Teresa, destronada
Los que la arropaban con el manto de reina aseguran que Zapatero contó con ella hasta el último segundo, que se fio de su estrategia, que la mimó en todo momento y que, incluso le "costó horrores" asumir la despedida que ella misma proponía. Los que la detestaban, que no eran pocos ni débiles, la pintan con la corona de espinas y afirman que en su defenestración "hubo sangre".
En las filas de la oposición, hay personas por las que siente un sincero aprecio. Todo esto ya da igual. María Teresa fue destronada el domingo 17 de octubre. "Zapatero dispone", como dijo uno de sus sucesores, Alfredo Pérez Rubalcaba, saboreando ya las mieles de su nuevo poder. Y es que, para doblar el espinazo de la primera mujer que ha ocupado la vicepresidencia primera del Gobierno de España en democracia, han sido necesarios tres hombres y todos de primera línea. Una terna para repartirse el trabajo que a ella la "ocupaba y preocupaba" día y noche: Rubalcaba se hace con sus dominios en la vicepresidencia primera y en la portavocía; Manuel Chaves consigue las competencias sobre la Administración Pública y Ramón Jáuregui logra la cartera de Presidencia, que incluye la relación diaria con las Cortes Generales.
En estos mismos momentos, durante este fin de semana, María Teresa volverá a La Moncloa y recogerá las pocas cosas personales que adornaban su despacho. Las carpetas, todas, minuciosamente ordenadas, subrayadas y etiquetadas, se quedan a la espera del nuevo valido de Zapatero.
A partir del lunes, volverá a cortarse el pelo de punta y pronto comenzará en el Consejo de Estado. A partir del lunes, la agenda de 'la vice' -este título probablemente no haya hombre que se lo pueda arrebatar- pasa por volver a cortarse el pelo de punta, como a ella le gusta, revolviéndose así contra los que le aconsejaban que dulcificara su rostro; calzarse las botas de mosquetera y dirigirse a la calle de Ferraz para anunciar su intención de abandonar su escaño socialista.
María Teresa no ha querido hacerse nunca el carné del PSOE. Siempre estuvo a disposición de las necesidades del partido pero no se amarró a un cartón ni a una maquinaria orgánica.
Después, irá al Congreso de los Diputados para devolver su acta de diputada por Valencia, su tierra natal, por la que por fin se presentó en 2004. Antes, los socialistas la situaron en la circunscripción de Madrid y en la de Segovia. Y, por último, viajará a Valencia para despedirse de su circunscripción y de sus votantes.
Cuando regrese a Madrid, la espera un nuevo trabajo: el Consejo de Estado. Aunque Zapatero hubiera podido promoverla para presidenta del máximo órgano consultivo, ella prefiere ser simple vocal permanente. ¿Por qué? Hay una razón: al presidente lo puede remover el siguiente Gobierno. Y De la Vega, una mujer realista, barrunta que los próximos inquilinos de La Moncloa serán del PP.
En las filas de la oposición, hay personas por las que siente un sincero aprecio. Los lectores se sorprenderían de saber cuáles, pero guardaré secreto. Con otras, por el contrario, existe una animadversión que el tiempo no superará. En el Consejo de Estado, 'la vice' puede ser una revolución. No le vendría mal al órgano consultivo pintarse con los colores de sus chaquetas y despertar con la fuerza de su ánimo.
Mientras tanto, en La Moncloa quedan a la espera de ver cómo transcurren los acontecimientos en 18 meses que se quieren jugar casi a la desesperada. A vida o muerte. Se ha ido la soldada, la guardiana de las esencias institucionales. Muchos se alegran, otros la echan ya en falta y todos, para bien o para mal, le reconocen en propiedad su título: 'La vice'.
http://www.elmundo.es/elmundo/2010/10/23/espana/1287821472.html

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