum se han registrado cientos de muertos.
Antiguas milicias amigas y señores de la guerra locales quieren arrebatar al gobierno en Juba poder y cargos.
Por el momento sigue sin aclararse cómo se repartirán los ingresos de los pozos de petróleo, situados principalmente en el sur. Con relación al transporte del petróleo, el sur sigue dependiendo del norte. El nuevo Estado carece tanto de oleoductos como de un puerto.
Y pese a que en las provincias del sur hay algunas carreteras que llevan a Uganda, Kenia o el Congo, por muy precarias que sean, algunas regiones norteñas de Sudán del Sur sigue dependiendo de las vías de comercio tradicionales de los comerciantes árabes del norte.
Su gente
Al hablar estos días con sudaneses del sur parece como si estos problemas no existieran. "¡Vamos a tener nuestro propio Estado! ¡Finalmente somos libres!", afirma por ejemplo David Akol, de 32 años.Pasó su infancia en un campamento de refugiados ugandés, vive desde hace cuatro años en Juba y, para él, sólo hay motivos de alegría. "Mis hijos no sabrán lo que significa ser un refugiado. Crecerán en su propio país", afirma el vigilante, quien percibe unos ingresos mínimos pero se muestra contento de tener un trabajo regular.
También Manasseh Jowakmo lo ve todo de color de rosa. A sus 18 años, es uno de los que han regresado del norte, y hace pocas semanas comenzó un curso de formación como mecánico organizado por la agencia de Naciones Unidas para los refugiados ACNUR.
"Algún día tendré mi propio taller. Siempre habrá que reparar coches. Todo irá bien, cuando tengamos nuestro propio Estado", dice.
Los expertos extranjeros son algo más escépticos y temen que las secuelas de dos décadas de guerra civil no hayan desaparecido tan fácilmente. En el nuevo Estado, en el que todavía haz muchas armas en circulación y muchos jóvenes no conocen otra solución a los conflictos que con sea la fuerza, milicias siguen luchando por su parcela de poder.
Grupos étnicos luchan por tierras y agua, mientras la policía y el sistema judicial están subdesarrollados.
Hay quejas sobre la corrupción. Las infraestructuras son insuficientes y la mortalidad materna es de las más altas del mundo. Sólo un 40 por ciento de los adultos saben leer y escribir, y en el caso de las mujeres sólo un 16 por ciento.
Este sábado habrá celebraciones. Pero a partir del domingo, esfuerzos y retos esperan a las personas en el Estado más joven de África.
http://www.elmundo.es/elmundo/2011/07/07/internacional/1310040280.html
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