Sarkozy revalida su avance electoral con otra victoria
Los socialistas sufren una dura derrota en los comicios departamentales
La sociedad francesa se derechiza a gran velocidad y pone fin al tradicional bipartidismo. La UMP, el partido de Nicolas Sarkozy, y sus aliados centristas revalidaron ayer su triunfo en la segunda vuelta
de las elecciones departamentales al conseguir el 46% de los votos,
según los datos oficiales con el 60% de las circunscripciones
escrutadas. El gubernamental Partido Socialista, y la izquierda en
general, es el gran derrotado en estos comicios, con el 34% de sufragios
—pierde la mitad de sus Gobiernos departamentales—, mientras el
ultraderechista Frente Nacional se consolida con el 20% de apoyos como una formación capaz de estar en primera línea en todas las elecciones del país.
El triunfo del centroderecha se ha visto amplificado porque la izquierda, dividida en diferentes candidaturas, pidió a sus militantes y simpatizantes que apoyaran a los conservadores en las circunscripciones donde estos han mantenido duelos con el FN (en 532 de las 2.054 circunscripciones) para frenar el avance de la ultraderecha. Sarkozy, por el contrario, pidió a los suyos la abstención o el voto en blanco en duelos entre la izquierda y la ultraderecha (284 circunscripciones), una actitud que el primer ministro Manuel Valls ha calificado de “falta moral y política”.
Sarkozy destacó que estos resultados indican que “la alternancia está en marcha y nada la detendrá” frente al “fracaso” de un PS que representa “el socialismo más arcaico de Europa”. Valls achacó su fracaso a que la izquierda, con candidaturas separadas, se ha presentado “demasiado dispersa y dividida”. Y Le Pen dijo que sus resultados son “históricos y excepcionales”.
Las trascendencia de estas elecciones, con una abstención cercana al 50%, no radicaba tanto en el reparto de poder en el centenar de departamentos franceses, que tienen escasas competencias, sino en conocer la actual distribución de fuerzas: la suma de la derecha y la ultraderecha se sitúa a una enorme distancia de la izquierda, que en 2012 dominaba todos los niveles de poder, desde el Elíseo hasta los ayuntamientos, pasando por el Parlamento y las regiones.
Desde entonces, la UMP arrebató la mayoría del poder municipal a los socialistas en marzo del año pasado. Tres meses después, y por primera en la historia de Francia, el FN fue el partido más votado, seguido por la UMP. Ahora, los socialistas sufren su tercera derrota consecutiva. Pierden la mitad de los 61 departamentos que gobiernan (hay un centenar en Francia), que serán los que pasen a manos de la derecha, entre ellos feudos tan simbólicos de la izquierda como Corrèze, la patria política de François Hollande.
Pese al gran apoyo conseguido, el FN solo puede gobernar en los departamentos donde obtiene mayoría absoluta porque ninguna fuerza le daría sus votos en las asambleas departamentales a la hora de elegir presidentes. Confiaban en lograr uno o dos gobiernos, pero finalmente no obtuvieron ninguno. En todo caso, tendrá decenas de consejeros departamentales y ahora solo tenía uno. El tripartidismo se ha instalado en Francia.
El triunfo del centroderecha se ha visto amplificado porque la izquierda, dividida en diferentes candidaturas, pidió a sus militantes y simpatizantes que apoyaran a los conservadores en las circunscripciones donde estos han mantenido duelos con el FN (en 532 de las 2.054 circunscripciones) para frenar el avance de la ultraderecha. Sarkozy, por el contrario, pidió a los suyos la abstención o el voto en blanco en duelos entre la izquierda y la ultraderecha (284 circunscripciones), una actitud que el primer ministro Manuel Valls ha calificado de “falta moral y política”.
Sarkozy destacó que estos resultados indican que “la alternancia está en marcha y nada la detendrá” frente al “fracaso” de un PS que representa “el socialismo más arcaico de Europa”. Valls achacó su fracaso a que la izquierda, con candidaturas separadas, se ha presentado “demasiado dispersa y dividida”. Y Le Pen dijo que sus resultados son “históricos y excepcionales”.
Las trascendencia de estas elecciones, con una abstención cercana al 50%, no radicaba tanto en el reparto de poder en el centenar de departamentos franceses, que tienen escasas competencias, sino en conocer la actual distribución de fuerzas: la suma de la derecha y la ultraderecha se sitúa a una enorme distancia de la izquierda, que en 2012 dominaba todos los niveles de poder, desde el Elíseo hasta los ayuntamientos, pasando por el Parlamento y las regiones.
Desde entonces, la UMP arrebató la mayoría del poder municipal a los socialistas en marzo del año pasado. Tres meses después, y por primera en la historia de Francia, el FN fue el partido más votado, seguido por la UMP. Ahora, los socialistas sufren su tercera derrota consecutiva. Pierden la mitad de los 61 departamentos que gobiernan (hay un centenar en Francia), que serán los que pasen a manos de la derecha, entre ellos feudos tan simbólicos de la izquierda como Corrèze, la patria política de François Hollande.
Pese al gran apoyo conseguido, el FN solo puede gobernar en los departamentos donde obtiene mayoría absoluta porque ninguna fuerza le daría sus votos en las asambleas departamentales a la hora de elegir presidentes. Confiaban en lograr uno o dos gobiernos, pero finalmente no obtuvieron ninguno. En todo caso, tendrá decenas de consejeros departamentales y ahora solo tenía uno. El tripartidismo se ha instalado en Francia.
http://internacional.elpais.com/internacional/2015/03/29/actualidad/1427591436_341767.html
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