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miércoles, 13 de julio de 2011

PISCINA VS LUMBAGO DECORANDO INTERIORES DENTRO DE UN LIMÓN

piscina de Wellness 02 sevilla

DECORANDO INTERIORES DENTRO DE UN LIMÓN
PISCINA vs LUMGABO
Como este año el lumbago me ha estado agobiando mucho todos los médicos que visité, compañeros de trabajo y amigos que han sufrido dicho mal,  me recomendaron encarecidamente nadar. El primero que lo hizo fue mi mejor amigo, el doctor J. J. Pongo las iniciales para salvaguardar su anonimato.  
Yo me resistía. Nunca en mi vida me había inscrito en un gimnasio. Nunca he sido deportista. Y como antes dije en mi anterior texto, si lo habéis leído, lo que más me gusta es caminar. Pero el lumbago me paralizaba incluso para eso. Los antiinflamatorios hacen polvo el estómago y pensé que tenía que coger al toro por los cuernos. Fui al gimnasio más cercano a mi casa. Se llama “02 Centro Wellness”. No es precisamente barato pero es como una gran ciudad. Tiene de todo. Y lo que a mí más me interesa, un gran centro de aguas. En marzo me inscribí de muy mala gana. No quería ir. Pero sabía que era la solución más efectiva. Y que haría un ejercicio tan completo como es la natación. Fui la primera vez un sábado sobre las 16h. No había mucha gente porque a esa hora normalmente la gente está al final de la comida o tomando café. O durmiendo su siesta. Llegúe. Me sentía completamente fuera de lugar. Viendo a tanta gente musculosa, con su ropa de deporte, haciendo pesas, pilates, body no sé qué…
Bajé a los vestuarios. Y me cambié de ropa. Me puse lo que el día antes había comprado para estar equipada con la indumentaria obligada. Con aquel bañador de competición, aquel gorro azul, aquellas gafas…Y yo parecía una mosca. Azul y cabezona.
Llegué tímida a la piscina. Allí estaba aquel universo paralelo. Antes de llegar estaba el spa. La sauna seca. La sauna húmeda. El gran jacuzzi. Pero me dirigí a la piscina. Abrí la puerta y vi una piscina grande donde había algunos señores mayores. Y otra grandísima donde estaban los nadadores. Que en ese momento me parecieron superhombres. Supermujeres. Allí nadando tan bien. Supuse que era la piscina de los listos. Y yo tenía que estar en la de los torpes. Pero el agua estaba calentita. Y daba gustito. Hice algunos ejercicios. Pude nadar suavemente de un sitio a otro. Y después de todo no me pareció tan mal. Había un par de orondas señoras charlando animadamente sobre croquetas y empanadillas. No sabía hasta qué punto eso las ayudaría a perder peso o reforzar la musculatura. Pero parecía que se lo pasaban bien. Luego probé el jacuzzi. Eso sí me gustaba. Y ahí no me sentía tan rara.
Cuando empecé a animarme y nadar, me di cuenta de que tal vez estaba forzando mis músculos de forma incorrecta así que me apunté a unas clases de natación para que me enseñaran perfectamente cómo tengo que moverme. Y me pasé a la piscina de los listos. Usábamos la calle lenta. Dos calles de la mega gran piscina. Y Rocío, la monitora, amable y paciente nos dirigía. Nos daba instrumentos para ayudarnos. El que más me gustaba era el gran macarrón. Había que sentarse en él, como si fuera una escoba de bruja y avanzar. Y había también una tablita en la que apoyarte. Y era divertido. El problema llegó cuando me di cuenta de que no sé respirar bajo el agua correctamente. Y que para nadar a crol tengo que meter la cabeza. Lo intentaba. Pero tragué tanta agua que los otros nadadores se quejaban de que el nivel de dicho líquido disminuía. Yo disimulé. Y miré para otro lado. Para que no se enterara de que era yo la causante de aquella catástrofe. El truqui era meter agua por la boca cuando sacas la cabeza y echar el aire por la nariz cuando estás debajo. Y yo allí intentando coordinar piernas, con brazos, con cabeza, con nariz…Y se me olvidaba…y a veces metía agua por la nariz y lo echaba por la boca. Y al meter aire por la nariz estando bajo el agua lo que se introducía en mi cuerpo serrano era “hache dos O”. Y maldita la gracia.
Otro de los inconvenientes era compartir la calle con las otras nadadoras. La mayoría eran señoras de cierta edad. Como yo. Pero algunas se concentraban tanto que iban dando manotazos peliagudos. Y me dieron varios que estuvieron a punto de aplastarme. Y cuando pasaban a mi lado se producía un sunami que me empujaba y casi rebotaba contra la pared. Al principio intentaba ser cortés y decir “no tiene importancia…no se preocupe…qué bien lo hace…” Pero luego empecé a mosquearme y a cambiar los modales. “Tenga usted cuidado. Tenemos que compartir calle. No sea animal. A ver si aprende a coordinarse…” Y me gané el respeto de mis otros compañeros de clase. Y si no entendían, al pasar era yo la que salpicaba dando un buen golpe en el agua. Y es que la vida es una selva en la que sólo sobrevive el fuerte. Pero iba avanzando en mis conocimientos. Aprendí a nadar hacia atrás que era lo que me interesaba para reforzar los músculos lumbalgíticos. O como se diga.
Intento ser disciplinada. E ir al menos tres veces en semana. Recomiendo la piscina. Es algo bueno. Y espero que con el tiempo entre ella y yo surja el amor. Y si no que al menos no tenga problemas musculares. Me conformaré.
(Sara González Villegas)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

LA NATACIÓN ES EL EJERCICIO MÁS COMPLETO. DESPUÉS DEL SEXO

Anónimo dijo...

SÍ PERO HAY QUE USAR MUCHAS MASCARILLAS PARA PRESERVAR LA SALUD DEL PELO. AUNQUE ES MEJOR QUE SE DAÑE EL PELO QUE NO DAÑAR LOS MÚSCULOS. CREO