La cuna de Mubarak, entre la nostalgia y el ajuste de cuentas
Kafr el Meselha podría ser cualquier otro pueblo del delta: Un páramo habitado por una legión de manos cuarteadas en el campo, un laberinto urbano de sórdido cemento y un tapiz verde regado por los canales del Nilo. Pero esta aldea convertida en ciudad sin límites precisos y enclavada a 70 kilómetros de El Cairo es además la patria del derrocado Hosni Mubarak.
En sus polvorientas calles nació en 1928 su vecino más ilustre, el militar que gobernó la tierra de los faraones durante tres décadas hasta su caída en desgracia hace hoy un año. "Mubarak nos olvidó. Jamás hizo nada por el pueblo", se queja Mohamed Abdel Meguid, un hombre con galabiya (túnica) sentado en la acera de una avenida que conduce hasta el corazón de un municipio demediado por su fidelidad al autócrata.
"Debimos haberle escuchado y permitido que permaneciera hasta noviembre. Habría sido mejor para todos", agrega antes de negar que la mano de Mubarak y sus acólitos esté detrás de los episodios más trágicos de la transición. "Hay agentes extranjeros que envían infiltrados a las protestas y los revolucionarios se hacen los heridos a cambio de dinero", sostiene sin un ápice de rubor.
En la tintorería de la localidad, Ahmad Salah quiere decir "su verdad" mientras plancha una túnica femenina. "La verdad es que era un buen presidente. Desde que él dejó el poder se han registrado atracos e incidentes", sostiene Salah, que vivió durante 25 años en Jordania. A pesar de su confesión de amor al ex presidente, el viejo emigrante no oculta que en los recientes comicios optó por La Libertad y la Justicia, el brazo político de los Hermanos Musulmanes. Como en el resto del otrora reino de Mubarak, la Hermandad y los salafistas �víctimas del estado policial del caudillo- han arrasado en las urnas.
El paseo alcanza más tarde el antiguo colegio Hosni Mubarak, una inmueble construido en 2008 y financiado por China. "Después de la revolución decidimos cambiar el nombre por el de Egipto libre", explica su director Sabri Nabawi. En sus pasillos, algunas fotografías recuerdan a los mártires del levantamiento popular.
A unos metros, el club deportivo local mantiene en su fachada el único rastro del caudillo. Según el presidente de la institución Sherif Waba, el enorme mural que cuelga aún de la pared tiene los días contados. En la mezquita, donde los fieles maldicen a la televisión y los activistas por "destruir el país" y humillar al dictador, un verso suelto exclama: "Mubarak robó la riqueza del país y nos quitó el pan. Merece la misma muerte que Gadafi".
http://www.elmundo.es/elmundo/2012/02/11/internacional/1328925636.html
'Mubarak robó la riqueza del país, merece la misma muerte que Gadafi'
Acólitos del pasado
Muchos no perdonan que el caudillo no visitara nunca su cuna durante su régimen. "Ni siquiera estuvo el día que enterraron a su madre", cuenta Abdel Meguid. Algunas calles más abajo, Gamal, uno de los primos de Mubarak que aún reside en el pueblo, le replica: "Es normal. Muchos jóvenes emigran y luego nunca vuelven". El hombre, que recuerda haber visto al 'rais' alguna tarde remota de su infancia, pertenece a quienes defienden el legado del último faraón: "Su único error fue haber elegido mal a su equipo. Sus amigos se convirtieron en sus asesinos".Gamal, primo de Mubarak. | F.C.
En la tintorería de la localidad, Ahmad Salah quiere decir "su verdad" mientras plancha una túnica femenina. "La verdad es que era un buen presidente. Desde que él dejó el poder se han registrado atracos e incidentes", sostiene Salah, que vivió durante 25 años en Jordania. A pesar de su confesión de amor al ex presidente, el viejo emigrante no oculta que en los recientes comicios optó por La Libertad y la Justicia, el brazo político de los Hermanos Musulmanes. Como en el resto del otrora reino de Mubarak, la Hermandad y los salafistas �víctimas del estado policial del caudillo- han arrasado en las urnas.
Los estigmas de Mubarak
Más allá del veredicto electoral, Kafr el Meselha realiza su particular ajuste de cuentas con la realidad. Los niños del pueblo reciben al visitante con la misma cantinela: "Mubarak robó el país", "Solo cuando él muera llegará el orden", "Sus primeros años de gobierno fueron buenos pero luego se corrompió" o "Fue él quien contrató a los matones y ordenó la tragedia de Port Said". La "vox populi" infantil acompaña una ruta que se detiene en la casa natal del dictador, cuyo solar está ocupado en la actualidad por otro edificio, y en su primera escuela. Allí, la maestra Aziza reconoce que la lección de Mubarak y su familia ha desaparecido de los manuales de historia.'Sus primeros años de gobierno fueron buenos pero luego se corrompió'
A unos metros, el club deportivo local mantiene en su fachada el único rastro del caudillo. Según el presidente de la institución Sherif Waba, el enorme mural que cuelga aún de la pared tiene los días contados. En la mezquita, donde los fieles maldicen a la televisión y los activistas por "destruir el país" y humillar al dictador, un verso suelto exclama: "Mubarak robó la riqueza del país y nos quitó el pan. Merece la misma muerte que Gadafi".
http://www.elmundo.es/elmundo/2012/02/11/internacional/1328925636.html
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