y más becerros
-Hola chicos, nos abrimos.
-¿Quedamos en el garito de siempre?
-Sí, claro. Nos vamos de marcha...-Era el hijo del rey, Nadab. Un niñato bastante pijo vistiendo siempre ropa de marca y sin dar un palo al agua. Como el hijo de una folclórica, pero quizás más guapo. Era hijo de
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Jeroboam.-A este mindungui le quedan dos telediarios. Se está cavando su propia tumba. No para en casa, no estudia y sólo se dedica a salir de marcha, haciendo botellón y bebiendo calimochos.
-Sólo reinará dos años.
-Hagamos más becerros....-Gritó el joven rey alzando la copa y bebiendo como un ruso en día de paga.
-Ten cuidado con un tal Baasa. Se dice que quiere matarte. Le aconsejaban sus ministros.
-Bah. Baasa...-El rey reía a mandíbula batiente mientras se zampaba un chuletón con guarnición.
Efectivamente Baasa, de la tribu de Isacar, conspiraba contra el rey y lo derrotó en la ciudad filistea llamada Guibetón. Así que lo mató y le sucedió en el trono.
-Destruiré a todos los de su casa. No quedará nadie. Y así podré gobernar mejor- Dijo Baasa.
Dios castigó a Nadab no sólo por sus pecados sino también por los de su padre.
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