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domingo, 5 de mayo de 2013

Javier Sicilia: 'A México le queda mucho por llorar para hallar la paz'

Javier Sicilia: 'A México le queda mucho por llorar para hallar la paz'
 

Un día como hoy de 2011, un poeta al que acababan de matarle un hijo de 24 años, Javier Sicilia, se echó a andar desde Cuernavaca al Zócalo capitalino. Pocos mexicanos le conocían pero su grito de guerra contra políticos y criminales -"¡Estamos hasta la madre!"- había corrido como la pólvora. Poco imaginaba entonces que de aquella marcha espontánea saldría un movimiento nacional, el primero en México, centrado en las víctimas de la guerra contra el crimen organizado que había comenzado en 2006. Hoy, la tristeza está enquistada en la mirada de este hombre de 55 años profundamente católico y obsesionado con una palabra: "Memoria", memoria para que se recuerde a los más de 70.000 muertos, 30.000 desaparecidos y, según sus cálculos, 230.000 desplazados por la violencia, aunque eso duela.

"Este país no quiere abrirse al dolor que lleva dentro, no quiere encarar el problema. A México le queda mucho por llorar hasta empezar a tener compasión y hallar la paz", lamenta.

El poeta que dejó los versos y ahora intenta reconciliarse con la escritura con una autobiografía que "dé sentido a todo lo vivido", recibe a ELMUNDO.es en Cuernavaca (80km al sur de Ciudad de México) sin su tradicional atuendo de chaleco de bolsillos y sombrero de explorador. "Estoy harto de tanto fetichismo, me lo pongo porque los medios lo reclaman aunque no tiene mayor sentido. Es lo único que podré dejar a mi nieto, un sombrero mugriento lleno de ácaros", bromea. "Además se me ve demasiado cuando lo llevo". Pese al comentario, no le obsesiona su seguridad aunque dice que a las autoridades sí, por eso le pusieron escolta, aunque tiene claro que valdría de poco si quisieran matarlo.

Sicilia se convirtió en líder del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad (MPJD) por casualidad. "Fuimos inventando por el camino", asegura. Pero su balance es positivo. "El movimiento le puso rostro a las cifras y pusimos en el centro la petición de justicia".

Después de tantas caravanas de dolor, hacia la frontera Norte, hacía el sur, la última de costa a costa de EEUU hasta la Casa Blanca, el cansancio hizo mella en él y llegó la hora de tomar otro papel. "Ahora es todo más horizontal pero sigo participando en el Movimiento, soy la voz de tribu", reconoce, una voz a veces brusca y siempre políticamente incorrecta tanto desde la derecha como desde la izquierda, una voz que "sólo hace caso al corazón".

Atrás quedan muchas historias y lágrimas compartidas. "Lo peor son los desaparecidos. La gente no alcanza a imaginar ese horror. Es un abismo sin fin. En Monterrey estábamos tratando con la Procuraduría el caso de un chico desaparecido y pasó algo terrible. Todo parecía avanzar pero, de repente, se paró. Su madre se encerró en casa, no quiso ver a nadie, se declaró enferma... Un día la encontramos muerta, murió de tristeza, de desesperanza. Eso es lo que no podemos permitir".

El escritor fuma cigarro tras cigarro. No reconoce que el MPJD haya perdido fuerza o esté dividido aunque las discrepancias entre las organizaciones de la sociedad civil mexicana que lo apoyaron son notorias. "Siempre hubo obstáculos pero el Movimiento sigue. Su músculo es su autoridad moral y yo no me arrepiento de nada". Lo dice sin arrogancia. Las mayores críticas llegaron al iniciar el diálogo con el gobierno de Felipe Calderón el mismo año 2011, ya que le tacharon de vendido al poder. "Curiosamente lo que más escandalizó fue el beso que le di a Calderón", dice sarcástico tras asegurar que la movilización y el diálogo eran "las dos piernas" inamovibles del MPJD.

"Hice lo que tenía que hacer -reitera-. Si alguien pensaba que yo tenía perspectivas políticas o que iba a cambiar esta nación, lo lamento. He defendido al ser humano de aquí y ahora, no hay abstracciones, y no me arrepiento de las respuestas que le he dado a lo que escuché en mi corazón".

Igual de claro tiene su legado. "Si este país le debe algo a alguien es a Juan Francisco, mi hijo, que dio rostro a todos con su muerte y creó un milagro cívico. Y no lo digo con orgullo sino con una inmensa tristeza. Coaligó a muchos que sintieron ese agravio como propio".

La contundencia de Sicilia se suaviza al mencionar a su hijo. Da una calada profunda al cigarrillo, baja la mirada y contiene la emoción antes de reencontrar los ojos de su interlocutor. ¿Cómo se encuentra? La respuesta es tajante. "Triste". "Uno vive mutilado y tiene que aprender a vivir así. Lo único que queda es encender una vela para no perdernos en la oscuridad y el sinsentido de la violencia. Eso se lo debo a mi hijo. Es el punto de referencia que me permite seguir".

Compaginar su duelo personal con la movilización social no fue fácil. Tampoco "constatar la hipocresía de los políticos" que siempre buscaban hacerse la foto con él, ni "confirmar la deshumanización del poder, el juego perverso de usar el dolor y el sufrimiento para fines espurios". Tal vez por eso mira con frialdad el futuro.

"No tengo esperanzas y no soy optimista pero si estoy abierto a la sorpresa de que puede haber una respuesta justa para la dimensión a este horror. Se pueden hacer muchos cambios siempre que se ponga como prioridad lo humano". Por eso, la exigencia al gobierno de Enrique Peña Nieto es clara: "Que recomponga la paz y que aparezcan los desaparecidos, si es que quiere tener alguna credibilidad, si no, será un elefante blanco sin sentido para México, un Estado inexistente rebasado por la corrupción que permite la violencia y la impunidad".

Igual de claro tiene cuál debe ser la lucha actual del Movimiento. "Abrir un centro de documentación que recopile todos los nombres, ya estamos trabajando en ello, un lugar donde las familias puedan ir a contar sus historias incluidas las de los sicarios, esos seres corrompidos por el crimen organizado. La verdad sana y aporta paz. Se necesitará dinero pero será parte de un proceso de reconciliación. Si perdemos la memoria, perdemos nuestro porvenir".

http://www.elmundo.es/america/2013/05/05/mexico/1367768059.html

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