¿Fin de ciclo?
Hay quien ha dicho que las generales del 6 de mayo son las más decisivas en una generación. Lo cierto es que son las más disputadas desde que el conservador John Major se impuso al laborista Neil Kinnock en 1992. Son muchas las claves que decidirán el inquilino del número 10 de Downing Street. Éstas son algunas de ellas.
El desgaste del nuevo laborismo. Un aire de fin de ciclo recorre desde hace muchos meses el Reino Unido. Los laboristas llevan 13 años en el poder. Primero de la mano de Tony Blair y luego de su enemigo íntimo, Gordon Brown. La opinión pública suele decir en los sondeos que es tiempo de cambiar y el descontento tiene que ver con el descontrol migratorio, la debacle económica y las intervenciones bélicas en Irak y Afganistán.
Los nuevos 'tories'. David Cameron fue elegido líder conservador en 2005 y recogió el legado de tres derrotas consecutivas y de un partido que parecía condenado permanentemente a la impopularidad. Cameron rompió los estereotipos abrazando el combate contra la pobreza y la lucha contra el cambio climático y sembró el partido de candidatos y candidatas homosexuales y de minorías étnicas. Sus adversarios dicen que es un mero cambio cosmético, pero al menos los laboristas ya no pueden decir que son los mismos 'tories'.
El 'factor Clegg'. El triunfo en el primer debate del líder liberal-demócrata, Nick Clegg, revolucionó la dinámica de la campaña, que desde entonces ha dejado de ser una carrera entre dos caballos. Aun así, se antoja muy improbable que el auge de Clegg lo coloque en Downing Street. El efecto podría perjudicar a los conservadores, para los que sería muy difícil alcanzar una mayoría absoluta. Pero también a los laboristas, que perderían decenas de escaños en el Norte a manos del partido de Clegg.
Las arcas públicas. Gordon Brown se ha endeudado más que cualquier otro líder de posguerra. En los próximos dos años tomará prestados cerca de 350.000 millones de euros y la cifra tiene una influencia fundamental en la dinámica de la campaña. Los tres grandes partidos apuestan por reducir el déficit aunque los conservadores quieren hacerlo más rápido que los otros dos. Para todos el efecto más inmediato es meridiano: no hay dinero para grandes promesas. Brown se presenta como el garante de que se mantendrá el gasto en las escuelas y en los hospitales y Cameron como el gran reformador del Estado del Bienestar. Aun así, ningún partido ha dado pistas sobre los recortes. Cabe pensar que por no espantar al electorado.
El descrédito de la política. En mayo del año pasado, el 'Daily Telegraph' destapó un escándalo cuyas consecuencias aún resuenan en los pasillos de Westminster. Los diputados habían cargado a cuenta del contribuyente partidas delirantes: de la limpieza de un foso a la poda de una hilera de árboles pasando por una caseta para patos o el recibo de un Kit-Kat. El escándalo provocó una ira ciudadana contra los políticos que precipitó dimisiones y ha propiciado la subida de candidatos independientes.
http://www.elmundo.es/especiales/2010/04/internacional/elecciones_reino_unido/claves.html
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