Astros, hierbas y palabras para buscar la curación
La medicina tibetana no es cosa de superchería. Es algo muy serio. "Es producto de la experiencia de los pueblos de la meseta tibetana en su lucha contra enfermedades locales", explica el director del Hospital de Medicina Tibetana de Lhasa, Zhan Dui. En el centro atienden 280.000 pacientes al año. El primer libro sobre el tema data del siglo VIII. Zhan cuenta cómo su abuelo, su padre y sus tíos se dedicaban a investigar sobre medicina tibetana y que él aprendió de ellos sus secretos. Se ayudan de la astrología para determinar si el día es propicio o no para una intervención quirúrgica. ¿Cómo procede un médico tibetano ante un paciente? Zhan nos hace una demostración práctica.
Primero hay que observar, luego conversar con el paciente y finalmente tomarle el pulso. A mi compañero le comenta que tiene un pulso femenino, lo que interpreta como una señal de larga vida. Yo no tengo tanta suerte. Simplemente mi presión y pulsaciones son muy bajas. Zhan habla con juicio: en la salud influyen cuatro factores: las costumbres alimenticias, el tipo de vida, los medicamentos y las acciones externas. También tienen en cuenta que somos aire, fuego, agua y tierra, elementos que han de estar en equilibrio en nuestro cuerpo. Nos confiesa que no son infalibles y que a veces la cura ha de buscarse por métodos de la medicina convencional. Eso sí, no ha oído hablar de las bayas de Goji, ese invento que todo lo cura y que en Occidente se atribuye a la medicina tibetana. Otro cuento chino.
El doctor Zhan no es el único que ignora qué son las famosas bayas de Goyi. Ni en la farmacia, ni los funcionarios que nos acompañan, ni nadie sabe nada de esos frutos. Cuando explicamos cómo son, nos dicen que hay algo parecido en otra región, Ning Xia, pero que se emplea sobre todo para los problemas ginecológicos de las mujeres. En su lugar, es común tomar 'hongjingtian', una hierba conocida como rodhiola en España. Se bebe como si fuera un refresco o también se ingiere más concentrado como una especie de jarabe. No es un mito su efecto euforizante. Lo necesitamos a diario mientras nos encontramos en este paraíso en las alturas.
La visita a la universidad queda suspendida después de preguntar por qué habían elegido un sábado no lectivo para visitar el centro académico. Creía que iba a ser una de las pocas ocasiones en las que poder hablar directamente con gente joven, pero en una jornada sin clases las posibilidades de una charla espontánea con chavales se reducían a casi cero.
Un palacio conquistado
En el paseo turístico por el Potala, el palacio de invierno donde residían los Dalais, resulta imposible entablar conversación con los tibetanos, que han de compartir su recorrido con los turistas. Para los tibetanos muchas salas son sitios de culto y necesitan tiempo para hacer sus oraciones, pero los encargados de la seguridad del Potala, en su mayoría bomberos por el elevado riesgo de incendio pues abundan las velas votivas en lugares donde abunda la madera y las telas nobles, les apremian para que no entorpezcan el paso a los turistas.
Hay un número límite de visitas al día, 3.000, y la entrada cuesta unos 10 euros. Corona el Potala una bandera china. Es territorio conquistado. Las jóvenes chinas de estética minimalista, inspirada sorprendentemente en el enemigo japonés, con gafas de sol de aviador y tacones de infarto, se alternan en la espera con ancianas tibetanas que lucen largas melenas encanecidas adornadas con trenzas. Para la emergente clase media china, que en Pekín pasa el día en sus lujosos monovolumenes de marcas orientales, el Tíbet es sinónimo de exotismo y de belleza natural. Los jóvenes vienen a visitar el llamado 'Tíbet mágico' como si se tratara de un parque temático dedicado al budismo. Aún conserva parte de su belleza original, pero quién sabe por cuánto tiempo
http://www.elmundo.es/elmundo/2010/10/08/internacional/1286537634.html
“Encontré el Olimpo bajo mi cama” es un libro que presenta a la mitología griega bajo un punto de vista cercano. “Muchas veces ayudó una broma donde la seriedad solía oponer resistencia”, decía Platón. La novela va dirigida tanto a personas jóvenes como a personas adultas. Es para aficionados a la mitología y a quienes nunca la comprendieron. Para amantes de la literatura como para apasionados del humor. Sara González Villegas.
BIENVENIDOS AL OLIMPO
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