Aumenta la violencia sindical en las calles de Buenos Aires
Los más ingenuos pensaron que tras el asesinato de Mariano Ferreyra, los grupos políticos y gremiales se darían una tregua. Que en vez de salir a cortar las avenidas, como todos los días, habría una jornada de reflexión. Pero ni siquiera hubo consideración con los familiares de la víctima, que habían pedido que durante el velatorio no hubiera protestas. Los dirigentes a quienes apelaban, entendieron el mensaje al revés. A primeras horas de la mañana del jueves los accesos a Buenos Aires ya estaban cortados y miles de manifestantes se dirigían a la Plaza de Mayo, en medio de un griterío infernal y con pancartas en las que se podía leer "Juicio, castigo y cárcel a los asesinos de Mariano Ferreyra". Algunos servicios de transporte han sido temporalmente suspendidos e incluso en la provincia de Córdoba, a unos 800 kilómetros al noroeste de Buenos Aires, se ha realizado una manifestación.
Mariano de 23 años, recibió un disparo a quemarropa durante el enfrentamiento que se produjo ayer, entre militantes del Partido Obrero (PO) y los trabajadores afiliados a la Unión Ferroviaria. Una mujer de 56 años resultó gravemente herida en el tiroteo que se desató cuando los ferroviarios quisieron impedir que la columna del PO, en la que marchaba Mariano, llegase a la línea férrea.
La fiscal Cristina Caamaño señaló esta mañana, que el autor de los disparos aún no ha sido identificado y pidió que "si alguien sabe algo que me llame". No es habitual que un funcionario de la Justicia pida ayuda al público para esclarecer un crimen cometido a plena luz del día. Pero lo más asombroso es la decisión de Caamaño, de apartar a la Policía de las pesquisas, "hasta que no quede claro que papel tuvieron ellos". En otras palabras, hasta que no se haya esclarecido si la propia Policía desprotegió intencionalmente el área, para que los ferroviarios emboscaran a sus oponentes. En todo caso, la fiscal deberá investigar si hubo complicidad entre los agentes y la Unión Ferroviarias.
Este jueves, la presidenta Cristina Fernández ha dicho "es muy triste y muy amargo la pérdida de una vida en un episodio de violencia. Sentí mucha amargura y mezcla de rabia también". Sin embargo, el miercoles, día de la tragedia, la presidenta Fernández tardó cuatro horas en referirse al mortal incidente y cuando lo hizo fue para agitar la clásica hipótesis de una conspiración para desestabilizar al gobierno. Algunos de sus asesores insinuaron que el ex presidente Eduardo Duhalde estaría detrás del ataque a Ferreyra y a sus compañeros del PO.
"Era obvio que la presidenta y su círculo buscarían un chivo expiatorio para descargar su responsabilidad por la violencia que se ha instalado en el país. De otra forma alguien podría sospechar que es ella, con su retórica cada vez más agresiva, la que instiga el clima de confrontación. Tampoco se puede desconocer la responsabilidad de los líderes de los grupos extraparlamentarios, que han convertido a Buenos Aires en un campo de batalla. Lo más lamentable es que los argentinos no saquemos nada en limpio de las catástrofes que creamos con nuestras propias manos. En miles de oportunidades los sindicalistas han dirimido sus pleitos a balazos y todo sigue igual", dijo a ELMUNDO.es, Juvenal Osorio, sociólogo de la Universidad de Buenos Aires.
La reacción más notable corresponde a Hugo Moyano, jefe de la Confederación General del Trabajo (CGT). El veterano sindicalista y firme aliado de los Kirchner, dijo que no cree que el asesino haya salido de las filas sindicales y pidió que la Justicia castigue con rigor al autor de los disparos y "a quienes promueven la violencia".
Este miercoles, Moyano anunció que si Julio Cobos, actual vicepresidente y líder de una sección de la Unión Cívica Radical, fuese elegido presidente en las elecciones del 2011, él y sus hombres estarían al pie del cañón. "Tan pronto comiencen las injusticias [de Cobos, adversario de los Kirchner] saldremos a la calle para defender los derechos de los trabajadores. Pablo también estará allí", advirtió Moyano, mencionando a su hijo, quien está al frente del poderoso gremio de los camioneros, que actúa como grupo de choque contra los adversarios del Gobierno.Está claro que la "defensa de los derechos de trabajadores" que anuncia Hugo Moyano no se efectuaría mediante el diálogo. Sería más bien otro episodio como el que acabó con la vida de Mariano Ferreyra.http://www.elmundo.es/america/2010/10/21/argentina/1287686809.html
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