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miércoles, 21 de octubre de 2009

ARTÍCULO DE PILAR RAHOLA

Pilar Rahola
La Vanguardia. Barcelona. 16/10/2009

De paseo por Siria con Zapatero Uno no puede hablar de alianza de civilizaciones y no entender que la civilización se basa en la Carta de los Derechos Humanos. Que no se trata de religiones, sino de libertades.

Obama le regala el segundo discurso de Abraham Lincoln en facsímil, y Zapatero le regala una guía de Barcelona. Espectacular. Imposible igualar de forma más certera la lectura del gran político norteamericano con la apasionante e ilustrada lectura de una guía turística. ¿Era la guía estándar, o la que incluye el itinerario internacionalmente valorado de señoras con ropa ligera ofreciendo sus servicios por Barcelona? Aquello del "fer homes", que decía delicadamente la señora Rius... Oh my God! ¿Pues qué le habrá regalado al presidente de Siria, ahora que se pasea por Oriente Medio? ¿La antología de Mortadelo y Filemón?

En fin, Zapatero ha estado en Siria, ha repartido su buenismo retórico y se ha ido tan contento hacia Tierra Santa, donde sin duda habrá explicado lo inmensamente neutral que es España. Déjenme adivinar el regalo que le ofrecerá a Bibi Netanyahu. ¿Su foto con la kefia palestina en plena guerra de Líbano? ¿O el dossier de la Anti-Defamation League, sobre el creciente antisemitismo español, actualmente el más alarmante de Europa? Finos regalos aparte, y a la espera de saber qué ha dicho a israelíes y palestinos, lo de Siria merece una reflexión, y no sólo por las palabras del presidente, sino también por sus silencios. Zapatero va a Siria, bien. Discursea sobre la bondad de las religiones en la preciosa mezquita de los Omeyas, bien. Se ve con Bashar el Asad y le habla de lo bonita que es la paz, bien. Y durante todo el viaje ondea su bandera de la alianza de civilizaciones, bien. ¿Bien? ¿No falta nada?
Lo digo porque uno no puede hablar de pacto entre religiones y no recordar que las religiones no deben ser arietes contra los derechos fundamentales.
¿Le ha explicado al imán lo de las mujeres? Tampoco, uno no puede estar ante un dictador implacable como Asad y no pedirle que deje de financiar a grupos terroristas que atentan contra Israel.
¿Le ha dicho a Asad que es responsable directo de la situación violenta endémica en la zona?
¿Le ha preguntado por los derechos fundamentales de sus propios ciudadanos?
¿O por lo bonito que es ocupar durante años el Líbano y continuar injiriéndose en su política interna? Finalmente, uno no puede hablar de alianza de civilizaciones y no entender que la civilización se basa en la Carta de los Derechos Humanos. Que no se trata de religiones, sino de libertades. Ese es el problema del discurso de Zapatero: que se trata de una retórica vacía que suena bien porque no obliga a nada. Hasta Hamas, que practica el fanatismo religioso más violento, podría suscribirlo. Total, cuando todo el mundo es bueno, qué importan unos miles de misiles, unas mujeres esclavizadas, unos opositores asesinados, unos niños fanatizados. Es lo que tiene elegir la diana equivocada, y no entender que no es una lucha entre civilizaciones. Es una lucha entre la civilización –tenga el acento, la religión o la cultura que tenga– y la barbarie.
Pilar RaholaLa Vanguardia. Barcelona. 16/10/2009

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