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jueves, 7 de octubre de 2010

El cartel del narcotráfico que aterroriza a México

El cartel del narcotráfico que aterroriza a México Eran el brazo armado del Cartel del Golfo. Pero en 2006 rompen con Joaquín “El Chapo” Guzmán y crean su propia organzación. Desde entonces, hubo en el país 30.000 muertos, entre ellos los 72 migrantes asesinados en Tamaulipas en agosto. No sólo matan, sino que corrompen para sumar adeptos.
Se suele decir en México que hay tres cosas intocables: la Virgen de Guadalupe, la mujer del presidente y las Fuerzas Armadas. Desde hace algunos años hay una más: los Zetas. Porque aquí matar, matan todos.
Con casi 30.000 muertos en los últimos cuatro años, no hay cartel que no acumule a sus espaldas miles de víctimas, pero los Zetas no sólo matan si no que aterrorizan . No se desahogan con una ensalada de tiros, si no que cuelgan a sus víctimas de un puente, les introducen los testículos en la boca, cercenan cabezas con sierra mecánica o los disuelven en ácido.
Aparecidos en la década de los 90 y conformado por un grupo de ex militares entrenados en operaciones especiales, surgieron como el brazo ejecutor del Cartel del Golfo de Joaquín “El Chapo” Guzmán. Pero los Zetas –que deben su nombre a la clave de radio, Z1, que usaban sus miembros–, fueron ganando poder, terreno y contactos, se hicieron mayores de edad y en 2006 rompieron con sus antiguos socios para convertirse en una banda autónoma, poderosa y sanguinaria. Una maquinaria del crimen que, como un cáncer, crece y crece controlándolo todo allí donde se despliega: narcotráfico, extorsiones, sicariato, policías, migrantes, alcaldes y hasta la piratería de música y cine.
“En un principio, mientras les entregaban abultados fajos de billetes, los Zetas únicamente decían frases como ésta: “Ustedes háganse pendejos y nunca nos han visto”. Pero más tarde, cuando las exigencias de los narcos aumentaron, el trato se hizo diferente: ‘Órale pendejo, te estoy dando una orden ¡O la cumples o te mueres!’”. De esta forma el periodista de la revista Proceso , Ricardo Ravelo, describe en el capítulo “En la nómina de los Zetas” de su libro “Crónicas de sangre” la forma en que, a base de “plata y plomo”, los Zetas han ido penetrando todas las estructuras del país hasta convertirse en cartel con entidad propia desde el mes de marzo, según la DEA de Estados Unidos.
Según distintos informes, casi la mitad de los policías en servicio en Veracruz, Tabasco o Tamaulipas están al servicio de los Zetas, creado por muchos militares guatemaltecos. Ellos saben bien que una región se domina teniendo de tu parte a medio pueblo y poniendo a temblar a la otra mitad . Todos juntos han hecho de los Zetas el grupo más temible, presente en cientos de pueblos a donde el Estado sólo llega para cobrar la luz. Pero aunque los Zetas llevan casi veinte años matando a destajo, el hecho que conmocionó a un país y al planeta entero fue la matanza, en agosto, de 72 emigrantes centroamericanos.
Poco después, gracias a la detención de Eduardo Pérez, uno de los sicarios que más veces apretó el gatillo, se supo algo más sobre sus métodos de trabajo: se supo que los Zetas pagan unos 400 dólares a los migrantes que se unen a sus filas, que son reclutados en Centroamérica antes de partir, que incorporan 10 miembros cada mes, que en el salario va incluido “que después de un tiempo se les ayuda a cruzar la frontera con EE.UU.”, y que son adiestrados en el uso de armas en San Luis Potosí.
Sicarios como Eduardo Pérez fueron los encargados de abrir hace años una nueva vía de negocio: la explotación al migrante. Comenzaron cobrando 100 pesos (unos 8 dólares) a cada uno que pasara por su territorio. Hasta que los Zetas cambiaron de método y decidieron que a partir de ahora van a trabajar para ellos. A partir de ahora, no tendrán problemas con las autoridades municipales ni de migración. Se acabó eso de sacar sólo unos cuantos pesos. Van a dominar la ruta, cobrar a los coyotes, reclutar personal, castigar a los que no paguen y secuestrar a los centroamericanos que no viajen con uno de ellos.
Así que gracias a informantes como Eduardo Pérez, el mes pasado los Zetas interceptaron dos camiones en los que viajaban escondidos 77 migrantes de tez morena, ropas remendadas y zapatos desgastados. Todos ellos fueron “levantados” (secuestrados) y trasladados a una casa de seguridad en el municipio de San Fernando (Tamaulipas) en la frontera norte. “Allí se les confinó y se les propuso colaborar con la organización”, explicó el sicario. Pero los Zetas no admiten un “no” como respuesta y la suya fue abrir fuego y dejar los cuerpos amontonados en una orgía de sangre que sobrecogió a los noticieros del mundo. Según la DEA, en los últimos meses los cárteles de Sinaloa, del Golfo y La Familia Michoacana se unieron bajo el nombre de “Fusión de los carteles mexicanos” en contra de los Zetas. En marzo, la “Fusión de los cárteles mexicanos” firmó y colgó en lugares visibles de Nuevo León varios varios carteles rotulados a mano pidiendo al presidente Calderón que les permita a ellos terminar con los Zetas.
Estos, también con “narcocarteles”, reprochan a Calderón que protege a el “Chapo Guzmán” como parte de su estrategia en la lucha contra el crimen organizado. En cualquier caso, aunque el país entero se llevó las manos a la cabeza tras su última matanza, basta acercarse a cualquier apeadero por donde pasa “La Bestia”, el tren carguero que va de norte a sus del país llevando mercancías y migrantes subido al techo a partes iguales, para saber cómo funcionan las cosas donde mandan los Zetas.
En México antes había tres cosas que eran intocables. Ahora ya son cuatro.
http://www.clarin.com/mundo/america_latina/cartel-narcotrafico-aterroriza-Mexico_0_334766564.html

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